El hacer nada y la inmortalidad pretendida de Alejandro

 1. Deberíamos descansar. Un día como hoy domingo, por ejemplo, hacer nada. Y para ello no se requiere planear. El cuerpo en sus múltiples funciones nos lo impide. Y nos empuja a regar plantas. A cortar unos limones del árbol. A barrer el frente de la casa. A sembrar un ajo. Aún más, si nos quedamos acostados, que no es tan sano luego de ocho horas, el pensamiento busca entretenerse en pensar. En mi caso el pensar pasa de un tema a otro. Y si me duermo, sueña. Hacer nada es una contradicción hasta semántica. "Hacer nada".

2. Por otro lado, entre hacer nada y amar la vida hay una relación inseparable: hacer o no hacer. A veces digo que ya voy extrañando esta vida placentera porque sé que un día voy a morir. Pero escudriño si sería buena la inmortalidad. Si, ya sé que es imposible, pero es bueno reflexionar sobre ella. Esta dicha de ahorita que fuera para siempre. Aquella dicha de tomar café o de explotar el universo en el roce pedernal, no estaría tan mal. Pero la eternidad tiene sin duda sus bemoles. Mas adelante lo expongo. Mientras tanto el hacer nada es una aspiración, como decir descanso.

3. Escribir cada día es como hacer nada. Tomo una palabra y le sigo a manera de ejercicio. Dejo que esa palabra me lleve por caminos insospechados. A veces aparece un recuerdo, la imagen sonora de una novia de la juventud ya muerta. En ocasiones algo que sueño. Y algunas veces los anhelos de que todo vaya mejor en la vida. No mejor en lo material, sino en la tranquilidad y paz. Pero tomo la palabra hacer como una carga y eso no está bien. Hacer no es precisamente que sea fatigosa la actividad que realicemos. Hacer es un modo de decir, y dicen que es la mejor manera. Hay quienes se la pasan planeando sin hacer algo, sin llegar hasta el emprendimiento. O tercos meten el pie a quien emprende. Estos son quienes se sientan a ver  a quienes hacen y los critican como si fueran enemigos. Y en eso se llegan a convertir.

4. Quienes hacen lo que les gusta han avanzado un peldaño en la existencia. Solo que en ese hacer hay un límite, que es el respeto a los derechos de los otros. Si lo que me gusta hacer perjudica a otros, entonces eso no es bueno o no debo hacerlo. En cambio hacer algo que me edifica y que edifica en lo colectivo, entonces sí es bien visto y bien recibido.

5. Me decido hacer nada. Entonces cierro los ojos sentado en un mueble de la sala. Y como si fueran señales de cable elijo mi serie de sueños. Aquellos que me transportan a ese tiempo imaginado mío del pasado. Donde la falda la levanta el aire. A donde tomo su mano. A donde caminamos o viajamos en auto por la carretera escuchando canciones en inglés. O cuando bostezamos luego del arranque mineral por el espacio. Estanque de peces de colores y luminosos. Caída en el camino. Abres los ojos y es el tiempo aquel, no este que es el futuro. Has entrado a una máquina del tiempo.

6. Me sueño Icaro, con las alas al revés y tratando de llegar de reversa a lo más bajo, todo lo contrario al mito que como sus alas eran de cera se acercaba al sol y se derritieron. Acá en mi sueño es a lo más bajo y es cuando empieza la pesadilla de que sean tus mismos semejantes quienes a batazos rompen tus alas y te quedas mirando, tratando de descifrar los motivos más allá de la envidia. ¿Entonces qué era mejor para Icaro ¿hacia lo alto o hacia lo bajo? Es cuando aparee el punto medio. Sueña, sí, pero pon los pies en la tierra.

7. Me sueño Sisifo subiendo una piedra a lo alto de la montaña y viendo cómo se desliza y cae de nuevo al fondo, y condenado por siempre a subirla de nuevo, verla caer y subirla de nuevo así por la eternidad. Uno tiene sueños de eternidad, pero no es bueno. La envidia que los dioses -se dice- le tienen a los seres humanos, es que estos son mortales. En cambio ellos en los millones de años ya no saben qué hacer ni qué inventar. Por eso las hecatombes, el derrumbe en las montañas, las ciudades perdidas, como si fueran experimentos en ese aburrirse eterno. Es un decir, claro.

8. Anoche precisamente sobre este tema vi un video de un gurú hindú.  "Saben el nombre completo de ¿Alejandro el Grande?", pregunta risueño y bonachón. Responde: "Completo es Alejandro el Grande Idiota. Nomás que como era muy largo lo dejaron solo en Grande. ¿Por que lo de grande idiota? Pues eso que llaman grandeza (cuál mérito?) fue de matar a miles y quizá millones de personas a nombre de conquistar más tierras.  Cortar cabezas era su entretenimiento. Y cada mes tenía qué cortar cabeza a uno de sus cercanos, para lección de los demás. Por eso lo de Gran Idiota. Muertes y más muertes. Podría llamarse también Alejandro el Grande Ayudante de la Muerte. Pero este nombres se alarga más".

9. Sigue contando el gurú: Entonces Alejandro soñó ser eterno para diferenciarse de todos los que morían, que sabía era también su destino. Entonces mandó a buscar un monje a los Himalayas que le habían dicho que por allá habitaban monjes que sabían el secreto de al eternidad, su gran sueño. Sus enviados encontraron a uno de dichos monjes, que estaba sentado, meditando, semidesnudo. "Vamos, el gran jefe Alejandro quiere verte para que le digas les ecreto de la eternidad". "No voy", dijo sin mirarlos, concentrado a como estaba. Entonces los enviados sacaron su espada y lo amenazaron en degollarlo si no iba con ellos. "Tomen mi cabeza si quieren, no pasa nada". Ello se sorprendieron. Luego de volverlo amenazar y viendo la indiferencia del monje ante la amenaza de muerte, trataron de convencerlo. Y nada. "Que él venga". Entonces se regresaron y eso le dijeron a Alejandro.

10. Se me acaba el espacio. Lo contaré más directo. Alejandro fue en caballo. Llegó ante el monje. "Bájate del caballo que es inferior; no hay ningún mérito de montar alguien inferior. El mérito sería montarse en uno igual o superior." Alejandro obedeció. Y recibió las indicaciones para la inmortalidad. "Es un lago que está a miles de kilómetros y has de beber de esa agua de la inmortalidad". Y le dio los puntos de referencia. Alejandro siguió esas indicaciones. Pero antes de llegar les dijo a sus generales acompañantes que él llegaría solo, porque tuvo temor de perder el mando si ellos bebían de esa agua, inmortales como él. Llegó al lago.

11. Ya en el lago y a punto de beber, alegre por dejar de ser mortal, ya con el agua en sus manos juntas, vio un cuervo que le dijo: "Detente, no bebas de esa agua". "Y por qué, clamo Alejandro?" "Porque la inmortalidad es aburrida tremendamente. Yo bebí de esa agua hace millones de años. Y no puedo morir. Ya no tengo nada que hacer. Ya hice todo lo que anhelaba. Ya estoy aburrido. Y quiero morir",  graznó el cuervo desesperado y lloroso. Convenció a Alejandro.  Para información Alejandro El Grande (Idiota), esto último reitero porque su afición y anhelo fue matar y matar seres humanos, finamente murió en Babilonia a la edad de 33 años. La causa no se sabe. Luego de fiestas en casa de amigos, nada algo mal de malaria con fiebre. Se sospecha de asesinato. Alejandro El grande Idiota; el gran asesino; el despiadado auxiliador de la muerte.




Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

De cartas

¿Por qué así, señor periodista?