De vida, amor y muerte
1. Para valorar la vida pienso en la muerte. La pienso como destino final. Como el punto último de un largo camino. De un largo viaje. No creo que haya tiempo de hacer balance. Solo pasar al estadio de la nada. Si nos dijeron mil veces que somos polvo. Y al polvo hemos de regresar. No hay más que el ahora en la vida.
2. A veces parece que la vida individual es insignificante. Voltear a ver la realidad, o a lo que llamamos la realidad, y darnos cuenta que es poco lo que se ha hecho. Apenas un cartón como certificado de alfabetismo en la pared. Apenas el certificado que acredita pago de futuros pagos funerales. Apenas un grano de arena dentro del ser. Y no hay más. Recordemos que grano de arena unido a otros hace la playa.
3. Vi volar un pájaro. Lo vi en lo alto deslizarse batiendo sus alas. Y de pronto detener su movimiento aerodinámico y caer como en cámara lenta arrastrado por el viento. No grabé tal hecho. No había necesidad. Bueno, en realidad ni tiempo. Solo verlo caer era suficiente para mí ante la desgracia. No de él, sino la nuestra, la de todos.
4 Busco entre archivos de libros. Pongo una palabra y la mayoría de las veces me despliega un abanico de posibilidades. A veces no, claro. No, simplemente. "Busque en otra parte; en este sitio no tenemos libros relacionados con esa palabra". Escribí la palabra enciclopedia. Y viene desde luego la de Diderot y D'lambert. Y viene la Slava. Y la enciclopedia de cosas sin importancia. También la de las cosas inútiles. De los datos inútiles. de los hechos insólitos. Hay una que me llama poderosamente la atención, y se llama Enciclopedia de las cosas que nunca existieron.
5. ¿Te han hecho algo que no puedes perdonar? Es innegable que todos pasamos por esas situaciones. Y lo primero que se concluye luego de tener encendida la sangre, es la venganza. Y acudimos a citas, como es que dice que la venganza es el plato frío que se come caliente (o algo así). Peor la más adecuada a las circunstancias en todos los lugares es esa que dice: "no te vengues de tus enemigos. Siéntante en la acera fuera de tu casa y verás el cadaver de tu enemigo pasar.
6. Esto de las enciclopedias lo recordaba cuando Balam leyó en el taller un texto en primera persona del amo y su gato, y lo que va sucediendo un día cualquiera. Pasa lo que pasa. Las asociaciones de ideas del autor. Y las reacciones del gato. A veces en concordancia con los estímulos. Y en ocasiones solo el desparpajo del gato, su indiferencia. "Dicen que los habitan las almas de los extraterrestres", dije por decir algo. Pero me acordé de las enciclopedias de datos curiosos e insólitos. Y me digo sería interesante conocer esos datos en el texto presentado. Digo en los siguientes textos con personaje gato.
7. Los géneros literarios son divisiones para su estudio. Son como cajones para acomodarlos. ¿Dónde pongo este? En el cajón de los cuentos (Una anécdota que se cuenta, mínimos personajes, final insólito). ¿Y este otro? En la de poesía. ¿Porqué allí si no me estremece, si nada me dice? Bueno. A eso me refiero que lo importante es escribir. Pero si se pretende escribir cada vez mejor, entonces se tiene que habituar a leer. No hay más.
8. El hombre se levantó en la oscuridad. Caminó a la sala. Abrió la ventana y se enfrentó a la oscuridad. De pronto dos brasas que lo veían todo. Más allá un grupo de luciérnagas bailaban alumbrando el ambiente con giros al parecer desordenados. El hombre sabía que en unas horas amanecería. Y habría que continuar en la rutina de los días.
9. Increíble: se cruzaron sin conocerse. Sin reconocerse. O haciendo como que no se vieron. Algo queda como residuo. Y no es precisamente buen recuerdo. El Dios que todo lo sabe y puede, les regresó en el tiempo, entonces el presente fue de besos, abrazos y juramentos de amarse por siempre. Y ese por siempre apenas fue de unos meses. Se separaron por all circunstancias. Acordaron guardar sus sueños como reliquia y repasarlos cuando la nostalgia hiciera presa de ellos. Pero ayer se cruzaron sin conocerse. Realmente eran otros. Esa es la verdadera razón.
10. ¿Ya dije que me gusta mirar cadáveres? No de cualquiera, no. Sino de los amigos, familiares y conocidos. Espero cuando el ataúd está solo. Y me acerco. Miro sus facciones. La piel como de cera. El rictus final, el último. A veces lo adusto. En ocasiones un esbozo de sonrisa. ¿Y la razón de que me guste verlos? La única es que esa será la última vez que vea su forma; y de que su forma sea la última antes de pasar a ser polvo, sea de manera inmediata o al paso de los meses.
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