Apuntes de un loco a punto de salir del sanatorio

 1. A veces es un truco de los escritores: presentan  un texto propio como "manuscrito hallado en un bote de basura". Este no. Visité hace días el hospital psiquiátrico de esta ciudad. Y un hombre, con el que solo platiqué una vez, me entregó este texto y me pidió que lo subiera a mi muro. Cumplo con ese encargo: lo transcribo palabra a palabra. Solo intervine en corrección para poner una letra faltante, el acomodo de un punto o coma, que debe de ir, para hacerlo más legible. Aquí va.

2. "Desde niño me pregunto qué somos. Me lo sigo preguntando ahora cuando han pasado miles de años de mi nacimiento. Miro mis manos. Ambas. Y les agradezco la dicha que me dan de acariciar y de ayudarme a contar con los dedos desde mis primeros años escolares. Con ellas cojo un objeto y la traslado de un lugar a otro. Me ayudan las manos a escribir y son como si fueran alas para echar a volar mi imaginación con la ayuda de una pluma. Pero ellas, mis manos, no soy yo. 

3. Miro mis pies y piernas. Me ayudan a caminar por donde no hay camino. Y corro para llegar en menos tiempo a donde necesito. Ahora me canso más pero antes era un gamo paciente en la carreras de fondo. Y sostienen mi cuerpo en contacto con la tierra. Con ellas salto y con ellas me aventuro a conocer lugares. Las plantas de los pies me ayudan a leer los mensajes de la tierra. Pero ella no soy yo aunque no las cambiaría por unas alas.

4. No miro mis riñones. Pero sé que existen y aprendí la función que desempeñan: filtran los líquidos que ingiero. Y siendo par me han dicho que uno solo puede cargar dicha función sin que desmerezca su utilidad. Sin ellas me dicen que hay máquinas inteligentes que ayudan a realizar dicha función aunque no sea lo mismo. Me han pedido que venda uno para ganar algo de dinero. Pero ese idioma no lo entiendo. Amo mis manos, piernas y riñones. Pero yo no soy ellos. Especifico, que bien foeman parte de uno y es mejor estar completo en lo posible, pero a falta de ellos uno seguirá siendo el que es, aunque limitado.

5. Los ojos me ayudan a mirarte. Pasa la proteica luz a través de ellos para llegar al cerebro donde los lúmenes que la integran cargan los datos para descifrar lo que se mira en forma, color y movimiento. Con ellos miro el alto cielo azul y las estrellas. Con ellos miro las las curvas y rectas de la carretera. Sin la ayuda de ellos no me imagino, pero aún en el extremo co su ausencia me harían mucha falta, pero no soy ellos.

6. Alguna vez me han partido la nariz y seguí oliendo el aroma de las flores y las frutas. Tampoco soy la nariz ni los labios que han besado. Todo sigue existiendo y yo lo sigo percibiendo aún con la nariz rota. ¿Y a dónde me lleva esta reflexión? Es la ruta de mi pensamiento que indaga dónde resido yo como ser humano. Si no soy las partes que he nombrado aún todas ellas juntas o separadas. Desde niño me he preguntado qué soy y busco las respuestas.   

7. Cierto. A veces cuando comento a otro de estas dudas se ríen de mí como si estuviera ausente de mí mismo en razón, o loco. Y me cambian de tema sobre el fútbol y la política. Como si no importara saber lo que somos y para qué estamos. "Tú olvídate de todo ello, e invítame otra", lo cual hago sin dudarlo. Con los amigos hay que aprovechar el tiempo de reunirnos aún que estemos callados. Aún que hablen de otros temas. Bien me acuerdo de "La nariz", bello cuento fantástico de Nicolás Gogol, escritor ruso.

8. Hay un libro sobre temas psiquiátricos que se llama "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero". Son varios casos de enfermos mentales. El que da título al libro presenta: el caso de un hombre que al salir de la consulta acompañado con su esposa, la confunde en su mente a ella con su sombrero, y trata de ponérselo, mientras el médico le explica lo que pasa, lo que realmente es. Y el enfermo aferrado dice que ella es su sombrero. Aún en ese caso. Mas otros que vienen en el libro, y que son interesantes e ilustrativos de lo que representa el equilibrio en la mente para nuestra función de ser en colectivo, no somos el cerebro como seres humanos. Solo que con ese órgano gelatinoso es con el que pensamos.

9. Desde niño miro mi cuerpo y miro a los otros cuerpos en su caminar frente a mí o estarse quietos. Los miro en sus prisas manejando autos con rapidez y a las personas que caminan presurosas en las calles en rumbo a su centro de trabajo o de regreso a casa. Miro a las personas en el transporte público concertadas en sí mismos, ajenas de lo que pasa a su alrededor, radicando en su cuerpo para hacerlo a llegar a donde la sociedad lo precisa: escuela, casa, oficina o fábrica. Sus manos, sus palabras, su cuerpo mismo se requiere en el trabajo. Y a cambio un salario para el sustento propio y si alcanza para completar el de la casa.

10. Hace días vi una función de circo en película. Me gusta ver cada uno de los artistas en su desempeño: el malabarista, el mago, el faquir, el payaso, los trapecistas, la mujer serpiente y el hombre tarántula. Cada uno realizando actos que el común de las personas no realiza. Ha de haber otro mundo en otras partes, con analogías y semejanzas de actos circenses que realizan. ¿Y si eso lugar alterno fuera este mismo en el que transitamos en el viaje de la vida? Algo así como teatro de sombras que en todo caso seríamos nosotros mismos.    

11. Hace años hice un viaje por carretera, de noche y con lluvia cerrada. Y me preguntaba mientras absorto manejaba el auto: ¿qué somos? La noche no me revelaba nada. La lluvia no dejaba de parar y a veces se cerraba más por lo intenso. Las luces de otros autos me daban la señal que lo mismo yo iban circulando. Me hacían cambios de luz para avisarme que había peligro adelante en mi camino. O simplemente pasaban en cruce por mi lado. Iban como yo, aferrado a un volante con el apoyo de sus manos. Con la mirada fija hacia adelante, atrayendo la luz con la mirada, función de los ojos. Y el cerebro iba dirigiendo cada instante, alerta, para seguir sanos y salvos en esta selva de agua, de oscuridades y luces intermitentes.

12. Y el tiempo pasa. Y desde aquella infancia de las interrogaciones de lo que somos, seguimos en viaje mientras nos seguimos haciendo viejos, y el amor lo sigo reflejando en lo que es. Estoy preocupado. Mañana me dan de alta. Así me dijeron ayer y antier. Y tengo la esperanza de que ahora sí, por fin, andar y caminar entre los cuerdos". Fin.



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