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Mostrando entradas de julio, 2017

Aclaraciones

A veces tomo prestado un sueño y lo expongo. Me gusta estar en un café. Y a palabra suelta reír. Pierna cruzada. Y ojo listo para el guiño. Tocan la campana y regreso a mis obligaciones. La vida debiera ser un recreo permanente. No soy yo el pez. Y quisiera serlo solo por cantar la canción de JL Guerra. Siendo como casi son ahora las 12 pm. refiero a Cenicienta. Y de porcelana, por la canción Serrat. Mas en todo caso soy yo, el que se retira a las 12. A tratar de soñar durmiendo. Mis cartas credenciales las guardo para mostrar en mejor momento. Aclaro a veces sí y otras no. Si escribo tiempo es por la conciencia plena y clara que se agota mi oportunidad. Y voy en ruta al último andén. Ando en los 57. Si escribo templo es porque quiero entrar. Es un sueño. Sí. Y orar, que por cierto no sé. Mas no tengo la llave ni la clave. Yo me entiendo. Quizá lea un poema. De otros de preferencia. O un intento mío. Aclaro porque dicen. Si escribe sufre. Desalienta. Humo en los ojos. Si escribe desped

No tardes

No tardes. El instante se ha ido.No hay palabras gastadas a cambio. Ni alegres recomendaciones. El texto no existe. Solo breve estuvo en el sueño. El despertar fue difuso. No llames, llamarada. No tardes. Coincidir es solo una bella metáfora del tiempo y modo para alegrar el alma.

El pez en la pecera

Un pez en la pecera. No se salva. Luego la rutina de sus recorridos. Agua suficiente, limpia. Con esa claridad traslúcida. La seguridad de que no habrá caña de pescar con señuelo, anzuelo y carnada. El pez ante la pared donde se refleja pareciera decir me celebro y canto. Whitman, sí. A veces como piruetas verbales. Salta sobre la superficie, sufren sus agallas. Rojo melocotón. Y el aire se arremolina como tratando de vencer el tedio.Un pez en la pecera. No sabe enfrentar al gato que espera con su zarpa listo. Quisiera ser un pez.

Yo me pierdo

Yo me pierdo en las mañanas de domingo y con sol. Me pierdo de todos para encontrarme sin mirarme el espejo. Echo de menos a la gitana que inventa leer la suerte. Nada sucede de sus predicciones. Solo la sonrisa. Suya propia. Y la carcajada.

Nobleza

Encuentro nobleza en las palabras. En ese contenedor con historias preñadas de sal y azúcar. Porque dicen lo que significan. Y dicen más en convenciones donde las mismas se unen a otras. Levantan la letra o la trasquilan. Encuentro nobleza en la flor eterna y en la efímera que acaba su forma en un solo día. En la fruta de colores radiantes y pulpa sensual. Amanece domingo. Y el sol entra hasta el comedor. ¿Por qué los domingos tienen esa nobleza señorial de saberse eternos? porque se saben tiempo. Dominio. Misa y plaza. Nobleza en los árboles de palo duro o blando. Con follaje que invita al libro a meterse bajo su fresca sombra. De la mano, sí, entre las manos. Burbuja de sol y sombra, la vida es nobleza. Y es vida eterna y efímera. Las palabras asoleadas tienen sed de espacio en página. Las risueñas vienen del circo. Nobleza en el rey desnudo de feudos. Rey de chocolate en alguna canción de infancia. Era. Nobleza en las palabras de los niños en el diálogo entre generaciones.

Buenas noches, buenos días

Buenas noches, buenos días. La vida sigue a pesar de la muerte. Sonríe a pesar de sus fracasos. Y los nuestros, ni se diga. Bombín de fiesta. Lágrimas de  por qué a mí. Y gritos desaforados. Buenas noches. Buenos días. El aire es benevolente. Y circula. Los buenos deseos lo mismo. Y la añoranza por esa cercanía que parece lejos. Y lo mismo por la lejanía que parece cerca. Lamento lo que lamento. Amo lo que amo. Y las palabras se quedan cortas.

Muerte

Muerte de sal y cal. Muerte de arena. Muerte mineral. Canija y cabrona. Odiosa de por sí. Odiada por los apegos. Por esos adioses inesperados. Hay golpes en la vida tan fuertes.  Muerte rival. Muerte de cuento. Ama y esclava. Triunfante y derrotada. Muerte de suerte. De moral y pan. Muerte de dulce y mejorana. Dolor y llanto. Impotencia. Muerte de error. muerte con alas de cartón. Mariposa negra en un rincón. Verso final. Viento fatal. Muerte de santa. Muerte de hiel. Baraja y apuesta. Agua sin color. Muerte de amor. De soledad. A causa de. Falleció sin rictus de dolor. Muerte bendita. Muerte de renovación. (Por la muerte de la joven y sonriente hija de mi amigo Lorenzo)

