50 etiquetas en el ser Antonio


Tarea 05. Semiótica. Antonio Solís Calvillo. 9 de marzo de 2024


Las 50 etiquetas en el ser Antonio

Comento de antemano, que al escuchar la tarea se me hizo que sería fácil, porque en las prisas de la vida pensé que me conocía mejor. Luego ya al iniciar empecé a patinar del número 15 en adelante. Y fui paso a pasito del 15 hasta el final.


Aquí van:

1.- Ser. Yo era ya antes de mi nombre. No soy exactamente Antonio. Sino un ser vivo que con el tiempo aprendió a caminar erguido hasta donde sé. Antonio es solo un accidental registro civil de identificación.

2. Antonio. Mi madre me puso este nombre por el santo de la cercana iglesia católica y apostólica. Me contó que yo estaba por morirme, por asuntos de respiración. Y me encomendó al santo, y que en caso de salvarme, mi nombre pondría de recompensa y agradecimiento. Pero no me puso el San, solo el Antonio.

3. Calvillo. Así me llaman los amigos de confianza, que es mi segundo apellido, y el primero es Solís por mi padre, originarios de Guanajuato. Campesinos que emigraron a la frontera ya casados, en busca del sueño americano. Y cruzaron el río unas cinco veces, y las mismas los regresó la Migra. Y finalmente se quedaron posantes en la rivera del río Bravo. 

4. Rebelde. Ante la pobreza de mi familia, y en general contra toda injusticia, me rebelé mediante la lectura. Si las garras fieras de la pobreza se ensañan, fue en la mía donde nos tenía con las manos en el cuello y aguijoneando cada día el estómago. Perfil de hambre. Y así nace esta modalidad en mi ser que se rebela contra el destino y las circunstancias que nos rodean.

5. Rebelde (2) porque el mundo me hizo así. En la normal, a la edad de 16 años supe del Che Guevara y la revolución cubana y luego de la sandinista. Entonces formé parte de un grupo de lectores que organizaban protestas en la escuela y ciudad, de cuyos integrantes me enorgullezco y nos seguimos frecuentando y recordamos a nuestro líder ya muerto.

6. Estudiante. Empezó como una aventura necesaria de vida en la primaria. Y ha continuado felizmente hasta la fecha, con los paréntesis provisionales, por una u otra razones, pero siempre con el gusto de volver a la lectura, de un tema o de otros, ahora de filosofía.

7. Jardinero. Gozo cuando corto el pasto o riego las plantas. Mi padre lo fue en casas de pudientes. Y me digo que me siento todo un Don Juan, cuando corto el pasto, porque Juan es su nombre. 

8. Irreverente. Ante los ritos de iglesia me incomodo muy dentro de mi. Me quedo parado cuando los otros se hincan. Me quedo en silencio cuando otros cantan. No formo parte del coro. Y corro si empiezan con fanatismos. Respetuoso sí de todo ese ambiente.

9. Profe. Por muchos años ejercí el magisterio formal en las escuelas. Unos cinco años como docente en primaria. Y el resto en telesecundaria. Así que de repente me dicen profe mientras camino por las calles del centro de la ciudad o en los supermercados. Y nos saludamos con efusividad, como sabiendo que fue coincidencia feliz el encontrarnos.

10. Sindicalista. Más no en el extremo. Ni el charrismo sindical, el que responde a una cúpula corporativista. Y tampoco el del tipo analfabetismo sindical sin conceptos claros de las luchas de avanzada. Y no del choque por el choque sin claridad de clase social, y solo lumpen por el lumpen.

11. Padre. En un esfuerzo diario de ser responsable. Lo biológico hizo su parte y el entorno. Tanto en mí, como en mis hijas. En lo mío yo respondo, aún que hay cosas que de mí no dependen. 

12. Bohemio. Me gusta escuchar música. Y tomarme dos o tres cervezas. Canto en karaoke. Y me acompaño con mi guitarra. Esto último en la tranquilidad de mi casa. Sobretodo cuando me asalta el recuerdo, de los amores aquellos, los de los otros tiempos.

13. Oidor. Me gusta escuchar. Poco agrego si algo digo. Solo hablo cuando me lo piden. Cuando no queda de otra. Soy la oreja perfecta si algo me quieres contar. No te interrumpo. 

14. Hijo. Agradezco a papá y a mamá, el haber coincidido en las circunstancias que fueron, para unir su mirada y sendero, y que en ese momento de la biología, formaran el "mí" único en la concepción, como si fuera luz en lo oscuro, para ser revelada nube nueve meses después. Y de allí para adelante. Es decir mi agradecimiento primero y mi agradecimiento siempre. Porque de allí se desprendió todo lo demás. De un 14 de febrero fue el milagro aquel, día de inicio para los nueve meses cuando es fecha de micumpleaños.

