Paloma

Paloma. La madrugada me envolvió con sueños. Una carretera. Velocidad. Y no llegar a ninguna parte en búsqueda de la fiesta. La gran fiesta. Y en el sueño mismo me asomé por una ventana. Vislumbré el campanario frente a la plaza. Miré mi banca desde la que espero y escribo, ahora vacía. Y sabía que estabas allí, en el campanario, en descanso. Desperté y brillaba la oscuridad más bruna. Y, despierto también, me asomé por la ventana: bruma también. Y entre todo ello el campanario. Y en tus sueños tú, paloma, acariciando la esperanza. Paloma querida.

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