Utopía

La utopía se asoma al final del sueño. Y caminamos. Bucólica o pedestre. Romántica sediciosa, como Hamelín nos lleva con la bandera en alto. Y seguimos de frente. Aún con mar seco o muerto. Contraria al oro. Y luces de Neón. No requiere publicistas. De por sí. Y más alejada a palabras que abarcan mucho. La utopía fuma pipa, con sombrero. Dama o caballero. En el jardín de las flores blancas para la amistad. Lleva señuelo. Que es la vida misma. Y caminamos jubilosos. Nos espera la estrella ganada para la frente. Oh, utopía. Cuántos manifiestos para invitar a hacer revoluciones se han proclamado en tu nombre. La muerte es punto final. Y en virtud de las precisiones la utopía escribe puntos suspensivos. No muerde, eso sí. Ni tiene letreros de cuidado con la utopía. Al contrario, la persigue el lucro, la usura.

Cenicienta

Se va a dormir. precisamente ahora. Cenicienta de porcelana. Robamos un vals al martirio. Por si las noches en vela o duda. Ese insomnio insistente. Y ante el espejo referirse a otro yo, que escapa al control. A las calificaciones. A las etiquetas. Por lo pronto. Buenas noches. Los sueños son buena oportunidad para encontrarnos.

Duermo en paz

Duermo en paz. Tomás vino. Epitafio. Y se fue. Dormir no es lo mismo que soñar. Y héme aquí. Yo que tanto decía del último andén. He llegado y me bajo. Escucho bienvenido. Con percusiones de tambores africanos. Y flauta dulce. Jazz en restaurant. Tinto. En la gala de imágenes. Un bajo. En paz, Nervo. Retengo los versos. Y acomodo música de vals. En ocasiones tristes. Más allá de las partidas en el ajedrez de la vida. Peón para reina. Un fulgor el consuelo, rayo de luz. Duermo en paz. Conciliado con el call é pohne y la biblia. Juramento de fe. Por si las dudas. Fueron tantas las despedidas. Y risas. El que tanto se despide. No se va. Pero apagan las luces. Y entramos de nuevo a escena. jazz. En paz.

Limbo

Infierno y cielo con la yema de los dedos. Cabral. Nota roja en 2011. Un barrio de Guatemala. Edad: 74. Y queda allí la nostalgia abigarrada por esos días. Entre notas musicales y epitafios. Otra edad de los sueños. Una bandera y sueño. Pobre el del dinero. Y en el limbo escuchas Cascanueces. Y el templo del sueño se vuele anhelo a voces. Pase y salude. Pose. Hemos descubierto el mar. Y el cielo se confunde en el horizonte. Entre azul y noches. Viaje todo incluido. Los libros, por ejemplo. Y el diario por lo de las noticias. Nota roja y sociales: moda y muerte. Cuando menos te lo esperas, despiertas. El limbo era parte del escenario en el teatrino. Porque hay un Dios que nos espera en los pétalos de la rosa de los vientos.
Intrínseco momento desafiante. Me obnubila. Y da de vueltas para todo de cabeza. Como marometa en la playa al alba. Madre, yo lo sé. Nos encontramos de nuevo en la plaza. Hace menos frío con tu paz en la sonrisa. Un gato blanco cruza la avenida. Y el templo resplandece. Una luz se enciende. Y tú me abrazas. Has hablado, has dicho, has escrito. Y te vas despidiendo. Me dice. Una mosca hace fiesta. Dos elevan la oración al oro. Mercancía en dos céntimos por la bendición. Y vamos en marcha hasta el delirio. El futuro no existe. Desperdiciamos las horas en diatribas existenciales. El instante es el momento en el que desafiamos al mundo por la edad, el deber y la conciencia. Caminamos vertical aún. Las palabras discurso por la paz.  Y la caverna no espera. A otras alas, mariposa.

Ego

Pequeños de todo el mundo. Donde anden. Bien a bien hagan lo que corresponde. Miren su espejo. Y con su brillo minúsculo hagan historia. El libro de lo pequeño tiene espacio suficiente. Os espero de vuelta. Saludo a todos. Pequeña muerte. Diosa de la espera . La vida breve no deja espacio para él fotoshop. Y el shoping como marca deja imagen de mercenarios. La revolución es una palabra grave. Su acento en la necesidad no deja espacio de discusión. Mi ego es exacto a mi medida, contraria al ser, pequeños. Un abrazo fraterno. Uníos.

