El festín

1. Me gusta participar en talleres literarios y en círculos de lectura. Y al asistir participo solo en la medida en que se requiere como parte del colectivo. Hago en mí la diferencia si soy un invitado, si me invitan para dar una charla. O si solo voy como espectador. 

2. Así que ocupo solo el tiempo que me toca. Trato de no pasarme. ¿Y qué digo? Alguna anécdota sobre la importancia de la lectura. Y dependiendo del público, sus edades y estudiantes de qué son, les digo, por ejemplo, en el caso de los jóvenes, que quien es lector tiene suerte en todo, hasta en el amor. Y se ríen.


3. Una vez en una presentación de mi libro Señal de humus, que hicimos en una Universidad, lleno el auditorio de jóvenes entre los 18 y 23 años, en la parte final de preguntas y respuestas, un muchacho delgado, moreno con granos en la cara, visiblemente nervioso levantó la mano y preguntó que si escribir “poesías” ayudaba para encontrar novia. Y todos se rieron. Y pusieron atención a mi respuesta.


4. Antes invité a maestros y maestras a dar respuesta a él antes de que yo respondiera. Y varios maestros y maestras intervinieron y contaron brevemente su historia de amor que bien podría servir como sinopsis para una novela o guion de película romántica. Total que ante el alboroto amoroso de intervenciones se olvidaron del tema que fue la presentación de mi libro. Pero no importa porque se motivaron.


5. Otra ocasión visité a un grupo de estudiantes de telesecundaria de la Colonia Casablanca. Comenté sobre la importancia de la lectura. No cualquier lectura y menos de las obligadas. Sino de la lectura libre, de esa que se hace por gusto. De poesía, cuanto, novelas, leyendas, historia, biografías de artistas, políticos y futbolistas, etc. Y dejé tarea de escribir sobre la propia vida. "Levante la mano quien la va a traer dentro de un mes", dije. Y la primera que levantó la mano fue una alumna de educación especial.


6. En los círculos de lectura se lee una obra previamente seleccionada. Sea cuento, capítulos de novela o poemas. Al final cada quien hace comentarios sobre el libro leído. La lectura generalmente se hace mediante párrafos donde se va cambiando al lector. Cada uno hace lo propio, y se va dando cuenta si se traba en algunas palabras, lo cual no debe ser señalado. El coordinador es un promotor motivador de lectura.


7. Yo tengo varios amigos y amigas promotores de lectura. Todos ellos bien fregones (en el sentido de brillantes y muy destacados, no en el de fregar). Sé que han llevado capacitaciones sea por parte de la instancia estatal de lectura, o por parte de programas federales vinculados con dicha actividad. Se hace énfasis en varios aspectos: volumen y redundantemente en énfasis. En levantar la mirada de vez en cuando para ver a los oyentes. El volumen no debe ser lineal sino hacer cambios (que no es lo mismo decirle algo a la novia en el cine, que llamar a alguien que está a 50 metros de distancia). Caminar dentro del espacio, pero no como.leon enjaulado. Etc.


8. Coordinar un círculo de lectores es una especialidad. Y parte desde la selección del mismo texto. Si son no lectores los que forman el círculo o club de lectura es diferente a si son lectores ocasionales o si son lectores habituales o consuetudinarios. Por eso la experiencia del coordinador. Lo mismo  tomar en cuenta si son mujeres las que lo integran, si es mixto, si es de hombres, si son jóvenes, si son integrantes de algún AA, si es de presos en cárceles, si son de enfermos, de futbolistas, de selectos senectos  etc. Vaya que ni en esto había pensado, pero sí. Las lecturas se seleccionan de acuerdo a quienes lo integran.


9. Yo acepto a dar charlas sobre lecturas en cualquier parte. Me emociona. Les cuento de mi madre y padre que no sabían leer ni escribir y procuraron con cariño previsor que todos sus hijos e hijas fuéramos a la escuela.


10. Siempre cuento del primer día de clases que mi papá me llevaba a la escuela. Entre la casa y la escuela estaba y sigue estando la iglesia San Antonio. Al pasar frente a ella mi papá vio que estaba allí el tío Nacho, hombre de barba larga, que siempre la hacía de apóstol en la representación del Vía Crucis. Al vernos a mi padre y a mí, burlón preguntó: "¿a dónde vas?, Juan". 


11. Y mi padre muy orgulloso le responde que "a la escuela a llevarme en mi primer día de clases". Y el tío, con la certeza religiosa del medievo le dijo burlón: "¿Y para qué lo llevas allá?, si allá enseñan puras cosas del diablo. ¡Noooo! ¡Traelo al catecismo para que aprenda puras cosas de Dios!".


12. Yo estoy seguro que adquirir el hábito de lector es poder asistir al festín de la vida. Por eso le agradezco a mi padre que no le haya hecho caso. Y aquí ando. Orgulloso lector y redactor de textos.



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