¿Dónde poner, Señor, la mirada?

1. Crucifixión es la desigualdad que corresponde a la miseria. La pobreza extrema mantiene fijo en la cruz al hombre. ¿Qué comerá hoy? Y ese hoy persistiendo en el día a día, con la laceración del hambre. Es también  la pobreza moral. El no saberse quién, no saber de qué va la vida y no saber cuándo de la bienaventuranza terrenal.

2. Crucifixión es condena a cadena perpetua postgeneracional . ¿Y qué esperabas? ¿Que solo fuera representación teatral el Vía Crucis en estos días,y nos vemos hasta el próximo año? No. Mira a tu prójimo. Haz algo por él. Por mínimo que sea. Hazlo por ti. Para que tu vida tenga sentido.

3. Los soldados romanos son la fuerza del estado. Sí, allí donde la miras. Donde sabes que está. Son pueblo uniformado. Solo que su trabajo es blandir la macana, el escudo protector, los gases lacrimógenos. No lo olvides. De la represión, cuídanos, Señor. Y también del ojo que todo lo sabe y todo lo ve. De las redes sociales, protégenos, señor.

4. La vía de las cruces es tu peregrinar diario buscando trabajo. "¡Pero ya lo tengo!", gritan los asalariados a coro. Entonces la cruz y los clavos son el magro salario aplastado por la inflación. Es tu jornada laboral de 8 horas -y podrían ser más- en la rutina, el tedio de no saberse explotado y creerse clase media.

5. El Gólgota o Monte Calvario es ese lugar al que acudes de manera automática y sin razones valederas, como si fuera noria seca donde alimañas han hecho su vivienda. Ponle el nombre que quieras. Cada quien el calvario propio. Es el despertar a la vida como si despertaras de una pesadilla y despertaras a la pesadilla misma. ¿Por qué me has abandonado?

6. Resurrección es despertar en la conciencia. De otro modo, de no ser así podemos permanecer dormidos sin habernos dado cuenta de la existencia. Ajenos a lo que sucede a nuestro alrededor.  Indiferentes a la injusticia y al dolor. Tercos en no intentar comprender qué es lo que pasa. Resurrección es el cambio interior y verdadero. Es levantarte cada mañana sabiendo que hay mucho por hacer en tu casa, en tu barrio, en tu ciudad. Y dentro de ti es la transformación en el otro, en el buen ciudadano. En aquel que se procura pero asimismo procura al prójimo.

7. El Vía Crucis en estos tiempos representa lo mismo: los pobres y sojuzgados, los del grillete de la miseria, siguen siendo los mismos en la historia, los alienados quienes han recibido enseñanza de distintas maneras para no rebelarse, para sufrir como mérito para alcanzar la buenaventura en el cielo posible, la vida eterna. Digo yo que ese pasaporte es falso. Que el cielo y el infierno son aquí en la tierra.

8. Y me detengo en Judas. Es aquel que en confianza le cuentas algo y lo dice a los enemigos. Es aquel correveidile que lo que sabe de ti lo cuenta a diestra y siniestra. Es aquel que estando cerca te muestra aprecio, pero espera tu caída, porque cree de manera ilusa que así crece él, cuando es todo lo contrario.  Es aquel a quien le hiciste un favor y lo niega. Y al contrario te lanza la piedra aunque sabe que tú sabes que es él. 

9. De los Judas, apártame, señor. No es que sean malos por sí. Están tan solos, faltos de afecto, son tan miserables, que requieren dañar para ilusionarse que existen como seres humanos. Y creen que ese tipo de ser es su propio modelo a seguir. Los Judas se miran al espejo y se dan tanto asco que vomitan, lloran y piensan en ahorcarse. No lo hagan, por favor, que en el teatro del mundo ¿Dónde pondré hacen falta para cumplir tan miserable papel. 

10. Salmo VII, del genio Quevedo: "¿Dónde pondré, Señor, mis tristes ojos/ ​que no vea tu poder divino y santo?/ ​Si al cielo los levanto,/ ​del sol en los ardientes rayos rojos/ ​te miro hacer asiento;/ ​si al manto de la noche soñoliento,/ ​leyes te veo poner a las estrellas;/ ​si los bajo a las tiernas plantas bellas,/ ​te veo pintar las flores;/ ​si los vuelvo a mirar los pecadores/ ​que tan sin rienda viven como vivo,/ ​con amor excesivo,/ ​allí hallo tus brazos ocupados/ ​más en sufrir que en castigar pecados".


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