15. Polvo. Saberse polvo es algo fenomenal. Porque ni se incha el ego, y menos se incha el orgullo o la vanidad. Sabiendo que en algún momento las funciones han de cesar. Caerá el telón de la obra monólogo del mí, para fundirse en la obra universal y eterna de permanecer sin llegada ni retorno. Diría Quevedo: "polvo sí, pero polvo enamorado".

16. Escritor. De textos, más que poesía o narrativa. Un híbrido que se me presenta sin que yo lo llame. Que me tiene agarrado por los tobillos, sin soltarme más que para lo necesario. Sí, sé que es una exageración el tratar de sobrevivir en el mar de las palabras.

17. Materialista. En el sentido que "si escribo sobre la piedra que no siente, se empeñan en llamarme materialista", que poco tengo, apenas para vivir, entonces en razón de esto no se justifica esa etiqueta. Pero convivo con ella. A la piedra llamo piedra. Y al vino, vino.

18. Idealista. Me han dicho lo mismo sin diferenciar las etiquetas. Si me han dicho materialista, por las razones que ya dije en el pinto anterior, me llaman idealista porque pienso en el bien común, y en un futuro de igualdad de oportunidades en lo cierto, no en la demagogia.

19. Sensible. Si miro una película romántica. Si miro una señora cargando a su niño. Si miro a una trabajadora llevando al preescolar al hijo de su patrona. Si miro a un anciano (como yo comprenderé) cruzar la calle, por sí, o ayudado por alguien, es entonces que entra humo en los ojos.  

20. Llorón. Si en una película los amantes son separados por el destino. Si una madre pierde a su hijo. Si los padres separan. La novia del novio y la mandan lejos. Si destazan a un animal sin anestecia. Si un anciano es abandonado. Si un pez es transformado en pescado. Si tiran agua caliente a los animales uncidos. Si tiran ácido a una mujer por despecho. Etc.

21. Tímido. Me es difícil decir una palabras ante el desconocido. Si acaso el hola o el buenos días. ¿Calor, eh? Y allí me quedo. Si el otro es como yo, no hay conversación.

22. Caminante. Me gusta caminar. En la ciudad de México voy del hotel al evento. Y de regreso lo mismo. Me detengo y miro arrobado la colonial arquitectura. En los puestos de revistas. En los aparadores que solo encuentro en la capital. Me asomo a la tienda de instrumentos musicales. O me detengo en un café.

23. Político. Me gusta saber de la política, actividad que esencialmente busca el poder. Se miente, se engaña, se promete. Y es difícil entre tanta maleza, encontrar la flor de la verdad. Sin embargo es importante participar y tratar de encontrarle sentido a los discursos para saber de qué están hechos, cómo se conforman, y si tienen probabilidades, si no son realistas o si solo son engaña bobos.

24. Soñador. Sueño en un futuro mejor. Aunque la realidad se imponga con sus asegunes. Más en todo esto se escapa el sueño de que podemos hacerlo mejor, como sociedad organizada. No podemos perder nada con soñar. Mas al contrario. Suñar es el vislumbre siempre de un futuro mejor. Hay que imaginar en el sueño, para determinar por qué camino seguir.

25. Discreto. Me callo. Y me guardo el decir que ya circula en la punta de la lengua. Y aunque el.pecho no sea bodega, es necesario discernir lo que se pueda o no decir.

26. Cafetero. Mi motor se mueve con el.combustible del café. A veces parece pretexto. Pero me es más fácil escribir el texto del día cuando sorbo a sorbo tomo café.

27. Lector. Lo soy desde primaria. Me gustaban los textos del libro de lectura. Algún cuento, relato o adivinanza. Con la lectura me olvidaba de los dolores de panza, que era el hambre bien sentida. Luego ya más consciente en la Normal eran libros que leía entre cuentos, nivelas y poemas.

28. Solidario. Me sumo a ayudar si se ocupa. Tampoco ando de ofrecido, porque dicen que el salamero queda siempre mal. Solidario en las causas de otros, en las comunes es mi parte de responsabilidad.

29. Ojo alegre. Sí, la vida creo yo que así debe ser. Una ocasión una amiga me lo dijo a manera de reclamarme que "tu eres bien ojo alegre", y raudo se me ocurrió la respuesta: "¿acaso preferirías que fuera ojo triste?"

30. Carnívoro. Entre betabeles, lechugas y carne, es la carne que prefiero. Así que un mi ambiente natural es la carne asada, que según los datos que me llegan en antropología, este tipo de comida es la más primitiva, en alusión a la cacería de animales y al reparto de carne, y ponerla al fuego ya descubierto.