Lo efímero

Lo efímero. Queda a cuenta de lo que es y deja de ser. Un pase de vista. Pase de revista. Y nada más. Como lo efímero en el juramento de amor eterno. O del ego camuflado en gigante. Porporción a lo pequeño. Lo vacío o banal es otra cosa. La conciencia de lo efímero es saber gozar los instantes en el día a día. No hay certeza de estar mañana. Cante el ruiseñor. El estado de cosas es en presente. Lo demás no existe. Solo en sueños. Y nada más.
Irme ya por Dios que me invento. E inventarme es fijar una imagen. Y seguir siendo el mismo. Yo me voy y me entiendo. Quién más me entendería. A no ser que mi madre o padre. Y en eso hay dudas. Y ya no están ellos para desdudar. Irme es seguir caminando. Y emprender retos en las nuevas historias. Crónicas de la alegría: la sonrisa del hambre; de lo que está al margen de los acontecimientos. Irme es cortar de tajo las alharacas del fondo. De la dos de bastos. De la que dijo leyó Hambre, de Hansum. Y trucaba palabras por despensa. Irme es olvidarme de todo. De las fiestas para navidades. De los "mi hermano, ya sabes que te quiero". Regresarse es venirse. Volver la vista atrás. Como reiterar. Que los griegos. Que la cultura helénica. Y seguimos tejiendo historias. Pero de eso al movimiento de los pies en las polkas hay gran diferencia.

Me distraigo

Lo cierto es que me distraigo. Entre colores de frutas del mercado y el arcoiris. La lluvia me llama sobremanera. Lo mismo que las nubes blancas. Y juego en la rivera o playa. Empiezo a leer un libro y cambio a otro o uspendo por escribir sobre temas que vienen de pronto. Sueño que estoy despierto. Y leo poesía y me embriaga sin sobresaltos. Busco agua del pozo sin tener sed. Voy rumbo al templo y no llego por mirar volar los papalotes en el parque. Acudo a charlas sobre filosofía. Y no encuentro el punto enredado de la madeja en las ideas. Me distraigo. Y lamento el tiempo que me deja de poco en poco. Luces, sombras, rostros. Un nombre y otro nombre. El recuerdo de mis padres. Los abuelos que no conocí. Y entre los poetas Kozer o Pound. Abro uno u otro de sus  libros. Y empiezo los poemas últimos. Ahora voy al día. Me preparo un café. Y en la mano tengo un jugo. De la chistera de este ya no salen consejos. Apenas uno que otro conejo pardo. Pequeño, pequeño, como un guiño a la vida.

No es necesario que me olvides

Los sueños son prodigios. Son las otras vidas que vivimos. Las cien mil vidas que vivimos siendo en esencia los mismos. Y nos transforman. Amanecemos distintos. Con la sonrisa o canto a flor de labios. Con renovadas palabras. Con vislumbres de felicidad permanente. Y en los sueños aparecen frases hechas. Para nadie. Solo el juego de palabras. Como sonidos ensamblados de palabras. Para la melodía que no existe. Y que se olvida en el despertar. Preciso ahora café. Arroz con leche. Y al despertar las pegadas y aladas palabras en los dedos de las manos. No es necesario que me olvides. Basta solo que no pienses en mí.

Amar en martes

Amar en martes y cualquier día de la semana es imperativo. Partir de uno mismo. De amarse como decir reconocerse. Nada puede partir hacia el amor, si no se ama uno mismo. En esa sencillez del individuo. En lo pequeño. En lo ridículo o sublime. Pruebe ahora. Con algo de descubrir belleza en lo pequeño: la mosca, el polvo, el grano de arena. Y mirarse al espejo, no para preguntarle como en el cuento: quién es el más bonito, bonita, espejito. Hablo del ser. Del interior. De lo que hacemos, hicimos, haremos, por el bien. Amar en martes es imperativo. Y amar en cada uno de los días que nos van quedando. Y a ser felices. Que son decisiones. No infortunio o suerte. Amar hasta que duela la sonrisa en el rostro. Hasta materializar el sueño.

La nostalgia

De mañana en tarde, la nostalgia por la despedida. En los viejos andenes, o centrales de autobuses. En los aeropuertos. Con la idea de volver en verano. O para Navidad. Y el regreso se retrasa por uno u otros motivos. Madre esperaba. Por esa despedida que nos vamos dando de a poquito. Los años rejuvenecen. Los años nos despiden desde la tierna infancia. Y nos animan por la eternidad en la juventud. Y despertamos un día con la conciencia plena de que todo es efímero. De que perdemos tiempo con los malos sentimientos. Cuando hablo de la despedida. No refiero a las ausencias cuando el apego era ley. Refiero a que nos vamos yendo. Y vivir la vida es necesario. Y puede ser sublime. Oh, belleza. Vuela una mariposa. Pica el colibrí la flor.

