Campleaños de Manuel

 Manuel Álvarez, poeta y promotor de la lectura

Hace ya muchos años, aunque no exageradamente tantos, conocí a Manuel Álvarez, también conocido como Samuel Pérez García. Él llegaba a los encuentros de Escritores del Golfo allá por los años 90s. Pero no lo volví a ver hasta que presentamos uno de sus libros en la galería de la CONALMEX UNESCO, cuando dicha institución tenía su sede por el Parque de los Pajaritos en 2014, en Villahermosa. Él venía de la cercana ciudad petrolera de Coatzacoalcos. Y era nuestro invitado especial, gestionado el evento por los siempre inquietos promotores de la cultura Jaime Ruiz y Delia Cantoral. "Claro que sí", les dije cuando llegaron a proponer la presentación.

Hace días fue su cumpleaños y le saludo desde lo lejos de la geografía, aunque no tanto, apenas unas tres horas sin tráfico por la carretera, y cinco cuando se atoran los vehículos por los retenes establecidos para detener a quienes trafican armas, drogas, personas y peligrosos libros, cuando osados pasan por allí. Que tenga, Manuel, salud y alegría. Y que nos siga prodigando con sus ensayos y poemas en sus libros, y en las tantas anécdotas que nos cuenta cuando hay la oportunidad de compartir cocteles de camarón o sopas de mariscos ya sea en Coatzacoalcos o acá en Villahermosa.

Como sé que él sí estudió la carrera de Filosofía y letras, me atreví a comentarle el año pasado en una presentación de libros a la que generosamente me invitó, que iba a entrar yo a estudiar una maestría en Filosofía, y sonrió a la vez que me preguntó cómo se llamaba esa maestría: "Filosofía aplicada", y sonrió más al escuchar el nombre completo de dicho posgrado. "¿Y sabes lo que significa lo de "aplicada". "No, pues". "Se refiere a que con los vastos conocimientos que adquieras podrás escuchar y platicar con personas que requieren de esas ideas filosóficas para orientar su vida. Como si fueras un psicólogo de otra estirpe y otro enfoque", me dijo.

Me quedé pensando en todo eso. Presentamos el libro, que se refería  (y refiere) a uno de los temas que le apasiona, junto con la poesía, la vida, la educación y la filosofía, que es promover la lectura libre. Y con ese tema urgente  por lo vital, es que realiza un montón de actividades en su centro de trabajo, que es la Dirección general de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad (UPN) 305, algunas de las cuales me ha invitado a participar.

Y entonces, cuando va uno a esa Unidad de la UPN, lo encuentra a Manuel Álvarez (o Samuel Pérez), como pez también en su agua. Entro a su oficina, siempre modesta como todas donde realmente se trabaja, y con indicadores de que en ese lugar se piensa, crea, reflexiona. Entonces hay libros, hojas con apuntes, plumas y lapiceros. Y tiene a la mano el libro más recientemente publicado. Siempre uno distinto. Entre los que le conozco, ha publicado:  "Antes del olvido", "El escándalo de la vida", "Éramos muchachos", Escardando la maleza del recuerdo", "El mar oscuro y otros cuentos; "En el ojo de la cerradura", "Educar, ¿para qué?", y largo etcétera.

Escribe poesía, ensayos, cuentos para grandes e infantiles. No se anda por las ramas en la vida ni en el trabajo, es directo para decir las cosas. Es un dandy en su vestir y caballero en el trato. Amable (así le conozco) y generoso. Es activo en lo académico y en lo político. Ha caminado difundiendo sus ideas de izquierda, en las que se percibe esperanza bien fundada. Su palabra vital, es de la necesaria para la vida armónica. Es de la que construye, de la que mueve conciencias. Y es palabra que enamora y amista (de amistad).

Ya dije que, generoso, me invita a realizar actividades en su laboratorio pedagógico, que es la UPN unidad Coatzacoalcos. Lo mismo me invitó en los días de pandemia (vía zoom), como en los alegres tiempos de salud. He estado en su oficina y en la biblioteca, donde se desarrollan los eventos. Siempre discreto en sus participaciones, como no queriendo convencer por autoridad, sino como compañero, como camarada, como feliz coincidente en el tiempo de los futuros maestros y maestras, estudiantes cuyo porvenir es la escuelita rural. 

También hemos compartido el pan y las tlayudas. Así como unas riquísimas sopas de mariscos acompañadas con una legítima cerveza. Han sido varias veces. Una vez a la orilla del río, desde donde se ve de aquel lado el poblado Allende. Me enteré allí que se conecta con un túnel de más de un kilómetro de extensión, y que algún día he de recorrer. Otra vez departimos  a la orilla de la playa, sintiendo la brisa marina, y con otros contertulios, cómplices de él en las actividades culturales, relacionadas con la importancia de la lectura en el desarrollo del pensamiento.

Cada uno de sus libros tiene ese detalle fino de creatividad, imaginación y/o reflexión. Si a las personas se les conoce por sus hechos, los de Manuel Álvarez son relacionados a la literatura, la política y la educación. 

 

 

 

 

La inolvidable Laura

Manuel Álvarez (Samuel Pérez García): 

La soñé con su pelo largo. Su boina naranja y una chamarra cafe. Iba caminando una calle empinada que pudo ser la Clavijero o la calle Lucio. Había frio esa mañana en que la localicé en el centro de esa ciudad.

Yo iba tras de ella siguiendola para abordarla en la primera oportunidad, pero su paso era largo y veloz, lo que no me daba el tiempo necesario para llegar a ella.

Cuando llegó a una transversal giró hacia la derecha. Cuando arribé a esa esquina ya no estaba. Busqué y rebusqué sin poder verla. Había desaparecido.

Cuando llegue a casa se lo conté a mi madre. Encontré a Laura, le dije. Le conté la historia de como apareció y mi seguimiento.

Ella me quedó mirando una vez contado el relato.

No viste nada,me dijo. Fue tu memoria la que te permitió soñarla.

Eso era dijo y se retiró de mi cuarto.

Al ratito trajo un té de canela con otras hierbas, que me dio a beber.

Empezaba a dormitar cuando Laura estaba otra vez en la esquina donde la había perdido.

 

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