31. Hogareño. Disfruto estando en la cueva, quise decir en la casa. Más ahora de jubilado. No ando buscando pretextos para salir de ella. Busco quehaceres entre cosas muy sencillas de plomeros y carpintería. Riego las plantas. Pongo una repisa. Le quito el polvo a los muebles. Lavo el patio. Etc.

32. Pesimista. Sé que viene la.muerte, de ello no tengo duda alguna. Más tarde que temprano hemos de irnos. No hay destino general feliz. Hemos de vivir entre noticias de guerra, cuando no en la guerra misma. Se avanza en la destrucción de la naturaleza. Y no hay fuerza que detenga la bala qué viene hacia mí en forma de guadaña. La muerte viene detrás de mí.

33. Amoroso. En particular y general sentido. Me gusta rozar mi piel en otra piel, previa la mirada. Me gusta mirar la naturaleza. Escuchar la gracia en el canto de las aves. Y su vuelo. Amo el desvelo del búho. Y el volar sin mirada del murciélago. El tic tac paciente del pájaro carpintero.

34. Mirón. Soy observador de los detalles. Poso mi mirada en la mosca. Una vez vi una lagartija cazadora. Que estaba pendiente cuando cerca de ella se paraba una mosca y le caía de repente. Si tuviera tiempo miraría crecer la rosa. Miro la luna sea de noche o de día. De adolescente espiaba el caminar de las.mujeres como.movimiento de ola. Y aprovechaba si había oportunidad, de decirles hola. 

35. Flojo. Me gusta reconocerlo. Y más lo reconozco entre los flojos. Me recuerdo diciéndolo a los compañeros maestros de una escuela telesecundaria que no digo lugar y año: "yo soy flojo como ustedes, solo que me gusta disimularlo".

36. Distraído. Voy al refrigerador y encuentro algo tirado y lo levanto, luego ya no recuerdo a dónde iba hasta que siento sed de nuevo. Pero antes encuentro las llaves o me acuerdo que le iba a revisar el aceite al carro y me encamino hacia allá, pero en eso.me habla una vecina para que le ayude a cambiar el tanque de gas y al terminar me invita un café y me quedo platicando. Etc.

37. Olvidadizo. Olvido las llaves fuera del carro cuando ya estoy adentro, menos.mal qué no las olvido dentro. Olvido dónde dejé el carro estacionado, en qué cuadra. Una vez en la UJAT zona universitaria lo dejé al entrar casi a la altura de rectoría. Y me lo repetía hasta como cancionista, como Clodomiro El Ñajo: "lo dejé por rectoría, lo dejé por rectoría". Y al buscarlo donde yo creía haberlo dejado no estaba y me asusté casi al grado del infarto, y me decía no puede ser. ¿Por qué me han robado a mí el auto, habiendo tantos otros de lujo, y el mío de modelo 2007 (era en enero del 2020, días antes del inicio de pandemia). Y lo encontré del otro lado. 

38. Curioso. Me gusta tratar de descubrir el origen del movimiento de la máquina. Saber del mecanismo del motor. Me gusta descubrir lo que está del otro lado de la barda. Saber lo que pasa de aquel lado de la ventana. Me gusta saber lo que piensa el de enfrente. Y lo que dice la carta por la vecina enviada. Me gusta saber de esto y lo otro. Y de aquello también, lo del origen.

39. Hermano. Amo a mis hermanas (5) y hermanos (Tenía 2. Ya uno falleció). Así que cada vez que puedo viajo a mi pueblo para encontrarme y abrazarme con ellos. Hacemos fiesta ante cualquier oportunidad sin que busquemos pretexto. Y las pláticas no se acaban entre recuerdos y más recuerdos. Ante una taza de café, una botella de cerveza o de vino. Hacemos carnitas asadas en el patio de la casa de ellas. O nos vamos a la playa. Las despedidas son tristes, que se compensan de nuevo, meses después, con una nueva llegada.

40. Amiguero. Tengo  cinco o diez amigos y amigas. Reducido número pero son de verdad. A ellos me acerco cuando mis cuitas y mis triunfos. A ellos acudo cuando mis caídas. Y abro mis brazos para darles bienvenida a otros, las más posible. Pero las más de ellos no se hallan ni yo con ellos. Y entonces seguimos otra ruta. Con los que ya uno tiene basta. No es la cantidad de los amigos, sino la calidad de ellos, que lo decía Joan Manuel en una canción: "... son lo mejor de cada casa".

