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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Alma

Sensible y leal. Ligera de móvil pensamiento. Luminosa y festiva. Vas en mí y conmigo. Donde estés estoy. Y en el viaje nos alegramos en reciprocidad. A veces te siento con peso. Y te pongo a dieta en la espiritualidad. Es un decir. La bruma de la tarde nos envuelve. Y viene la nostalgia. Y cambiamos a la risa, nuestro alimento mejor. Es tarde y navegamos en sueños. Tan lejos como el tiempo da. Y volvemos a la realidad del presente. Donde nos instalamos trashumantes. Alma mía. En ocasiones me pongo a pensar. Lo afirmo. Sobre nuestra necesidad. Y expongo las penas al sol. Para que se oreen. Y en otras ocasiones me olvido del aquí y allí. Y hago borrador de mi teoría del vivir. Recuerdo otros años. En ese furor permanente. De andar aquí y allí. Con responsabilidad personal. Y con letras por lo social. Y me atempera el tiempo. El imperativo del hoy. Me gusta tu volar. Y allí voy en sensación. Y me detengo en esta nube o aquella a observar. Alma mía. Va por ti mi tranquilidad. Que es soñar

Para Igor Potovski

Un Ucraniano poeta cumple años. Un amigo poeta es mi hermano. Y es de Ucrania. Y está de fiesta porque es su cumpleaños. La vida misma es una fiesta. Su corazón anda de cierto por el mundo. Mas él cumple años. Y lo celebramos de lejos con el corazón y afecto cercano. Qué de mariposas y pájaros te celebran. Qué de amigos hermanos te celebran. Ya imagino la fiesta de los aprecios. Los corazones engalanados con globos y serpentinas. Y el refresco. Y el compartir pan y sal. ¡Cómo te aprecio! Va mi cariño en estas palabras como abrazo. Para desearte que sigas bien. Que sigas sonriendo pleno. Y sigas escribiendo como respirar, que es lo tuyo. Y sigas dibujando el mundo en esas lineas y detalles. Que es tu propio universo. Cuida tu salud. Por sobre todo. Odessa debe estar de fiesta. Aunque muchos no lo sepan. Basta con los amigos y familiares que lo sepan. Y te llamen. Y te abracen. Y sonrían. Yo por lo pronto desde este Tabasco querido que bien conoces. Me tomo dos cervezas a tu salud. Con e

Eres

Eres una república. Con tus montañas y ríos. Ríes. Eres el mar espuma, con su prodigiosa humedad. Y sus olas. Hola. La sonrisa que engalana la fiesta. El azar en la circunstancia. El modo perfecto de transitar serena. Eres la sirena que canta a Aquiles. Eres la versión de quien espera por siempre. Eres esa estrella que se refleja en las miradas. La hormiga pequeña que circula en las venas. Eres una nación donde nacen todos los ríos del mundo. Los orígenes y el destino. La palabra verbal y escrita. Eres la forma literaria e histórica. Eres.

Sísifo

El poder de subir la roca. La obligación de hacerlo. Siempre cuesta arriba. Como si todo fuera un sueño. Y al despertar, en esos paréntesis de la eternidad, volviéramos a la rutina deseada. Mas la sentencia fue subir la roca a la punta de montaña. Y volverla a subir al día siguiente. Como en la hazaña de querernos tanto. Una vez más y otra. Carrusel de caballitos en los juegos. La vuelta a la noria, por si las dudas. Barajas filosóficas. Lo anterior ha desaparecido. Lo nuevo es el inicio. El esfuerzo cuesta arriba. " Ahora triste en la pendiente solitario y ya vencido Yo me quiero confesar..." Subir en la distancia. 

Locura, el tiempo

El tiempo. Ese fluir eterno. Río de los cien mil millones de cauces. Origen y destino. Lo abracé de niño. Para encontrarle sentido a la vida. Este respirar con suspiros. Y sueños. Me acompañaba de joven. Y me daba oportunidad de montarlo. Y me daba la oportunidad de sentir lo -y sentirlo- eterno. Un carromato en el juego. Y de pronto montaña rusa con música de fondo. Entre Serrat y José Alfredo. Luego fui encontrando algún dato relevante sobre hojas secas. Frío de invierno. Y aún así se posaba en mi hombro algún pájaro y alguna mariposa en mi frente. Locura, el tiempo. Las cien mil imágenes mezcladas en el recuerdo. Y presentadas en los sueños en secuencia inverosímil. Ese río. Aquella casa roja. Toda la ciudad roja. Y el vuelo entre viejos edificios del siglo pasado. Postales en sepia. Y el Kamasutra con imágenes de muerte chiquita. No he buscado definiciones de tiempo. En consecuencia  no las he encontrado. La ansiedad por las ideas sublima y a la vez corroe, como enfermedad terminal

Ícaro

Con el afán de volar, Ícaro se construyó alas de cera. Cuenta la leyenda que no le duraron mucho. Empezó a volar ufano entre valles y montañas. Mas  plenamente satisfecho, quiso más. E ideó llegar mucho más alto. ¿Y por qué no hacia las alturas?, se dijo con el tufo normal a superioridad. Y enfiló su ruta hacia las alturas. Tan pronto se fue acercando al sol, se le derritieron como nieve. ¿Y su limón? Si las hubiera construido de ideas y se afanara en volar con su pensamiento, lo hubiera logrado. Sin duda alguna. Ya lo ves.

Por la puerta

Con la puerta abierta, miro afuera. Luz y sombra, Bullicio. Viento y polvo. Basura arrastrada. Y hojas que caen. Entra tiempo. Fantasmas. De afuera hacia adentro se mira también. El paseante de soslayo logra ver lo que sucede adentro. Una cama en la sala. Una cantina. Y la música que se escucha aún con la puerta cerrada.

