Estamos a mano

A mano. Estamos a mano. Un balance perfecto entre la vida y la muerte. Ahora que te vas y vuelves, sin esos rencores de amores viejos. En despecho, la muerte quedó seria. Sus huesos se le veían más delgados. Y algo escurridos. Te he dado vida, me dice en chantaje. Al no llevarte como era el plan. Si me llevas muero, y no me tendrás, le respondo. Como no sabiendo qué decir. A mano quedamos en el lance. Teniendo el rostro distinto al que yo amaba, hoy la vi. Y no fue casualidad. Es dos de noviembre, en la oportunidad. Te quedas allí, sentencio. Por otros años más, mientras te pueda olvidar, me dijo entre dolida y serena. Yo recuerdo sus huesos salidos de cadera. En esa flaquedad. Y los cantos de sirena, en ruta al mar. Yo traía la flauta de Hamelin. Que empecé a tocar. Y nos empezamos a ver de una manera elocuente y regular. Entre versos y veras la muerte ha sido invitada especial a mi vida. Galana con la que bailo el vals de la vida. Y no era el plan enamorar. Mas ella de mí, Cupido atinó. Y me deja seguir en la vida. A mano. Nada me debes. Nada te debo. Estamos en paz. Y se fue. En un suspiro y adiós. Y volverá, sin prometer.

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