41. Confiado. Doy mi contraseña y mi número. Traigo en mi cartera tarjetas de presentación para repartir a la menor provocación. Y doy mis datos digitales para que me localicen en las redes. Contesto a números desconocidos. Y contesto a los números del banco que tratan de acomodar otra tarjeta de crédito, solo que me cortan la llamada cuando les digo que soy de los que no pagan. Confío en las vecinas de asiento cuando viajo en autobús o en tren, lo mismo que en avión, y más cuando su futura cercanía presiento. Luego me contactan en mi teléfono para venderme productos de cualquier marca, incluyendo los de Avón. No, no es invención.

42, Desconfiado. También soy desconfiado. No invierto en bitcoin aunque me ofrezcan las perlas de la virgen. Ni en la muchacha francesa de buen ver, que sin conocer, me pide tener conversación en un chat. A lo cual no acepto. Porque luego me dirá que quiere conocerme y viajar a México, que si le pago el boleto de avión. 

43. Predecible. Cuando camino rumbo a un lugar sigo casi siempre la misma ruta. Si me van a esperar para matarme, sabrán por dónde paso y la hora. Pero lo que uno hace y dice no es de peligro para el de quienes ejercen y usufructan el poder. Si uno levanta la mano ya se sabe lo que uno va a decir. Y si va uno a cantar tres canciones siempre serán las mismas y en el mismo tono. El predecible de diez camisas, utiliza preferentemente tres o cuatro. 

44. Romántico. Afecto a ver las películas de amor, a escuchar canciones de amor, y a ser como esos amorosos de la antigüedad que llevaban serenata. Y cuando miran una flor piensan en el romance. Y si hay un trío musical al paso que esté cantando canciones románticas en una tardeada en cualquier parque de pueblo o ciudad, hace parada obligatoria para empezar a escribir una novela de amor, o llamara la amad, para que escuche dicha canción que cantan en un parque de ciudad. 

45. Periodista. Empecé a escribir como al azar, y como al azar llegué a la redacción de un periódico para llevar una invitación pública a escritores respecto a una asamblea. Y ,me invitaron a escribir. Y a partir de allí siempre he tenido oportunidad de escribir para un periódico. A veces una columna, una entrevista, crónica o reseña de libros. Y algunos espacios han sido generosos conmigo, lo cual agradezco. Soy lo que he sido, no lo que he querido ser, pero basta para mi ser. 

46. Facebuquero. Luego vino la red social, y siempre afecto a la tecnología, empecé a publicar en esa red social. Siempre he de decir que publicamos lo que pensamos. Y en ese sentido subo una cita de escritores, algún meme gracioso, pero que mueva a la reflexión. Y desde hace tres años de manera ininterrumpida todas las mañanas de 6 a 9, llueva, truene, relampaguee o ande de viaje, escribo un texto pretendidamente entre cultural y literario, de entre tres y cuatro cuartillas.

47. Musiquero. Me gusta todo tipo de música. Siempre hay un ritmo para la ocasión, un tema para el momento, y un conjunto de melodías que serán el soundtrack de la película de mi vida. Mi acercamiento formal fue en la secundaria, en la clase de música. De entrada fueron canciones populares mexicanas. Luego en la Normal las de la trova. Pero va en mi raíz la música tradicional mexicana, de acorddón, bajo sexto y contrabajo. Sean polkas, shotiz, redovas. Y por supuesto la música cumbiera norteña. Todo ello para mejor seña, en lo que a música se refiere. Para mi defensa en cuanto a música se refiere, también escucho a Satie, Chopin o Sravinski, con sus cuatro estaciones. Y sin faltar el triste Claro de luna, de Claude Debbusy.

48. Conciliador. Aprendí desde mis clases de primaria que de dos niños que pelean ninguno se echa la culpa. Por lo cual logré encausar esas pequeñas diferencias infantiles en un reconocimiento de que cada quien tiene parte de culpa. Y esos niños que no reconocen su parte de culpa son los adultos que aprendieron a echar la culpa a los demás en sus rencillas. Y en ese sentido he tratado de aplicar el mismo criterio que aplicaba con los niños y niñas. Que asimismo lo he aplicado en mí y en mis relaciones con los otros. Yo tengo parte de culpa.

49. Utópico. Sueño desde joven con un futuro mejor para la sociedad. No he perdido la esperanza. Me acompañan algunas utopias. Y si algo valen, cita Eduardo Galeano a un amigo: las utopías sirven para caminar. Como cuando caminamos hacia el horizonte, damos tres pasos, y el horizonte se aleja tres pasos más. Así mismo es la utopía. Sirve para caminar.

50. Mortal. Un buen día se ha de cerrar el telón. Dentro de cien años, en el 2124, de quienes andamos aquí, sobretodo mi generación y las cercanas, nadie quedará. Unos meses o pocos años, como recuerdo. Y luego nadie se acordará de nosotros. Ese es el destino final. Como un cierre de paréntesis. Solo eso y nada más.




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