Por la ventana

La ventana está cerrada. Un orificio apenas deja pasar algo de luz. Con forma de corazón. Y me asomo. Habitación sin puertas. La música me sostiene. Me asomo y miro oscuridad. No luz. No luz. Y vuelvo la mirada a mi cuarto. Como mi interior. En ese sentir caótico donde las ideas se entrelazan. Y se transforman, construyen caos. Locura entre las ideas e imágenes. La ventana sigue cerrada. Me decido a abrirla. Y entra un rayo fuerte de oscuridad. Donde reconozco sonidos. Imágenes. Decía yo de la música. Del viejo piano. Y de la guitarra que ya no está más.

Utopía

Utopía, ven a sentarte en mi cama. Para que me cuentes un cuento o te lo cuente. De tu trayecto. De tus sueños. Tus pesadillas. De las mordidas que te dan los perros. De las pequeñas alegrías y triunfos. Con las que te sostienes. En esa espera eterna de tu triunfo. Ven, anda. Te contaré de mis anhelos. De ese camino por el que voy entre cardos y espinas. Para cumplir el objetivo generacional. Y no cruzarme de brazos sentado en la acera. Para mirar el paso de la vida. Utopía. En tu nombre se ha alzado el hombre. Erguido. Y también se han cometido estafas. Anda cuéntame de ti. De tus danzas y andanzas. Con esas luces y sombras. Y de los lebreles ciegos que te ladran.

Son ellos

Se han roto los platos. Son ellos. Lo he visto con mis propios ojos. Moderados o exagerados irrumpen en las charlas. Ellos los de siempre. Los que dejan el chicle bajo de la mesa. Los que levantan la mano para opinar. Y los callan luego del discurso redundante improvisado. Los del corazón de roca. Los que dicen que nunca se equivocan. He charlado con ellos en un monólogo interminable. Donde mi oreja se centra en escucharlos. Derrochan ánimo. Sudan opiniones. Son ellos los triunfadores. Y raudos tienen la risa. Son los optimistas inteligentes de al mal tiempo buena cara. Y tienen el techo seguro bajo la lluvia. Ellos han construido una barrera de níquel entre ellos y nosotros. Y tocamos a su puerta para venderles seguros de vida. Que algo dejen a sus herederos en su muerte.

Somos nosotros

Somos nosotros los de la razón. Los buenos, sin duda. Los que tenemos camino en sueños. Visión de futuro. Somos de corazón fuerte. E ideales justos. Somos. Los que no dañamos el río ni atrapamos el pez. Los que no contaminamos. Los que somos respetuosos de la ley. Los de la verdad. Los que sacan la vuelta a la diatriba. Los del cabello húmedo. Del agua para el sediento. Somos nosotros los del acuerdo. Los de la buena nota. Los gallardos del cuadro de honor. Es un decir que me desdigo. Para afirmar. Mas nos aplasta la bota. La bata. El escapulario. Nos aplasta el mercado. Nos sujeta la camisa de fuerza. La moda. La televisión. Nos aplasta la burocracia. La plutocracia. La usura.

Somos los otros

Somos los otros. Entonces somos los otros. Siempre lo hemos sido. Los que llegan tarde a todo. Inclusive al amor. A la amistad no tanto. Nos congraciamos tarde. Llegamos tarde al perdón. Al libro sobre la propiedad privada y la carne. Al alfabeto generacional.Tarde a la fiesta. Al Ágora. Al reparto de pastel. A la reflexión sobre la vida y su origen. Tarde al reparto de metáforas. Entonces somos los otros. Los ninguneados. Los señalados. Hambre y sed. La biblia y el Quijote. El abecedario solo letras. Y la clase de estadística, territorio donde somos números. Apenas algo más que el cero. La universidad queda un poco más allá del olfato. Y la contracultura a cuentagotas. Preguntan: ¿habla un idioma extranjero? Sí, el literario. La respuesta a la pregunta de no sé que idioma es ese. ¿Donde lo hablan? En la alegría del corazón palpitante. Y nos quedamos callados. Tarde a la palabra y al silencio. Entonces tarde era la palabra correcta.

Si por ejemplo el azar

Si por ejemplo el azar cumple en ese sentido. De las coincidencias. De tiempo y modo. Y lugar. Por supuesto. Un parque. Un súper. O la esquina cualquiera. Y esa mirada muy propia cruza el instante como rayo y se encuentra con otra mirada. Etcétera. Complementarias, por decirlo así. Ha sucedido entonces el milagro. Y a partir de allí. Como uniendo el pasado. Con ese improbable futuro. Solo en sueños. Si acaso. Mas el presente combinado al azar hicieron el milagro. Entonces brota el poema. Como una flor rara, bella.

La causa de las causas

Me pierdo en diatribas. Y aseveraciones insulsas. Y de mala fe. Se agota nuestro tiempo. La pobreza sigue. Un niño se asoma a los juguetes del aparador. Un hombre y su esposa buscan comida en la basura. Los niños brincan entre la basura buscando valor. Suben los precios. Crece el número de presos. Los autos contaminan. Me pierdo. Ezra Pound lo dijo en uno de sus cantos. Marx no es leído. Poco leído. El Quijote está con nosotros.

Gracias

Gracias. Por todo. El aire y el olor a flor. Por los gatos que no procuro. Y los perros leales. Por la palabra y el encuentro. Donde vamos café. Por el cuaderno y las imágenes. Ese encuentro feliz. Por el camino estrecho y el amplio y saber la diferencia. Navegado hemos en nubes de esperanza. Y tocamos cielo. Gracias. Por la mirada furtiva y los motores. Nada ha sido en vano. Manzanero y Alvaro Carrillo. Motivos. Geranios. Rosas. Lagrimas. Matematicas y olas. Las telas y perfumes. El viaje. No olvido el viaje donde discutimos sobre filosofías. Orígenes y destino. Y no perdimos  paciencia. Gracias por esta maravilla de vida. Y el dulce sabor que me dejas al caer la noche. Del deber cumplido. No está demás dar gracias por el tabaco y café. Y los versos. Y besos.