A pesar de todo

A pesar del exceso de humedad con la lluvia. De los pozos donde canto canciones tristes. Y miro el exterior entre abatido y esperanzador. A pesar de la tormenta que no cesaba. Cesó. Y los disparos de palabras cercaban hirientes por todos lados. A pesar de la raposa, la rasposa, De los hilos movidos en otras partes. El ajedrez me daba jugada. Me ponía en mis manos las piezas necesarias para el momento: torre, alfil, reina, o peón.  A pesar del tiempo perdido. Y de lo mucho o poco que nos depare el futuro que hila al presente. Seguimos dando agua y pan a la utopía. A la necesaria, para considerarnos erguidos y con razón suficiente. Héme aquí, seleccionando las palabras para el discurso de la vida. A pesar de las ausencias.
Permanece en los sueños el templo de manera reiterada. Me acerco para escuchar lo que se dice adentro. Se dice lo que se piensa. Y apenas algún murmullo como señal. Y yo busco el camino que no encuentro. Y despierto e insomne lo miro real. Cerca de mí y lejos como el verso perfecto. Como el beso que se anhela de alguien que ya no está. El templo es bello. Se anticipa fuerte. Adoquines en sus pasillo de frente. Y mármol en parte de sus paredes. Un Taj mahal. Una pirámide de Egipto. Para decir grandioso. Yo oro insomne y en sueños. Pruebo sal y azúcar. Ensayo ante el espejo mi triunfal entrada. El discurso místico. Alabado. Sin embargo me entretengo y espero. Escribo, viajo, río. Y a la mar dirijo mis cartas de las que no llegan. Y pienso reiterado en el templo. Mi admiración ante tal belleza de construcción. Divina. Y espero a la sombra del ciprés retomar fuerza para seguir en mi sueño. De ese ingreso. De ese día. Es que en sueños no hay dominio. Y llegan las imágenes. Cinemascope. Y en

El templo

Reiterado el sueño del templo. Macizo. Encantador. Sus amplios patios y jardines. Su fronda en árboles. La hojarasca por el suelo los días de verano. El viento mueve su fronda. Santuario donde anidan los sueños metafísicos. Imaginación donde caben todos los conceptos. Las alas para el vuelo, por ejemplo. Uno solo. Un solo ejemplo basta para urdir ensueños. El templo permanece. Allí. Inmanente. Y yo recorro intrincados y largos caminos para ir a su encuentro. Y queda lejos de mí cada vez. Como el horizonte que cuando voy hacia él en la misma proporción se aleja.  Y abril por las dudas. O septiembre. He de morir soñando. Vivir soñando. El templo es alucinación de la luz. Es el espacio para orar concentrado en las palabras. Y el templo tiene los cerrojos de las tantas puertas. Yo lo admiro. Y en los sueños se revela asequible. Templo milenario entre las generaciones. Puerta de luz en la caverna del conocimiento. Aquí me pongo a cantar. Aquí me pongo a orar. Buenaventura de los sueños. Don

A esta hora

A esta hora. 1 am. Van todas mis cartas. Las del recuerdo. Las escritas para ser lanzadas al mar. Las no enviadas. Las pensadas. Las soñadas. Porque al género epistolar me dedico. En guarda y custodia. Con la responsabilidad del afecto y efecto. Así. Para recordar a esta hora. Sobre la mesa. Sin dudas. Las cartas todas. Aquella enviada por primera vez a Baton Rouge. Las de Victoria. Las de la parsimonia en ese mostrar las plumas del pavorreal. Palabra sobre palabra como ladrillos. A esta hora. Con las razones de la flecha y lanza. Para ver si así, o entonces. Y la sonrisa viene al recuerdo. Pegada con las cartas al mar. Y en la mesa los ases. Encarta.

Texto en construcción

Es un alto honor darles a ustedes la bienvenida a nombre de la Secretaría de Educación, y a nombre del Secretario, Maestro Ángel Solís Carballo, a este evento, que simboliza el reconocimiento a ustedes -compañeros en el día a día- por el trabajo que realizan para que el sistema educativo funcione de manera eficiente, para que fluyan los procesos en el marco de eficiencia y legalidad. Para que la ciudadanía se sienta atendida en el servicio educativo. Y es un alto honor, porque en este evento nos acompaña, el Gobernador del estado, Lic. Arturo Núñez Jiménez, que con su presencia da realce al reconocimiento a todos y cada uno de ustedes en su Día. Señor gobernador, el sector educativo le reitera  el aprecio a su trabajo firme, transparente, efectivo y de trascendencia social. Saludo al Señor Secretario, Maestro Ángel Solís Carballo, quien le está imprimiendo un sello de dinamismo y movilidad a la secretaría de Educación. ********* El conjunto del trabajo general de toda la so

Resplandece el templo desde lejos

Resplandece el templo desde lejos. Es un sueño. Su fulgor destella a la distancia. En el centro de la oscuridad se ve su luz. Plena. Y el destino semeja laberintos entre luces y sombras. El camino se mira hacia un punto cardinal y otro. En ese girar permanente. En ese movimiento que no ceja en la espera del instante. El templo allá. En el sueño. Una luz. Un cenit. Un arcoiris.

