Tú. Segunda del singular. La que me confronta en palabras e ideas. La que me enseñaste el camino por una ruta distinta. La que me mostró las primeras vocales y palabras. Por eso tú eres insustituible. La que puso el hombro y pecho para ayudarme en las tribulaciones. La que me enseñó a sonreír y abrazar. La de las oraciones completas, complejas y complementarias. Nada he hecho solo. Siempre partiendo de sí. Se complementa con la segunda persona. Somos entes sociales. Tú. La persona del café y de los libros. La del motivo y las motivaciones. La que empero y sobretodo. La que espero por sobretodo. No tengo más que dar. Que a veces textos o té. O café con el sabor del amor y la amistad. Y esas canciones que voy armando para ver si las canto. La luna. El ocaso. Las cosas pequeñas que nos deslumbran. Tú. No escribo nombre especial. Por todo lo que significa la segunda persona. Si logro despertar motivo. O empatía. Esa segunda persona soy yo para el otro, el yo externo, que en efecto no soy yo. Sino tú.

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