Predicciones

Esa luz no lo será más. Ni esa oscuridad. Antes del fin habrá un nuevo comienzo. Distinto. Destino al que aspiramos. En ese afán desmedido por perder tiempo en asuntos baladíes. Entre nubes y horizonte. Confluirán las miradas y el guiño. Las nuevas ideas serán de transición entre la vida y la muerte. Entre realidad y fortuna. El amor será el sueño anhelado. Como el camino que se construye sin ladrillos. NI piedras o cemento. El peso será relativo a la sonrisa de nuevo. Y las buenas intenciones. El oráculo de Delfos u otro será una referencia para nada parecido. Mitos y leyendas tendrá todo lo relativo a pájaros. Por lo que significa en símbolos. La músico y los libros irán incluidos. No habrá créditos ni réditos. La utopía realizada. Fin de novela. Mientras tanto, la vida. Esta, en el presente sin límite. Perfume de gardenia. Canción.

Una flor

Una flor, de la causa, la quimera. El innegable hecho de estar como si nada instalada en la belleza. En el verso antiguo, la vieja palabra. En la solapa del saco. Y en el libro, seca. En el oráculo donde se busca saber del destino que no se sabe. Y la flor de la razón, maravillosa. Yo admiro la flor de circunstancia. La que el tiempo limita su existencia. La acabas de admirar. Y en el parpadeo ya está seca. Como volver a empezar.

Me gusta

Me gusta el viento. Me gusta la fotografía. La música. La poesía. Me gustan los libros. Me gusta la luz. El lápiz. La playa. Me gusta el pan. Me gusta lo dulce. Me gustan las palabras. La sonrisa. Me gusta correr. Me gustan las películas. El arte en general. Me gusta la lluvia. El resplandor. Las estrellas.

Luciérnaga

Entre la oscuridad plena la luciérnaga evoca ese brillo necesario en el manto de tribulaciones.

En lo posible se tú

En  lo posible se tú. Inclusive si los gatos marcan otra ruta. Gatos negros, refiero. Los perros ladran casi ya para morder. Si las circunstancias parecen o son adversas, se tú. Es cierto, lloverá con rayos y truenos. Te señalarán para hacerte retroceder. Y te endilgarán cosas a tu nombre, para frenarte. Y que renuncies a tus sueños. Pero se tú. Si ese ser tú es acobardarse, entonces adelante. Si retrocedes no por miedo, sino por estrategia, adelante. Las palabras cabalgarán en tu mente como caballos briosos. Y te empujarán a decir o escribir. Preciso por eso seas tú. En las circunstancias que fuere. A donde llegues se tú.

Los recuerdos

Pequeñas cosas son los recuerdos. Anclas ligeras del pasado. Donde nos reconocemos. Y seguimos la pista de lo que fuimos para ser hoy. Reímos. Y a veces una lágrima de alegría o tristeza se asoma.  Miro por ejemplo fotos tuyas de haces años. Y me refiero (en el tuyas) a varios de ustedes. Hermanos y amigos. Aunque sea redundante. Fuimos y somos representados hoy por esa alquimia en imagen. que celosos guardamos en el baúl. O en la memoria Usb. Chicos sonrientes que pretendíamos asomarnos al futuro.  Para saber lo que nunca supimos antes. Sino en el preciso instante de lo que sucede. Y nos tragamos el mar de un solo trago. Y lo volvimos a crear. En esa imaginación de muchachos. Y en los sueños donde nos soñamos felices. Yo os los abrazo. Porque me siento fuerte con esos recuerdos de ustedes. Y cuando me hacen saber como hoy que me recuerdan. Los recuerdos son como locomotoras silenciosas que van en los rieles suaves de nuestro yo.
Cantan los pájaros. Y el nuevo día se desliza entre la neblina. Como esperando el sol o abril. Y es noviembre. El otoño se ha dejado sentir con nostalgia y frío leve. Mucha humedad. Y libros. Como para aprender del centro de la tierra y luna. Y buscar más elementos para saber lo que exactamente somos. Entre las razones del ser. Entre las palabras y los hechos. La ética en la modernidad. Y el azar del destino. Cantan los pájaros. Y me despiertan. Fiesta nacional. Con esa algarabía de saberse eco y viento. Y sintiendo que el futuro va llegando en este presente perpetuo. Hasta que venga el alto. Buen día, canarios y calandrias. A cantar por la vida. Que no hay mejor razón que la existencia misma. Y el amor. Y la amistad.Y las palabras dichas o por decir.

Vayan y pregonen

Difundir lo incierto. Lo que creemos. A diferencia de los otros. Aunque seamos los otros. Vayan y pregonen. Necesario construir la paz y el pensamiento del niño. Es en defensa propia. Es en legítima defensa social. Es necesario. Pregonar las palabras y la paz. Pregonar la felicidad. Hacerlo con respeto. Y usar las redes. Las teleconferencias. Hacer política por lo humano. Satisfechos con las palabras. Escribo sin destinatario específico. Sin nombres propios. Para el lector. Para los pocos lectores. La felicidad es una imagen bella. Que nos oigan los que oyen. Que nos miren los que ven. Así ir. No vayan. No pregonen. Sean ejemplo. Pregonen acaso hacia su interior. Hacia ustedes mismos.

Para escribir

Para escribir en este instante tenía ya una frase hecha que llegó de pronto. Y mientras quitaba de la estufa mi café, se fue. Y trato que vuelva haciendo memoria. Y nada. Doy los primeros tragos al café. Mientras Buika canta Cruz de olvido, con eso de me moriré de hastío. Así me ha pasado a veces. Confiado que la frase como mariposa quede por minutos en la flor de la punta de los labios, y que me esperará hasta que esté de nuevo aquí como ahora. Buen domingo. Para escribir necesito una punta de madeja. Mínimo.

