1. De niño y de adolescente escuché muchas veces a Rapahel, cantante español, interpretar "Yo soy aquel". Y en efecto yo también fui aquel. Ahora me veo al espejo y me digo: "Yo ahora soy este". En esos años me intrigaba el tema de la canción, el enamoramiento ardoroso y paciente, la nostalgia que se encaja en las tardes grises. Aquel que espera y sueña. En esa edad de los 13 años uno no sabe nada de eso. De se dolor grato que se encaja en el vientre y en las costillas. Pero se presiente

2. Y sí. Me desoblo para verme y decirme soy ese. Y empiezo a describirme. Este que mira. Que escudriña. Natural en sus sueños y deseos. Como otro, como cualquiera. Que luego del sueño placentero, se despierta, se levanta, camina, hace lo que tiene que hacer y regresa a su cueva para intentar dibujar en las paredes las ideas cazadas durante la claridad del día.

3. Si le preguntan por aquel, no hay más que decir lo que nazca del corazón. Si hay un verso de canción. Si hay una imagen de parque solitario y hojas que caen. Si hay un niño desprotegido. Si es el viejo que va a cruzar la calle, o el ciego. Si el hombre está leyendo un libro como si estuviera en ebriedad permanente. Y si canta despierto, habla dormido. Y si sueña con un futuro mejor instalado en la cafetería.

4. Yo me despierto. Y acudo lentamente al espejo. Y me miro. me reconozco. Se ha recorrido largo trecho del camino. Y cada vez me he sorprendido de lo nuevo que miro. Y lo que he mirado y está de nuevo ante mí, me sorprendo como si fuera la primera vez que lo miro. Hay un pequeño fuego que tato de apagarlo. Y hay otro pequeño fuego que trato de mantenerlo vivo. He allí la lucha interna. Sí, soy aquel.

5

Aquel es este que está ante el espejo. Se reconoce y no se reconoce. Es dual. La imagen que está frente a él es solo un reflejo. Más bien un pálido reflejo. Una existencia de luces y sombras. De derrotas que cabalgan jubilosas. De triunfos que se alejan como el horizonte cuando caminamos hacia él. Utopías que lo son por inalcanzables. Que se necesitan para darle sentido al engaño de la existencia pero que no han de cumplirse, por eso el castigo a Sísifo. Empezar de nuevo una vez más.

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