El templo

No sé si lo vi o lo soñé. O lo vi en el sueño. Un templo señorial de radiante esplendor. Pan y agua para calmar hambre y sed. Palabra precisa para la oración. Y es verdad que oré sin sentido y sin saberlo. Columnas sobrias. Trazos y lineas que conforman un todo de belleza. Piedra caliza. Cantera. Ladrillo rojo. Todo en mezcla sin ser ninguno. Ninguno para decir nada. Pintura rupestre de caza. Bisontes y búfalos. La capilla sixtina es otra cosa muy distinta. Este templo me hizo sentir sublime. Terrenal. A pocos pasos de mi. Polvo y humedad, argamasa para nuevas venturas. Perdí el habla al instante. Por la visión que tuve. El templo majestuoso. Inmutable. Leve abrir de puertas y ventanas. Luces interiores encendidas. Como un fuego en potencia. Chispa. Y desde entonces busco buenos actos sin entender razones de quimera. Y esa utopía en espera de estar adentro. Postrarme y reír antes del momento de la muerte. Los oleos santos. El agua al decir bendita. Y dejar que me lleve la corriente. Vi

Vi un templo majestuoso

He visto un templo majestuoso. A inclinarme iba al sentir el poder en movimiento. Un templo más allá de consideraciones bíblicas. Más allá de historias. Y de elementos de futuro. La fuerza de gravedad es preciso tomarla en cuenta.  Se asoma uno al abismo. Y me iba de palabras y silencios. Evocaciones míticas por ese deseo de orar hasta el cansancio. Yo, que no oro. A menos que escribir lo que me viene sea una forma abigarrada de hacerlo. Divinidad de construcción. Con elementos exactos en cada una de sus lineas. Nube apenas de fondo. Pájaros cantando en su vuelo de altura. Y extasiado me perdí en el pensamiento.  Y aquí ando. Tratando de encontrar el camino de regreso. La carretera. Los árboles que circundan a ese alado templo. Oh, su majestuosidad. Y en su recuerdo evoco oraciones sin palabras. Aquellas que escuché en mi nacer en el tiempo.

Ahora que hay nuevo día

Insistente canta un gallo. La vida en oportunidad de caminar y mirar de nuevo como la primera vez. Y aprender palabras nuevas. Imágenes nuevas. Sensaciones nuevas. Ahora que hay un nuevo día. Ahora que amanece de nuevo en la conciencia de seguir. Los botones de flor que abren hoy. El rocío. Los sueños volcados al presente. El recuerdo que se concatena con los nuevos hechos. Al salón de música acudimos. Después al salón de baile a seguir con los pasos en el vals de la vida. Un nuevo día para tener que contar, vivirlo, como el último, como el primero.

Ahora que voy a dormir

Ahora que voy a dormir. Moriré como de juego. Entraré en los sueños que no he tenido. Y alguno que otro sueño recurrente. Pienso en el bien que no he hecho. Y en los tantos errores que cometo. Y guardo silencio. Las palabras no deben de andar siempre de fiesta. Y hablo. Y las palabras se desbocan por salir. Y se atora en la reseca garganta la que necesito. Ahora que me voy a dormir. Recuerdo que he olvidado a mi guitarra. En ese rincón, con el pretexto de las prisas. He orado sin saber orar. Sin que esté permitido. Y he cantado sin saberlo tampoco. Mi alegría em rebasa con mucho. Y me merezco al alegría. De brincar bajo la lluvia. He de dormir. Y es ahora que me olvido de los pendientes. La lista es larga de lo que no he hecho. Un saludo y besos. Por ejemplo. Es un decir.

El estilo

El estilo es presencia o ausencia. Incluye olvidos o recordatorios. Ese que hacer sin objeto claro. Y con metas definidas. Ese desaliño cualquier día de semana. Un libro olvidado en el autobús. Un no mirar lugares vacíos. Objetos sin nombre. Rostros sin verdad. El estilo de caminar como alfil. O brincos en l como el caballo. A tiempo o destiempo. Con la memoria en crisis. Con el rescate de algunos momentos. Con ese caminar reiterado entre la flor y la espina. Uvas, dame uvas. Las palabras sublimes están a la mano. Invisibles. Tomar un camino, una palabra, una señal de los dioses. Y saber diferenciar lo que nos llena y colma. El estilo es el propio. Y siempre distinto a los demás. En pensamiento y obra.

Los domingos

Los domingos son oportunidad para el suspiro. Hacer de todo lo que se quiere. Hasta el no hacer es forma ritual del descanso. Un buen libro a la derecha. Y un aromático café. Y dejar que los minutos que lo conforman nos muestren la nueva flor. Y dejar entrar el viento por las ventanas y la puerta. Que el polvo se mueva. Si al fin es el destino. Que deje espacio mientras tanto. Hacer la nieve que se quiere. Preparar palabras en uso doméstico. No sé. Yo escribo por ejemplo de mi madre y padre. Y lo que sus años dieran en recompensa. Y se recuerda lo que no fue. Y lo que sí y ya no. A partes iguales. Los domingos pido paz. Y el suspiro se reitera. Evoco abrazos. De amigos que ya no están. O los de lejos. La distancia es la barrera. Este domingo. Buenos días. A todos los corazones y almas. Las del buen proceder.