Espina de pescado

Otoño. Sueños. Sabroso el pescado. Espina atravesada. Risa y charla al por mayor. Los sueños, los grandes sueños. El futuro. Y se atraviesa en el destino la espina. Sabroso el pescado. Y en los sueños viaja la espina desde la garganta al estómago. Y estudios. Ultrasonidos. Y lámpara con especialista. No se localiza el objeto extraño. Infección. Agonía y muerte. Luego el sepelio. Y te miras allí inerte. Tantos sueños cumplidos en la recopilación de imágenes. Entre vicisitudes y triunfos, la vida. Los sueños van así. El dolor provocado con las uñas surte efecto. Y es real el sueño. Como todo buen sueño. Despiertas y buscas ayuda profesional. Y en efecto: ultrasonido. Dolor al tragar. Y las recomendaciones de amigos: plátano o bollo de pan para que la empuje. esa condenada espina. ¿Y si se entierra más? No se le puede atender ahora. Hasta mañana. Dice la bella doctora. Ni modo. Vamos a los tacos. Y cada bocado con la ilusión de evitar todo lo revelado en sueños. Pastor. Ojo. Seso. Asada.

Lo que la usura se llevó

Lo que usura -causa de las causas- se llevó. Algo por allí de precio. No los sueños, por supuesto. Estos son de valor. Algunas cosas de afecto. Mas los libros están intactos. Ni uno solo falta de ellos. El reloj no es el tiempo. La posibilidad de fuego permanece. La pluma fuente no está más. Las palabras que dan sentido a la escritura y la imaginación siguen fiel en su lugar móvil. Los cuadernos con apuntes. Los guantes de piel de cabra. Los discos. No el tocadiscos. La música queda. El rumor del agua. Y ese verde alrededor. Las nubes. Hice inventario de los sueños y los libros. Todo sigue. Todo permanece. Mas la posibilidad de la utopía.

Dios está en todas partes

Incrédulo. Mas Dios está en todas partes. Dirás no verlo. Mas ese discernimiento es Dios. En la lógica. En la hoja seca. Las pequeñas cosas. En el ojo de buey que mira todo. Sobretodo el pasto verde alto. Dios aquí, en todo lugar. La pajarita lleva pasto a su cachorro. Se elevan oraciones. Todo cambia para mejor. El poema declama la niña y hace reír. Y el gato ronronea en la tarde. Yo tomo un caliente café. Por si las moscas. Y el pastel de fresa queda a la deriva.Y en el cine la película no importa. Subimos escaleras para ver desde lo alto. Mas el edificio ha desaparecido. Te llamas de este modo y de otro. Corres para cumplir. Un anciano busca algo de valor en la basura. Y el neón nubla los ojos. El pez y el libro. Algo queda de razón. Sin embargo.  Dentro y fuera de mi. La rosa florece. Y volvemos a empezar.

Punto de vista

Vi la foto de hoy quien hace 40 años coincidimos. Conserva la misma frescura y mirada. El guiño al interior. Y con seguridad de andar a tientas. Fósforo encendido o luciérnagas. Los sueños aterrizado en nubes de nostalgia. Lectura obligada de novelas sin fin. La foto sepia o blanco y negro. Los niños preguntan. ¿Y esos quienes son? Contesta el más grande: son los bisabuelos.

Ella

Ella es una estrella. Rima. Rutilante y oscura. Depende la ocasión. Y camina con afán de ser y estar. Como todo ser en juicio. De saber de la vida, y nada. La filosofía le es ajena. Sin pena. El reloj es la medida de su tiempo. Un reno es el escudo. Y bisonte, si habla de historia. Mas la histeria le define. Con plástico. Y es el pronombre del cincuenta más uno en género de las palabras: la sala, mesa, casa. Mayor. Como las canciones. De fiesta o pena. De esa calandria canta en la rama. Ella no lo sabe. Cabe en un libro o poema. Y guiña por acto reflejo. Vuela hacia atrás. Y la recuerdas en Itaca. O la buscas en El Dorado. Y es una sirena que canta. Y ríe. Es flor de un día. ¿Acaso soy yo? pregunta. Y cabe nostalgia y melancolía. Si se habla en pasado. Se conjugan los tiempos. El reloj marca las horas. Y llega el instante final. Para volver a comenzar. Mas es también futuro. En este largo peregrinar. Ella fue una estrella fugaz. Como lo efímero de la vida. Nacen. Crecen. Y se la pasan

Él

Él. El otro. Ese que deambula sin conciencia. El que calla sin razón y habla igual. Mirando en la frontera de la nariz. Y escuchando el canto de las sirenas. Despistado. Ninguneado. Con la culpa por ser feliz. Navega con ciertas banderas. Y cada cual usa para la ocasión. Convenenciero. Éspecielista en el decir mas no en el hacer. Tira la toalla vencido. Y no sabe ganar. Especialista en sentirse superior aún cuando le toca perder. Pregona la paz. Y su guerra interna le suele acabar. Él. El otro. Ese que va allí acompañado con mi propia sombra. La carta del destino suele esconder. Para ver si de milagro el cambio le puede beneficiar. En descargo se puede decir que él se confunde con el yo. Y le hago señas desde la misma acera.

Mi voz

Mi voz sale por la calle. Como para hacer publicidad. Recorre barrios y mercados. Y se va por el camino polvoso del sur. Mi voz queda atrapada a veces por entre las hojas secas. Y allí se queda en silencio. Para no molestar oídos castos. Ha dado muestras de ser feliz. Y en sueños se hace presente. Mi voz es mi pensamiento. Lo que acabo de contar. Y canta. Solo por no dejar. Leva mi voz señales del origen.

