El Caballo

Llegué tarde al teatro Karl Marx en la Habana. Era la clausura del Congreso Pedagogía 2003.  Avenida 1ª, entre Calle 8 y 10, Miramar. "Estará El Caballo", me asegura el chofer de la guagua (carro de renta). Es lo que nos dijeron, le respondo. Dale "candela" que ya es tarde, le pedí. Y sí, entré al teatro. El más grande de Cuba. Aún estaban los números culturales. Un ballet de contradanza (country dance) con muchachos y muchachas. Ya iban por su segunda melodía moviendo sus cuerpos. Bien. Acopladas las parejas. Y las parejas en el grupo de cuarenta o algo más. De pronto los aplausos de las primeras files y fue subiendo de intensidad y se iban sumando los aplausos, hasta llegar a nosotros, en las últimas filas. Luego me di cuenta. Eran alumnos de educación especial, con síndrome Down. La emoción hasta las lágrimas. Luego palabras del ministro de educación. Y al final el discurso de Fidel Castro, a quien los cubanos de a pie le dicen El caballo. Habló sobre la necesaria educación. De los logros en Cuba. En su discurso citó varias veces al apóstol cubano de la educación. José De la Luz y Caballero: "Solo quien puede ser maestro de sí mismo, puede serlo para los demás". He allí nuestro dilema. Yo vi de lejos, y escuché de cerca al corazón a Fidel Castro, en la Habana. Volviendo a De la Luz y Caballero: "la escuela la hace el maestro, y ha de saber más de lo que enseña. Debe tener suavidad y firmeza. Hágase respetar y será respetado" "Los alumnos deben hacer composiciones de lo que van aprendiendo, para que se fije mejor el conocimiento, y no solo se basen en la memoria".

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