Mi bandera

Mi bandera es la amistad. A ella me ciño. Es esa calma en la turbulencia. Es el transitar de la hormiga en la inmensidad de la montaña. Mi bandera es el silencio ante el ruido. El parloteo incesante, inacabable. La lucidez en la Torre de babel. La semilla que germina. La fruta que madura. Mi bandera es la amistad. Con ella se construyen castillos. Cabañas de descanso. Canciones. Y se reparten versos por la libertad. Mi bandera es el libro. Donde fluye el pensamiento del hombre perenne. La palabra dicha, escrita, pensada, soñada. Mi bandera es la amistad. Y la pongo en lo alto del asta. Para que el viento la haga ondear en lo alto . Y su imagen sea cubierta por todas las miradas. Mi bandera es el amor. Es la amistad. Nada duele en la adversidad. Ni en la oscuridad queda oculto. Si el amor y la amistad están presentes. Si están pendientes, como lo están.

Abre la ventana

Necesitas abrir la ventana. Para que entre la luz. Y el aire fresco. Solo eso. Abrir la ventana es una necesidad. Mira más de lo que ves. Observa. Los detalles pequeños son la chispa de la vida. Detén tu prisa. Acaba con ella. La vida se va conformando en los instantes. Y con ellos. Y se termina en un preciso instante. Mientras tanto, abre la ventana de tu alma y corazón. Permite que entre el aire fresco de la vida. Y la luz. La verdadera. Sé en la vida una lámpara.

Por qué se encaja en la costilla

Por qué se encaja en la costilla la espina de la oscuridad. El futuro está quebrado. El presente se paga y vive a plazos. Oigo a Silvio y Pablo. El breve espacio. Y hay humo en los ojos. De tanto vivir por los costados. Por qué el humo en los ojos. o la espina en los labios. Hay datos no correctos. Que dibujaron otras rutas en automático. Se acerca, sí, a lo que soñé. Cantan notas leves los gorriones. Limón y sal. Me entretuve toda la tarde en sermones y salmones. Discusiones baladíes sobre el arte y lo artesanal. La vida no hace diferencias en el buen vivir. El estar es una forma de belleza. Ha llovido. Y la espina se ha quitado desde hace cien años. Cien mil años. La costilla es otra cosa. Mariposa.

Vamos al olvido

Ven. Vamos al olvido. Es como un renacer. Olvidar la espina fiera. La escafandra puesta desde hace dos mil años. El olvido nos libera hacia nuevos sucesos. Otras bienvenidas sonrisas. Echar a volar el papalote. Encontrar figuras en las nubes. Ven. El espacio es nuestro. Por siempre. La vida no tanto. Pero queda aún. Desde aquella vez última. Dolor de muelas. Pesares. Y el olvido era negado a pesar de los tantos reclamos. Apretar la quijada. Voltear el rostro. Y seguimos caminando con plomo en los pies. Preciso entonces el olvido que libera. Camino ahora conocido. Por eso te invito. Ven vamos al olvido. Para crear otra historia nuevamente.

Es posible

Es posible. El amanecer nos lo afirma contundente. Vemos el amanecer y seguimos de paso maravillados. Una flor. Un canto. La sonrisa. Mientras tanto, el amanecer y esa luz radiante. Y la oscuridad de las noches y otro nuevo amanecer. Entonces es posible. Lo que imaginamos y soñamos. Lo que sentimos, el anhelo. Que bien puede ser pan de vida. El agua límpida. La belleza en su esplendor. El templo del que te hablé en otras ocasiones. Ese preciso templo. Es posible. Desde todos los puntos de vista. Pero sobretodo viendo el amanecer.

Mi elemento es la vida

Mi elemento es la vida. Aquí nado como pez en el vientre. La vida con sus distintos colores. Un arcoiris de fiesta. Una tremebunda música en dispendio. Los saltos y risotadas. Los juegos malabares de la infancia. El amor en sus cien mil una circunstancias. Las tantas interpretaciones de la espera y bienvenida. Un tren viene y pasa. Un colibrí se embriaga en el néctar de flor. El agua pasa por mi pasa. Kate  de mi corazón. Adivinanza. Mi elemento es la vida. Que viene junto con la muerte. Necesidad en el rito de las generaciones. Los tantos rostros repetidos. La película en blanco y negro. Y las crtas olvidadas. No olvido. Mi elemento es la muerte. Por eso el amor a la belleza de vida.

Deja que duerma

Deja que duerma, ya es tarde. Las 23 es el límite en la heredad del feudo Las llamadas a misa por campana, no han surtido efecto. Sigo siendo agua y circunstancia. Y los lebreles han sido dominados. Albricias la uva y las palabras del corazón. Mañana será otro día. Mientras tanto deja que duerma. Las revelaciones vienen en los sueños. Y a las pruebas me remito.

La mirada

Somos lo que miramos, lo que queremos ver. Somos las palabras que utilizamos. Somos los libros que leemos. La lectura misma nos construye. Y en eso es fundamental la mirada. Entre la borrasca miro la luciérnaga. En la lluvia, la transparencia. Y sed de las plantas. En el ruido, miro los pájaros. Y mirarlos es cubrir mi instante de sonidos. La mirada es fundamental. Aún con los ojos cerrados. La mirada sigue penetrante en las imágenes que guardamos en nuestro cofre del tesoro. La mirada lúcida, esperanzadora, amorosa. Sin más.