Yo

El ego asegura: el yo es el más importante. Y tiene razón. Único e irrepetible. ¿Qué es el yo?, pregunta un alumno en la clase de filosofía? El maestro se hace el distraído. Y pregunta: ¿Quién hizo la pregunta? Yo, fue la respuesta. Precisamente, ese es el yo. La seguridad de saber el origen de los discursos e ideas. Las cartas mismas del tesoro. La primera persona que redacta, publica. Y/o lee. Narciso en todo caso es el titular. Y el espejo es el reflejo del tigre ante el espejo mismo. Y el enojo hace desaparecer por vuelo lo relacionado con. O precisamente por eso. Yo. Yo soy el que escribe. Soy el canto y la fotografía. Soy la flor revelada. Y el aire que acaricia la piel. Soy miel y hierl. Soy la música que refleja fiel el pensamiento de hombre y mujer. Yo soy el más grande, el mejor.

Ellos

Ellos nos miran fiero Y están en la acera de enfrente con el puño cerrado, con la palabra fiera. Y con el índice nos señalan. Nos lanzan rayos con la mirada.  Son los equivocados, los mentirosos, los desleales. Los que toman el azadón siempre para que sea todo para ellos. Los que tratan de entrar primero o hacer trampa en la cola. Ellos son los que no tienen palabra. Navegan con cara de tontos. Y escriben textos confusos. Sin el orden lógico de los enunciados. Repetitivos.  Son extraños. De costumbres de otras tierras. Los que no tienen sueños de futuro. Ni se preparan para lo que viene. Los que queman libros. Y llenan los cines con el parloteo de quien no sabe de historia. Ellos nos enseñan lo que no debemos hacer nosotros. Y para ellos nosotros somos ellos.

Nosotros

Nosotros. Me incluyo y les incluyo. Con las diferencias en sueños y visiones. Alertas siempre en el cuidado de la mirada. Y el guiño, sin dudarlo. Y con las palabras donde la primera es el nosotros en cualquier discurso necesario. Conscientes que el nosotros predomina por sobre el yo. Sobre el tú y el yo va el nosotros. A plenitud y en conciencia. Generaciones de campesinos, obreros y estibadores. Sin y con conciencia de clase. Sin lúmenes los lúmpen. Y se requiere de luz. En la bola de los cuerdos o locos encienden la mecha. Y sus arengas juegan al futuro. Nosotros nos damos la mano. Y concurrimos a la cita de la historia. Palabra a palabra con datos perdidos como eslabones que faltan. Y la tuerca se acomoda o desacomoda. Y el tornillo está flojo o falta en la cabeza de los otros. Y nuestra cabeza tiene como universo los sueños que soñamos en disfrute pleno. Nosotros. Los de entonces. Seguimos siendo los mismos.

Tú. Segunda del singular. La que me confronta en palabras e ideas. La que me enseñaste el camino por una ruta distinta. La que me mostró las primeras vocales y palabras. Por eso tú eres insustituible. La que puso el hombro y pecho para ayudarme en las tribulaciones. La que me enseñó a sonreír y abrazar. La de las oraciones completas, complejas y complementarias. Nada he hecho solo. Siempre partiendo de sí. Se complementa con la segunda persona. Somos entes sociales. Tú. La persona del café y de los libros. La del motivo y las motivaciones. La que empero y sobretodo. La que espero por sobretodo. No tengo más que dar. Que a veces textos o té. O café con el sabor del amor y la amistad. Y esas canciones que voy armando para ver si las canto. La luna. El ocaso. Las cosas pequeñas que nos deslumbran. Tú. No escribo nombre especial. Por todo lo que significa la segunda persona. Si logro despertar motivo. O empatía. Esa segunda persona soy yo para el otro, el yo externo, que en efecto no soy y

58

Hace ya 58 que he nacido. De Leonor y Juan. Hay acta de lugar: H. Mi Matamoros querido. En este devenir suena el acordeón con canciones de otras épocas. Son 58 la edad. En ese juego de los números balsámicos. Tienes café caliente y collar luminoso que construyen con palabras los amigos. Al decir de las pequeñas cosas: discos, libros. Y ese palpitar del corazón con ánimo de caminar por el sendero. Y salgan escamas con la experiencia. Con el ímpetu de hacer camino y encontrar como gambusino pepitas de felicidad. Con resorte a sonrisas. Oh, Capitán, my captain. Derrotas acumuladas en variación de sustancia biográfica. Vocación que templa el alma como el acero. Y en sueños aventuras de mar y guerras floridas de palabras. Para hacer la revolución como se hace el amor. Y correr tras la utopía que mordiscos daba el hambre de justicia social. Y la utopía, incólume. Hambre de palabras. De dar sentido a esta existencia por donde buscas el origen. Como aquella vez por un sendero que se bifurc

No oyes

No oyes. No me oyes. Porque estás en el limbo, penumbra que no se entiende. Yo miro por ejemplo los gusanos y hormigas que recorren tu piel y la mía. Como si fueran letras en palabras que nos recorren. Pecesillos de asfalto y sangre. Que hacen referencia a nuestro origen de agua. Perseverantes mutaciones poéticas y mágicas. Como si nada debiera tener explicación. Porque además no oyes. No oyes.

Día del libro

Hasta la cocina. Allí entre el barullo del invierno. Mi madre preguntaba sobre lo que leía. Y eran los libros primeros de la escuela. En blanco y negro. Con historias de otros pueblos. Comprendíamos las palabras. La novedad con sus imágenes. Remontamos a otras geografías. Una loba amamanta con leche tibia a Rómulo y Remo. O la lámpara maravillosa de Aladino. O el prodigioso miligramo de JJ Arreola. Luego ese pesado libro de Español con sus lecturas en secundaria. Allí se escondían los guiños de Leon Felipe, Machado y Espronceda. Y más en la Normal los ligeros libros de filosofía. Y el Poema XX. O el poema pedagógico de Makarenko. Para rompernos la cabeza y corazón con revoluciones en uno mismo. Sobre el ser y la nada; el qué de la vida y su destino. La cosa en sí. La realidad en sí. Y largos etcéteras que nos hacían reír nerviosos por incomprensibles. Hasta que los sentimos pomada para los dolores del día. Bálsamo del alma. Ahora solo las gracias. Por ser lo que somos por las páginas l

Día del cartero

A su espera en esos años. Por las cartas de amor y amistad. Escritas con tinta perfumada. A eso de las 10 de la mañana pasaba por el callejón. Con su silbato inconfundible nos transmitía la emoción. Y ver sacar de su valija de cuero el esperado sobre y con nombre propio especial. O las cartas a mi padre o madre de sus familiares del Bajío. O del indiferente Norte de quienes andaban por allá. Y la tristeza de verlo pasar de largo cuando no volvió la golondrina de Becqer para hacer su verano en mi corazón. Ahora pasa y deja cartas comerciales para recordarnos pagos olvidados a la usura.

