Dondequiera que estén

Dondequiera que estén. Mi sangre circula aún, en el simple afán de ser feliz. Procuro un café y las palabras, metáfora del buenos días, en luz, como ayer. Necesito un pan, un flan. Tengo la mirada puesta en los colores de la vida, el arcoiris, el crepúsculo y sus ojos. Y escudriño desde la ternura sencilla de ustedes dos. Mil y un gracias por estas palabras que me dieron en herencia, de todos eterna heredad. Con ellas gravito sin prisa, lo mismo en el centro, que en la peiferia. Con ellas también me visto de mañana y guardo para las noches frías, las palabras albricias, besos de memoria, pan. Con ellas juego malabares y acaricio -jardinero al fin- a las flores de mañana aún con el rocío. Al mediodía alabo la sombra del sauce o ciprés. En la noche agradezco el fresco que me trae el viento al mover las hojas y trae también su perfume natural. Ella no dice mucho por ahora. No importa. Bueno, sí. Leonor y Juan.
(corregir solo para mejorar o precisar)

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

De cartas

¿Por qué así, señor periodista?