Cantan las sirenas

Tema voluptuosidad. Específico: sirenas. Era el tiempo de corte de la vida. Andábamos cantando al por mayor. Me esperas. Esperamos. Veinte años que es nada. Y las sirenas nos llamaban. Y desde lo alto caía polvo de estrellas. En sonidos y palabras nunca escuchados. El bien carnal. El polvo húmedo.

A veces me despierto verano

A veces me despierto verano. Y las luces del amor se encienden. En esas tardes de agosto de cuando la edad era asunto secundario. Y se reparten papeletas clandestinas sobre el cambio. Y van poemas y canciones como uno solo el camino de la felicidad. Salvo que no sea por eso.

La vida nos da una fiesta

La vida nos da una fiesta. Y de nosotros depende de lo que hagamos aquí. En este presente efímero que es mejor que un pasado o futuro que no son. Y estamos en el banquete de la vida. Con música de ocasión. Y sonrisas con pastel de chocolate. Los tantos abrazos, los tantos saludos. Y las palabras de brindis. La vida es una fiesta. ¿Cómo estás? Bien, de fiesta, porque tengo salud y vida. Y libros para el diálogo permanente entre generaciones.

Estamos bien

Estoy bien, estás bien. Y los días nos llevan por cuestas y bajadas. De fiesta en prisa, como cabalgando el tiempo en amaneceres, y atardeceres. Cerramos los ojos. Y el pensamiento anida en laberintos del pasado. Recordamos a plenitud otros momentos entre la nostalgia y añoranza. Y volvemos cuando nos llaman. Para atender el presente que es donde radicamos. Galletitas con café. Atención nos piden. Y andamos de prisa quedando bien por si las dudas. Al guiño respondemos con guiño y a los gestos adustos con indiferencia. Como si la vida fuera un reaccionar por otros. Mientras tanto estamos bien. Hojeo un libro. Nombro un autor. Y le dedico el día a leer sobre él. Estés bien.

Si acaso el destino

Si acaso el destino, ese proceloso mar de desatinos, logra que encontramos el mismo punto en el mismo instante, será un milagro. Brotarán palabras como de manantiales. Y las manos encontrarán su mejor discurso. Si acaso.

Miro lo que me mira

Miro lo que me mira. Tantas veces observado, observo. Y en esa ruta me convierto en observador. Y mientras me observa el pájaro, la niebla, el gato, transito este día y los otros como los he transitado. Altibajos necesarios para el equilibrio. La flama del cirio, ni tan cerca o lejos del santo. A la distancia del alumbre necesario. Miro un amanecer. Y puedo decir amanezco. De no ser así no habría en función de mí nada en absoluto. Oigo cantar. Ruido de motor. Un pájaro habitual. Viene a mí la imagen del mochuelo que volvía a buscar un árbol talado. Así por días. Lo miré y me miraba. En fin. El nuevo miércoles.

Uno anda transitando

Uno anda transitando entre diatriba en diatriba. Y de sonrisa en sonrisa. Es un juego de palabras. Las circunstancias de la vida. Los mismos guiños forman parte de la vida. Y hacemos fiesta sin dinero.  En uno mismo. Fiesta verdadera. La interna de alegría. Donde lo baladí externo es innecesario. Linterna alumbra cuando la oscuridad cerca tremebunda.

La granja

Quién soy yo para estar afuera, O quejarme por estar adentro. Con qué argumentos defenderme. Qué Ley. Qué lineamiento o norma me ampara. Que jurisprudencia o derecho puedo utilizar para estar afuera. O determina que es mi lugar. La granja es el lugar común de los personajes de la fábula. Obra literaria con mensaje. Todos somos personajes principales, según autor y tema, Viene incluidas en el guion zanahoria y rama.

Me gusta el instante

Me gusta el instante en el que vivo. A veces ese instante tiene al pájaro carpintero persistente. Al colibrí sobrevolando la flor por la miel. O una gota de agua que pende sobre un pétalo. El instante nos identifica. Nos mueve. Es el momento preciso del beso anhelado. En el sueño o lo real. Un ejemplo. La hoja cae. Y se detiene en el aire. El instante se congela y queda en el recuerdo. La sonrisa es la caricia al alma. Los instantes se suceden. Y la vida se va.

A la hora de la lluvia

La lluvia llega a la cita en punto. Antes nubarrones y rayos. Con todo el despliegue del gran teatro universal. Efectos sonoros, truenos.  Mueve el viento frenético las hojas. Y nos recordamos, inevitable. La lluvia baja el mensaje  de la naturaleza, ese Dios a quien le cambiamos de nombre según la circunstancia. Nos asomamos desde la caverna. Transparencia líquida. Y las sonrisas de algarabía. A la hora de la lluvia. Nos mojamos. Nos mojamos. Y cantan en coro Dioses y ángeles.