Víspera del 58

La víspera corriendo veloz para llegar a los sesenta. Desde el cristal de los cincuenta y ocho. Festivo aún con las canciones de esos Sabina y Serrat. . Reír y cantar. Revisando el émbolo de la felicidad que haga saltar como la rana azul de los cuentos. Y caminar por la avenida principal trastocando la flauta aquella de Hamelin. Con el compás de espera suficiente y con el pantalón azul desteñido. Contrito por la paz que muerden los lebreles. Lo mismo que a utopías galopantes. Como el arribo del viejo a la playa de la Habana, con el esqueleto del pez que fue. Tráeme la guitarra. El libro. Los datos. El acta. las referencias y sin cartas de buena conducta. Entre venadito y puerco espín. Dispuesto a sacrificar el tiempo libre por el amor y la amistad. Amante de las pastorelas y de la limonada. Y con cierta salud mental propia  para el delirio que precisa y propicia. Abracadabra: salud y paz con luz de luciérnaga.

Por el tobogán del recuerdo

Hay días que se presenta todo en avalancha. Como si de pronto la conciencia dictara conferencia sobre lo que somos. Y concluyo que somos la memoria que habitamos. Y entonces la nostalgia quiere apoderarse de mi tiempo. Y caen las hojas del otoño. Yo simplemente escribo que lo que mis ojos vieron. Aún en sueños. Y entre sueños nado por el pasado luminoso. Por el tobogán del recuerdo.

Boca

Boca. La de tus manos y pensamiento. La que promete paraísos fiscales y carnales. La encarnada en carmesí. Por donde aparecen como magia las palabras. Que se remonta a los primeros sonidos. Y que enlaza con el corazón. La que ofrece sueños terrenales. Al fin el arribo a puerto solaz. He aquí las cartas de juego. Entre ellas la esperanza y el amor. Vendimia de favores a la espera de mejores clientes. Los de la poesía en belleza de mundo. He aquí leyendas gitanas y andaluzas. Desde el desierto de Sahara hasta Punta del este. En el corazón. Las tardes por ejemplo, nos sentamos a descansar bajo el follaje. Y enfocamos la mirada al pasado. Por lo que fuimos. Por lo que más no seremos. Y escribimos la palabra fin en la tierra. Para volver a empezar.

La nariz

La nariz. Odio. Me mete en líos al confundir aromas. Y se mete en cosas que no le importan. Hasta las narices metió usted, me dicen galopantes por altoparlantes. Aunque sirva de medida de triunfo cerrado: por una nariz. Que si ha de ser grande o pequeña, no se dice. Odio. Por los líos. Husmea soledades y balcones. Brusca en recámaras busca tiernas oquedades. Como salvar la humedad del río. Y de verso en verso se escapa. Y da aliento a las hojas secas cuando lloran solas en los parques. Y a pájaros hace volar. Esta nariz me estorba y da vida. Por ella vivo y canto. Por ella inspiro y suspiro. Radar de humedades nocturnas.

De paso

Efímeros. En la variedad de comejenes que sirva al ataúd. . Si al caso fuera necesario dar explicaciones. De paso. Todos venimos de paso. Como si la existencia real en fotografía no existiera. O creáramos la nueva historieta entre metáforas y pies en la tierra. Y el sepia fuera el color definitivo. De paso el ruiseñor con su canto. Y de paso la ola anterior que se renueva en otra. Efímero en la cuita. Y el trastorno por vivir. De paso la palabra pronunciada en altavoz o entre dientes. Ese rostro aparece una vez más en tantos años. Un suspiro se transmite entre generaciones. Me duermo esta noche en la mortaja. Rojo bermejo y azul de cielo. Los colores del adiós. He quemado la carta con papel perfumado. Y las cenizas se confunden con el polvo de los muebles. Por aquí andamos otra vez.

Ojo

Ojo puesto en la viga. Y en la paja. Por no dejar. Si acaso el azar se definiera por las cartas. O de que ya no es necesario. Y allí las duda. Dame tres de ojo. Y te das cuentas que construimos por razones distintas. Ojo grandilocuente. Resplandor de luz. Visor de similitudes en rutina. El camello ha pasado por el ojo de la aguja.

Panóptica

Tocar la puerta y entrar allí. Donde el aire suave precipita el ímpetu. La poesía se vuelve ligera y nos hace volar. Las palabras, eslabones de la conciencia. El color blanco domina y refleja la luz disponible. Ladran los perros a la luna. ¿No los oyes? Él amanecer, distante. Mientras tanto la penumbra. Están los libros adorados. Sueñas. Y el vértigo regresa. La montaña rusa fuera de sus rieles. Y las comparaciones vuelven a la realidad. El reloj está detenido en la hora precisa de la muerte. La orden es seguir escribiendo. El destino se cumple. De un sueño se pasa a otro. Y a otro. Al infinito. Pasan el documento para firma. Se firma con los signos de siempre. Nadie mira nada. Todo bajo observación. Escribe. Veo todo el panorama. Ustedes no me ven. Las llaves quedan a la vuelta de la esquina.

