De luto, sí

De luto sí. Por la muerte de Fidel. Sí. Tomo café este domingo. Escucho música de trova. A desalambrar. Se me reventó el barzón. Nadie doblega al colonialismo. Ni al imperialismo. Tú comandas esa lucha. Aún ahora, con tu muerte. De luto sí. Por la tanta pobreza. La usura es la hidra de las cien mil cabezas. Es la lujuria de la ideología del oro. Se regenera por cien al cortar una. De luto por el deterioro del lenguaje. Nuevas generaciones viven sin dominar el lenguaje, sin apreciar la belleza, sin saber que existen. Es raro todo esto. Yo tomo café. Yo escribo en la sala de mi casa. Leo las noticias en el computador. Escucho música. Esto es sencillo. Cierto confort. Y recuerdo mis años  en la escuela pública. Donde las margaritas del conocimiento eran bien recibidas. Nos asomábamos por una rendija al mundo. Y supimos de esos intentos. Algo fallidos. De aterrizar el avión de la utopía de un mundo mejor para todos. La usura chupa la sangre. Tarjetas de crédito. Intereses de la banca. Cierra posibilidades de un mejor destino. El lucro. El maldito lucro de tener más cada vez. Los mandamientos del capitalismo son en todo caso: robar en plusvalía por sobre todas las cosas. Por la ganancia no hay vida que valga. Ni salud pública que se atraviese. Tampoco educación, no importa. No hay sal en las mesas de Cuba. Pobrecitos. Leíamos en los 70s las lecturas de Selecciones del reader. Historias de autoayuda. Historias de éxito. Amor mío, nos han quitado las palabras. Nos quitan la vida. Nos descarnan. Nos quieren para apretar gatillos en geografías lejanas. De luto sí. Por mi. Por tantos. Ha muerto Fidel. Qué carajos le importan a él las risas y saltos de alegría de los de Miami. Que carajos le importa si la historia le absuelve o no. Vivió la vida con el fanatismo radical de ser la única. Y dicen que se aparecerá su espíritu donde haya injusticias. Es decir en todas partes.