Del libro de las preguntas

¿Y tú me lo preguntas?

1. ¿Y qué fue de aquel amor llamado eterno? ¿Y qué fue del amor que me juraste? ¿Y qué fue de la partera de aquellos años, que en su vida atendió 553 partos en colonias, poblados y rancherías y vivía en tu barrio? ¿Y qué de aquella conductora de un programa de televisión, guapa, bella e inteligente, vecina tuya? ¿Y qué de aquel boxeador que atraía multitudes y ponía en la lona rápido a sus rivales? ¿Y que fue de tu padre y madre? ¿Y tus mascotas qu llevabas al parque a mirar atardeceres? ¿Y qué del curandero que ayudara a que los enfermos ellos mismos se curaran?

2. Sobran las preguntas. ¿Que fue de la piedra con la que tropezaste varias veces, siendo siempre la misma? ¿qué del árbol de guayabas que generosa te prodigaba de fruto cada temporada? ¿Y el gato negro que espantaba con el petate de las supersticiones? ¿Y el perro de tres patas que perdía la vida y orondo renacía debajo de las ruedas de los automóviles como si fuera de hule?

3. Y el poeta ¿te acuerdas del poeta que se sentía voz de la humanidad cuyos versos él mismo tiraba a la basura por saber que no compraba nada en el mercado, ni siquiera un plato de arroz con frijoles? ¿Y qué de aquel pintor de brocha fina que pintó el mural de un edificio que a los diez años llamaron a un pintor de brocha gorda para que cubriera toda la indecencia de las combinaciones de colores?

4. ¿Y que fue del piloto de aviones comerciales que viajaba a veinte mil metros sobre el suelo y cantaba en los bares de tu barrio con un mariachi de cuatro músicos "El rey" que siempre estaba afuera, y la de Cornelio que cayó de veinte mil metros de altura? El piloto se persignaba en este verso, y decía “salud a todos los presentes”. ¿Y qué fue del presidente municipal que lo había sido en dos ocasiones y siempre robaba y la gente le aplaudía y querían se eligiese porque saludaba a todos como si los conociera? ¿Y qué fue de la prostituta que donaba parte de su sueldo al hospicio y al asilo para ancianos que cuando ella pidió refugio se lo negaron por su vida de indecente?

5. Me preguntas y no se qué responderte. Tengo motivos suficiente para decirte que todos ellos murieron. Cada quien con el modo que en destino le fue correspondiente. Pocos se acuerdan de ellos. Mas bien casi nadie. Hasta ahora que tú me lo preguntas. Y te lo agradezco porque todos ellos forman parte de mi memoria. Cada uno de ellos en su momento hicieron mi vida grata y de mucho aprendizaje. Eran vidas con sus luces y sombras. Criticadas, sin duda. Pero vivieron su vida a plenitud. Sin saber acaso que la vida es fugaz. O sin tener respuestas para sus propias preguntas.

6 ¿Y te acuerdas del viejo maestro con zapatos remendados que escribía versos, y que me dicen que ya de viejo lanzaba besos a las mujeres y decía el padre nuestro al revés, para que todos vieran su capacidad por cambiar el orden de palabras? ¿Y qué me cuentas del lic que ganaba todos los casos y volteaba a la justicia al revés, logrando con su habilidad que los carros chocaran de reversa, los asesinos salieran inocentes, y a los ladrones el estado les pagaba grandes sumas en compensación por su honor manchado en tribunales? Este era uno y específico, no generalizada a la profesión por el de las preguntas. Se aclara por si al caso.

7. ¿Qué fue del historiador que se enojaba cuando le decían que historiara el futuro que era más interesante que los retazos de cuentos que sabía, y más se enojaba cuando le decían que solamente sabía un punto entre millones de los tantos puntos de vista de la historia relatada por los vencedores? ¿Y qué del químico que consideraba haber descubierto el gen original y el eslabón perdido, pero nadie le hacía caso porque decían ue estaba loco? "¡Es la partícula de Dios!", gritaba a los cuatro vientos, cuando le dejaban salir de su celda en el sanatorio.

8. Y tú me sigues preguntando, como si fuera concurso. Me sigues preguntando como si no supieras las respuestas. Que todo pasa y todo queda, como dijo el poeta que también pasó, y que lo nuestro es pasar.  Pasar sí, entre amores y temores, entre viajes a ninguna parte y encuentros de maravilla. Y me preguntas como si yo tuviera el abracadabra de las respuestas. Que si tu oficio es preguntar, el mío es guardar silencio y observar lo que sucede. 

9. Yo miré, por ejemplo, autos reducidos en cuadrados de fierro para el reciclaje. Miré cementerios de automóviles. Viejos abandonados a su suerte en las calles. Hombres y mujeres con prisas para llegar a las fábricas donde salían ocho horas después para irse a su casa con prisas y tan pronto llegar y encender la televisión para luego dormir y descansar. Yo miré llorar en sus cuartos a quienes aparentaban dureza ante los otros. Y miré llorar ante el espejo cuando la juventud había sido idas, y era aquel rostro apenas pálido recuerdo. Y las arrugas eran tan profundas como surcos para siembra que ni el maquillaje lograba el disimulo. Y los viejos se pintaban el pelo para enamorar mcuahchas recién salidas de la prepa.

10. ¿Te acuerdas del circo itinerante, con sus acróbatas, magos, payasos y bailarinas, que desfilaban por tu calle antes de la función para atraer clientela con el clásico "¡niños lleven a su papáy mamá!"? ¿Te acuerdas del zapatero remendón? ¿De la muchacha que amaste y te amó? ¿Del radiotécnico que jubiloso había inventado las transmisiones a distancia por ondas magnéticas y no sabía que era invento de ciento cincuenta años antes? ¿Te acuerdas del loco de la calle que no estaba loco? ¿Te acuerdas de la señora que vivía detrás de la iglesia, con su colcha como cama y tres bolsas en las que contenía todas sus pertenencias, incluyendo fotografías viejas de familia, y jamás de la iglesia le llevaban algo para comer o ropa para vestirse?

11. Y tú me preguntas, como si no supieras. ¿Y qué fue del viejo filósofo que nunca supo que las preguntas del qué, cómo, cuándo de la vida no eran más que anzuelos para entretenerse en la pesca del olvido y la inmensidad de la nada? Todo pasa es la respuesta. Nada permanece. Hubo una vez una señora que ya anda por los 130 años. Y en la cama decía con tranquilidad. "Creo que la muerte me ha olvidado. Si la ven díganle que aquí estoy en el mismo lugar, que ya me lleve". "No queremos encontrarla, bisabuela”,  le decían los bisnietos, “porque entonces nos llevará a nosotros primero"

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