La bella catrina pensó filosóficamente. Si era necesario acabar con la vida para que reine la muerte. Y leyó tratados filosóficos. Sobre preguntas que los vivos se hacen: el qué soy, para qué existo, de dónde vengo, a dónde voy. Y se quebró la cabeza de tanto pensar y pensar. Al fin se dio cuenta sin tantos aspavientos. Que es indisoluble la relación que tiene con la vida. Dos caras de moneda, concluyó. Y así anda. Alegre pelando los dientes. Y dicen que tiene pretendientes. Que acabar quieren con ella. Por bella, responde sensual. Es la envidia que corroe. Quieren chupar mis huesitos. Y va dicharachera. Por los caminos del sur. Acercándose al sureste. Yo la quiero casar con la buena fortuna. Para que se olvide de nosotros. Y nos deje en la vida otros añitos más. Pero ella es socarrona. Y cuenta se da de lo que quiero. Y me deja ser porque no la evito. Al contrario, de vez en cuando le doy besitos. Y ella se deja querer. Mientras tanto vengan los tamalitos. Que en su honor prepara la gente. Y corregirá Jorgito Priego. Que no es a ella a quien hacen de chivo tamales. Que es a los fieles difuntos. Para que vengan a comer. Mas los tamales comen los vivos, digo yo de refilón. Un abrazo a todos este día.

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