Domingo de balance

Lo que perdí, lo que gané. Sin aspavientos. Escucho ahora a Billie Holiday. Luego a Louis Armstrong. Discos de hace años comprados en los puestos de revistas. Y ahora desempolvo. Movidas canciones, motivan los pies. Los días de la semana se han ido. (Solo de bajo). Y vienen de nuevo en la circular medida del tiempo. Metáfora de movimiento perpetuo en esos agudos de trompeta,  Armstrong. Me agita la sonrisa. Se talla su sonido en mis huesos. Mis dientes tratan de aprisionar mi lengua con sabor a naranja. Y el café no llega. No aún. Me asomo a la ventana. Y desfilan los vecinos a la misa. Van de la mano, felices. Y los niños les siguen en la ruta que tiende a buscar el anhelado cielo. Tengo aquí, a la mano,  un cancionero de música latinoamericana. El Barzón. Volver a los 17. Y a la mano la guitarra que te ha visto, por si se ocupa. Recuerdo de los días pasados. Y a la distancia se saborea, Mauricio Gómes, el pescado brasilero de este domingo. La vida, amigo poeta, tomando de Espronceda, sigue viento en popa a toda vela.

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