Escribo a tientas

Escribo a tientas esta noche de la noticia inevitable de tu muerte, Comandante. Aún la leche y miel para niños y ancianos sigue de ideal. Y seguirá como sueño por alcanzar mientras se viva en los tiempos de la miserable usura. Has muerto viejo sabio, montaña misma, mariposa de palabras cargadas de tiempo y de utopía. Que diste sentido como brújula a tanto ideal. Te llamarán como te llamen -entre líder, comandante, estadista y tirano- está inscrito tu nombre en la historia. Entre tantos que sueñan y los que no. Los que leen y no. Los que miran hasta el límite de la nariz, y los que vuelan en el campo el cometa del futuro. Los cómodos. Los del confort. Y los sin zapatos y con hambre. Te llamarán de un modo u otro. Las víctimas del lucro, de la usura y los poderosos tendrán nombre distinto para ti inscrito en su pensamiento. Caballo brioso, de los imprescindibles. Vuela en paz. La vida y la muerte son el mismo sueño. Un juego inútil de ajedrez, con las piezas movidas de quien nunca se esconde, porque está en todas y ninguna parte.

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