Un fosforito

Encontré en el camino un fosforito. Estaba encendido. Se le desprendía una flama lo mismo pequeña proporcional a su tamaño. Y alumbraba como una luciérnaga al oscurecer. El aire bamboleaba la flama. Y me le acerqué para protegerlo con las palmas. Veía en él la imagen de la vida de los individuos. Comburente, combustible que de a poco a poco se va consumiendo. Yo veía la flama entre azulosa y naranja. Su resplendor no llegaba a diez centímetros de distancia. Conforme oscurecía se notaba más. Y sentí aprecio por ese pequeño espectáculo. De pronto las sombras de la noche nos cubrieron a plenitud. Y el fósforo se fue consumiendo de a poquito. Finalmente se apagó. Como la vida misma.

Cerca del agua

Me viene bien la madrugada. Esas ausencias de luz. Y el silencio a plenitud. Yo me mantengo cerca del agua. Entra las idas y el retorno. Cerca del agua es estar vibrante. Olvido el olvido. Y esa humedad transparente que nos transporta. Somos agua, humedad que canta.

Celebración

Celebro la vida. La nuestra. La de todos. Con ese alud de acontecimientos diarios. En los que quizá no reparamos. Porque son asuntos pequeños. Sencillos. Pequeñas cosas. Celebró la salud y los sueños. La divagación del pensamiento. Vamos cantando por el camino de polvo y humedad. Esos rostros en el recuerdo celebro. Y los que están y son. La risa y el guiño. Saludo y celebro la vida de quienes no conozco. Cercanos o lejanos. La vida del artista, del campesino y obrero.Y de quienes conozco. Celebro el vino chileno, dulzón o seco. El libro y los poemas. La charla y las metáforas.  Todo debe ser celebrar. Ese saludo risueño. El abrazo de los amigos. Los sonidos del pasado. Ayer me bañé en el río que al instante era otro. Vi disparar flechas a la luna de octubre. Celebro el rito y el rostro del ángel. Los viajes alucinantes de Poe. Virgilio. Homero. Pound. Borges. Rulfo. Celebro a los sacerdotes del silencio. Y a los de la palabra. La vida de los pájaros y de las mariposas. La vida toda. A

Para Luis Alberto Chávez Fócil, ínclito escritor

Ha muerto un gallardo escritor Dios lo libere de juicio que no tiene este gran varón la buena intención de contar lo que un día fui testigo y aquí les voy a relatar: La huesuda divertida escuchó la vacilada hecha a colega en Tuxtepec, al decirle el extinto chavez que frijol no sabe lo qué es A otras con ese cuento; si de niño hemos comido de esa gran leguminosa Se que cuidas la línea bien y el despiste sea por eso aunque la comas al cien. Mejor ponte a escribir y no me quieras vacilar porque te voy a llevar a donde estés, Chávez, mejor: en mi casa calientito Y chuparás mis huesitos ya no tengo más frijol se ha terminado el saco. Y no es albur, no te creas aunque flaca me veas no vacilo ni echo versos pero el amor sé hacer bien mi tabasqueño adorado mejor vente a este lado para gozar de la vida y me des la acometida de leer tus calaveras que entre mentiras y veras has sabido pergueñar magistralmente hablando bien. Vente, no sigas penando mi santo

Luna de noviembre

Clara y bella, mi luna de noviembre. Tanto o más que la de octubre. Y en espera de su canción. O unos versos. Ya verás. Que algún trovador encontrará. Tiempo y modo. Para dejar constancia. De tu esplendor. Luna llena, las manos se enlazan también. Y fijan los ojos tocados por Cupido. Los corazones por ti iluminados. Alborozan. Haz, luna, de escucharme bien. En este temblor de voz. Para pedir una canción en tu nombre. Y en estas noches de noviembre -que no de octubre- sea tu marco de fotografía el beso. De los amantes que estaban separados. Por continentes y fronteras. Por religiones y silencios. Por montañas o río. Entre tiempo de generaciones. En ese coincidir con luz de ti, luna. Este mes, este día. Luna de noviembre.

Algarabía

La risa lo explica todo. La carcajada a plenitud. Y el caminar callado. Mas pensando. Con la emoción de la vida. Algarabía por la fiesta interior. Con esa medida del tiempo. Que abate. De a poco. En la conciencia plena. Por ese brindis callado. Y con el pensamiento en permanente enlace con la amistad y el amor. En soliloquio. si lo prefieres así. Templado el espíritu. Con esos libros que fueron danza de la palabra y la imaginación. En ese tomarnos las manos. Y la mirada al frente. Orgulloso del mito en que nos hemos convertido. Hacedores de mitos. Vuela el ángel. Mirar luz entre tanta neblina. Rayos de luz se cuelan. Algarabía por el instante de vida. Que la felicidad son instantes. Y a veces consecutivos. Algarabía por la sal y lo dulce. Por el martillo y la hoz. El aire libre.

Busco un nombre

Busco un nombre que no encuentro. Entre flores y espinas. Bajo de las piedras. Adherido a una nube. Un nombre que acomode mis recuerdos y les dé orden. Un nombre sonoro y cuerdo. Simétrico. Alunado. De esos que son bien portados y equilibrados. Un nombre propio. Que recuerde agua y cercanía. Uno que convoque al amor y las sonrisas. Que forme parte de un guion para película. Un nombre que convoque a los dioses en asamblea. Y que de cuerda al reloj de la sala. Ese nombre al escucharlo traerá miles de imágenes. Repartidas en ciudades y habitaciones discretas. Un nombre vegetal y onírico. Busco un nombre que te nombre.

