Sombras nada más

Mi sombra se resiste de noche y se mimetiza en la oscuridad. Me sigue a todas partes. Recuerdo bien cuando me abandonó en sueños y le comento. Guarda silencio. De día, cuando el sol alumbra, a plenitud se me aparece. A veces se rebela por su lugar y se acomoda adelante. "Para prevenir cualquier ataque sorpresivo del amor", me aclara, para que no la ubique donde corresponde. Y nos cuidamos, después de todo. No olvido las palabras de la gitana: "un hombre sin su sombra es nada". Entonces la abrazo pidiéndole perdón. Y ambos cantamos apesadumbrados esa que dice "sombras nada más".

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