Nostalgia de vida

1. "No vengo por ti", me dijo cara a cara la muerte, cuando yo creí que era inminente mi partida. Soñaba que me llevaban con prisa en camilla por los pasillos del ISSET (dependencia de seguridad para los trabajadores del Estado de Tabasco). Y a mi alrededor pacientes en sillas de ruedas, enfermeras guapas que iban y venían, doctores igual. Y los camilleros se apuraban para llevarme no sé a donde, quizá a la sala de operaciones. El caso es que yo no respiraba en el sueño. En ese momento me desperté y sentí horror porque efectivamente no estaba respirando.

2. Por eso ahora que despierto y abro los ojos me doy cuenta que estoy respirando y digo "gracias".No sé realmente a quién se lo digo, si a un Dios que los creyentes le ponen forma en su imaginación, o al de Baruch Spinoza quien considera que Dios somos todos los seres partes del mismo, incluyendo vivientes y no vivientes. Pero expreso "gracias", porque me considero afortunado estar en la vida aún, a la que califico de bella. Sé que algunos batallan y sufren y pueden considerar el qué tan bella puede ser ante tanto sufrimiento.

3. La vida y la muerte van inseparables, como las dos caras de la misma moneda. Y cuando se va alguien querido sufrimos por los apegos, por la costumbre de vernos y reírnos y escucharnos. Si para morir he nacido. Si la vida no vale nada. Si de algo me he de morir. Si la vida es sueño. Son frases y versos que decimos muy al propósito de tener presente que la vida es un suspiro y otro suspiro la muerte. 

4. Otra vez de mi encuentro cara a cara con la muerte fue a los 18 años. Iba yo en rait en una camioneta de tres toneladas cargada de naranja por una de las carreteras pueblerinas de San Luis Potosí. Viajábamos en aventura Trini y el Gordo Villela, Paz y Sergio Hugo el Pato. Trine iba en la cabina por ser el más platicador. Nosotros acostados sobre las naranjas, viendo hacia el frente, cuando miro que aparece una curva a lo lejos y viene rebasando de frente un autobús de pasajeros, que aceleró para poder hacer el rebase antes de chocar con nosotros, y el chofer de las naranjas frenó de improviso al igual que el del autobús quedando sus frentes separados por unos cinco centímetros. De los neumáticos salió humo como si se estuvieran quemando. 

5. Una hermanita murió cuando yo tenía 7 años. No supe lo que pasó. Solo que amaneció muerta. Había llovido mucho. Se hizo el velorio. La veía yo a ella en una cajita blanca. Llegaron vecinos y vecinas a acompañar a mamá. Solidarios llevaban sandwiches y café. Y no recuerdo más. A los 73 de su edad falleció mi madre una Navidad, de un infarto fulminante. No sufrió la parte de la vejez en la que dependes de los demás para todo. Con diabetes vieja pero cuidada, murió fuerte, con sus facultades plenas de movimiento y sonrisa. A los 87 de edad falleció mi padre. Lo mismo en sus facultades de movimiento, aunque medio sordo sus últimos cuatro o cinco años. Caminaba y salía a visitar a sus hijas que viven cerca. ël murió en un accidente de vehículo. Años antes antes murió mi cuñado mayor, Ernesto. Y no recuerdo si el 2020 o 2021 mi cuñado Alejandro.

6. Mi hermano mayor murió en febrero del 2002. Dolencias del alma  a los 73 años le provocaron un infarto. No pude estar en su velorio a causa de las restricciones de movilidad que se impusieron por la pandemia del Covid. Ya cuando pude ir miré la urna que contenía sus cenizas que me esperaban para la despedida. Y me esperaba un six de Tecate en el refri que mi otro hermano me dijo que cuando las compró mi hermano dijo "por si viene Toño para invitarle unas. A él le gustaba cantar la conocida canción de José Feliciano: "Ya mis amigos se fueron casi todos, los otros partían después que yo, lo siento porque amaba su agradable compañía, pera es mi vida y tengo qué partir..."

7. Ahora cuando saludo a alguien que no miro desde antes de la pandemia, la abrazo y le digo que somos afortunados de ser sobrevivientes al Covid, y el agradecimiento de estar nos lleva a recordar a los conocidos que se fueron en esos fatídicos 2020 y 2021. Y la lista es grande. Yo recuerdo a Panchito Ávalos, maestro de Macultepec y aguerrido militante de izquierda; a Gutemberg, que era encargado de la distribución de libros de la Secretaría de Educación; a Fidel Mendoza, administrativo en la SETAB y su esposa la maestra Juanita, que fallecieron con una semana de diferencia.

8. Y cómo no, recuerdo a Antonio Reynés, propietario del restaurant La Finca, ubicado cerca del aeropuerto, que tuvo a bien en acuerdo con dos amigas, a prepararme capirotada de postre en un mi cumpleaños por allá del 2016. Y a Toño Sansores, ex diputado federal, que me distinguía con su amistad. Sean estas muertes por Covid o no, qué más da, si son sus ausencias que uno extraña con dolor. Y años más antes, los fallecimientos de Lupe Vázquez, maestro y futbolista regio, de gran corazón; y los hermanos Castillo, Jorge y Manolo, que  nos brindaron su amistad y su casa los fines de semana en esos años que llegamos a Tabasco, y Doña Carmen nos ofrecía prodigiosos desayunos tipo buffet.

9. No olvido que murió Víctor Manuel De la Cruz, que fue mi Jefe en la Secretaría de Educación y me trató como hijo. Así me decía para darme una indicación o para reflexionar sobre un tema. Estaba muy sano, y una gripa lo llevó a hacerse análisis y estudios. "Voy a tratarme a Guanajuato, en tres o cuatro días vuelvo", dijo. Y volvió en ataúd. Antes había muerto Miguel López Cervera, maestro de música y promotor educativo y cultural, originario de Tarimoro, Guanajuato. Y muchos años atrás el Doctor Guillermo Morelos García. Estos tres fueron como mis padres aquí en Tabasco. Con ellos acudía e mis cuitas y me aconsejaban. Y murió mi vecino Franklin, hombre bueno, apenas unos minutos luego del año nuevo, creo que en 2016-1017. Y por esos años igual murió mi amigo Chilo Osorio, del ejido Chicozapote, Nacajuca, hombre grande de edad, indígena, líder comunitario, cuidador de la naturaleza y de las personas que representaba como líder natural. 

10. Esa vez de mi despertar en la madrugada no estaba respirando previo al sueño de no estar respirando. Y entonces me levanté en la oscuridad de la recámara y mi razón me dijo que tenía alrededor de un minuto con veinte segundos para regresar la respiración a su normalidad. Así que no me desesperé, sino que me puse a saltar, y mientras iban pasando los segundo sin llevar la cuenta, el último intento antes de caer muerto sería el golpear mi espalda con la pared. Y efectivamente así le hice. Y desde el impacto sentí que el automático de la respiración volvía a activarse poco a poco. Y aquí sigo.

11. Pero "todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar...," escribió Antonio Machado, poeta español, y musicalizó Joan Manuel Serrat. Y "nada te llevarás cuando te marches", escribió y canta aún José María Napoleón. Y Serrat: "Si la muerte pisa mi huerto quien contará que he muerto de muerte natural..." Y de "Nuestro juramento": Si yo muero primero es mi promesa, escribiré la historia de nuestro amor...."





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