Tributo a la nada

Nada. Vacío pleno. Ni gravedad con su magna e inocente fuerza. Ni los sueños de pasado o futuro. Un limbo donde no existimos. No somos. No estamos. Ni sucedió lo que me cuentas y cuento. Ese extraño encantamiento con luces sibilinas y canto de sirenas. Nada. Extraño es suponerlo. Y mentir historias que nunca sucedieron. Ni ese compartir de sueños. Espacio sideral de todos los sucesos inexistentes. Ni cartas escritas con odas al vacío y lanzadas al mar por si las dudas. Anhelos de viaje. Suspiros por la azul nostalgia de recordar lo que nunca sucedió. Es extraño escribir sobre la nada. Cuando ya no estemos. Crónicas de la nada. Libros vacíos. Joyas de metal barato. Pedrería de ornato. Nada que sirva para levantar castillos en el aire. Nada. Vacío. Cuencas donde estaban ojos.

Sentidos

El imperio de la piel. Y a mar tendido, las explicaciones del caso. Estar o no, no es el punto. En todo caso liberar la perspectiva del hecho concreto. Entonceslal abigarrada suma de lo que existe en virtual Y el juego solemne de los gallos. A planear la noche es la circunstancia en la crónica de los días.

Llega la hora

La fecha de los plazos llega. Todo tiempo tiene su momento y ritual. Escribo a veces autobiografía. Allí el barro, soplo de aire, el caminar y finalmente el polvo. Que lo eres y en ello te convertirás. Precisó por eso. En la chispa de la vida. Reír aún. Contracorriente. Dirimir lo dirigible y cantar para dejar huella de la alegría por la vida. La hora del día y la noche. Con los afanes propios. Siembra y siega. Y saborear lo dulce diferenciado de lo amargo. Hemos vivido. Y seguimos en la hor presente. Con vivas y tonos. Aún con repeticiones de temas. Como volver a empezar. Confieso. Trato de contar mi rompo. Oportunidad de oro. Sal para sabor y ajo. La fecha de los plazos llega. La promesa ha de cumplirse.

Estamos a mano

A mano. Estamos a mano. Un balance perfecto entre la vida y la muerte. Ahora que te vas y vuelves, sin esos rencores de amores viejos. En despecho, la muerte quedó seria. Sus huesos se le veían más delgados. Y algo escurridos. Te he dado vida, me dice en chantaje. Al no llevarte como era el plan. Si me llevas muero, y no me tendrás, le respondo. Como no sabiendo qué decir. A mano quedamos en el lance. Teniendo el rostro distinto al que yo amaba, hoy la vi. Y no fue casualidad. Es dos de noviembre, en la oportunidad. Te quedas allí, sentencio. Por otros años más, mientras te pueda olvidar, me dijo entre dolida y serena. Yo recuerdo sus huesos salidos de cadera. En esa flaquedad. Y los cantos de sirena, en ruta al mar. Yo traía la flauta de Hamelin. Que empecé a tocar. Y nos empezamos a ver de una manera elocuente y regular. Entre versos y veras la muerte ha sido invitada especial a mi vida. Galana con la que bailo el vals de la vida. Y no era el plan enamorar. Mas ella de mí, Cupido ati
La bella catrina pensó filosóficamente. Si era necesario acabar con la vida para que reine la muerte. Y leyó tratados filosóficos. Sobre preguntas que los vivos se hacen: el qué soy, para qué existo, de dónde vengo, a dónde voy. Y se quebró la cabeza de tanto pensar y pensar. Al fin se dio cuenta sin tantos aspavientos. Que es indisoluble la relación que tiene con la vida. Dos caras de moneda, concluyó. Y así anda. Alegre pelando los dientes. Y dicen que tiene pretendientes. Que acabar quieren con ella. Por bella, responde sensual. Es la envidia que corroe. Quieren chupar mis huesitos. Y va dicharachera. Por los caminos del sur. Acercándose al sureste. Yo la quiero casar con la buena fortuna. Para que se olvide de nosotros. Y nos deje en la vida otros añitos más. Pero ella es socarrona. Y cuenta se da de lo que quiero. Y me deja ser porque no la evito. Al contrario, de vez en cuando le doy besitos. Y ella se deja querer. Mientras tanto vengan los tamalitos. Que en su honor prepara la g

La muerte

Escribo sobre vida. La muerte está presente. Y me mira, con desdén. Yo le miro de soslayo. Como decir en qué momento me llevas. Y a la espera disoluta, si esa hija de Calcuta, conmigo quiere cargar. Mientras tanto a vivir. Que vida solo tenemos una. Y esperanza ninguna de volver a vivir. Por eso entierra el odio, y esas sensaciones, de andar haciendo mal con la sonrisa y el guiño. Y que todo niño aprenda a bien vivir. Ama en ves de amén. Ora en vez de oro. Y abraza las veces que puedas. Que la muerte tiene fecha específica para cada uno de nosotros. Yo la enamoro, para que me deje otros días o semanas. Para andar en estos caminos de sol y polvo. Y seguir con las palabras y sueños. Mientras tanto me tomo un café con amigos. En este Día de muertos.

Otras pequeñas cosas

Vibra el corazón a la intemperie. Por vivir sin pensar en correlación de fuerzas. Apenas minado por el tiempo. Y a fuerza de la emoción por las pequeñas cosas. En el camino flores silvestres y cantos de pájaros sin nombre. Y el saludo o guiño. O esa palabra de buen día acompañada por la sonrisa plena. O en esos shoping de segunda mano. Cada pieza lleva una historia personal de buen trato. Que la usura orilla  a la necesidad de obtener ese céntimo disminuido. Mas encuentra su destino en manos bondadosas. Y el equilibrio entre lo que fue y será. Mientras escribo tomo un café. Y escucho a dos señores. En esa hermandad de la música. Y en la dicha de ser eternos en grabaciones de años con foto en sepia o blanco y negro. Con sonido pegado al corazón.  Al decir de la canción. Uno se cree que los mató el tiempo el tiempo y la ausencia. Y la aguja desgrana sonido a sonido resguardado en vinilo para escuchar las pequeñas cosas. Serrat-Viglietti.