Sin sombra

Estuve atento. A ver si aparecía un sueño recurrente. Nada. Y me vi caminando en una carretera. Cactos en las orillas. Paisaje de desierto. Los rayos del sol de frente, ya de tarde. Y al voltear me di cuenta que mi sombra se había separado de mi. Y así anduve buen tiempo. Es el momento final, me dije. Una gitana robusta, falda ancha, de plegones, se acercó al paso y me ordenó: deme su mano. Era ya el crepúsculo, a punto de entrar la noche Y al intentar leer las líneas, se dio cuenta y sentenció: "un hombre sin su sombra es nada". Y se fue con sonrisa leve, previo pago.

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