A la hora del recuerdo

Entre sueños cruzan los recuerdos. Y andan por allí de vida en pena. Como solazándose. Como si fueran tan necesarios. Y lo son. A la hora del recuerdo nos acomodamos bien en la poltrona. Y entrecerramos los ojos. Y nos escapamos al pasado. Chapoteamos entre versos y roces. Las sonrisas sonoras hacen eco en el alma. Y la piel se revela cómplice. Damos preferencia a lo grato. Y en el recuerdo se cuela el dolor y la angustia que fueron prueba superada. El tiempo cura. Casi todo. Un café nos auxilia. Y humo entre a los ojos. De un fuego del que cenizas quedan. Y la brasita cubierta en polvo aparece en la hora del recuerdo.

A la hora del olvido

A la hora del olvido, no podré nombrarte. No sé si sea justo y necesario. Solo que llegará el olvido. Y con ello ningún rastro que me lleve a un nombre conocido, ni desconocido.Serán las horas de tarde o noche. Y quedaré pensando en alguien difumando el rostro, el cuerpo y las palabras. Somos hijos del pensamiento y el nopal. Habrá quizá piedra o espina, que por su relación ande acercando un nombre. Ya encarrerado me hundiré en la sombra del olvido. Paleta de limón.

Me tienes a tu lado

Me tienes a tu lado y no te das cuenta. Escuchas ruidos, murmullos, palabras, y volteas a ver y te sorprende que no miras a nadie. porque estoy a tu lado. El viento sigue su curso. El horario del reloj sigue en su movimiento. Los pajaritos cantan. Y sientes que la vida se va y viene. Mientras, nos entretiene. A tu lado, sin que te des cuenta. Escuchas las canciones que aprendiste de mis labios. Y en efecto. es más fácil encontrar rosas en el mar. Oh, Aute. Dices palabras sin sentido, Me evocas. te alejas. La poesía es un discurso oscuro. Te equivocas. Es de luz. No te entiendo. Hablamos solos. A distancia. Como la canción de la Sonora Santanera. Las trompetas se comunican desde lejos. Lineas paralelas. A tu lado, si,

Afanes

Importan los afanes de hoy. Los de ayer o mañana, no. Y escoger los esenciales, los que nos conducen a buen puerto, los que nos llenan a plenitud. Afán por el oro es tiempo perdido. Confort del vacío. Lo vacuo. Lo fútil. Suena la campana. Llaman a hacer obra de gracia, más que el decir. Los afanes de hoy llaman. Mueven. Iluminan. Un grano de arena. Un ladrillo. Son útiles en la obra. Se suman. La palabra al conjunto del texto. La mirada tierna, de ilusión, al amor universal. El hacer el bien, a la obra universal de la paz. Que el afán del hoy se imponga. Que los de mañana tendrán su propio tiempo presente.

Almas tristes

Hay almas tristes con escafandra. Resistentes al guiño. De por sí. Que se miran al espejo. Hay egos superlativos. Hay espejos multiplicadores de gestos adustos. Las histerias son denominativo común en muchos. Quizá la premura. Las prisas por llegar a tiempo. Los puertos se confunden. El espejo es el puerto para asomarse a uno mismo. Y nos miramos sin ambages. La máscara se renueva automática. Hay almas tristes que se alejan cada vez más a preparar brebajes de desesperanza. Miradas lánguidas que nada dicen. Y se ocultan tras un parloteo interminable. De buenos deseos. De vacíos intransferibles. De brindis en navidad y fin de año. Necesitan otros para sentir que existen. Y llevan cauda de desesperanza, de hastío.

He de morir con la esperanza

He de morir con la esperanza. O un poco después. Nunca antes. No antes. Porque la utopía mueve. Los grandes sueños mueven. De que todo cambie a bien o mejor. Un abrazo. Una mirada de aliento. Una ayuda sin moneda de cambio. Sembramos futuro con semilla de alegría. Miramos un libro. Y vemos en él un pensamiento. Palabras que cruzaron fronteras entre generaciones. Mensajes cifrado de siempre buenos deseos. Una canastilla en red para lunas. Una manzana compartida. Una mujer canta las canciones de cuna para su hijo. Y tiene vislumbres en sueños de un futuro mejor. La esperanza no muere. El amor nos hace invencibles. Probad dulce esta mañana, de buen sol y rocío. He de morir con la esperanza viva sobre mis hombros.

Cuando vaya por ti

Cuando vaya por ti, corazón con espina, he de encontrarte. Como aguja de pajar. Como minotauro en laberinto. Si a pesar de todo la vida se integra por momentos. Y al encontrarte será un muy buen momento. Templo de los dioses. Sinónimo de los adioses. Vendrán por mi para prevenirme del canto de las sirenas. Y a ese llamado he de responder con actos de locura. No tengo tiempo. Oídos sordos. Palabras necias. Iré por ti por el llamado antiguo. Por las palabras primeras luego de los sonidos guturales. Por causa del olvido. por las historias que nunca fueron contadas. Su a pesar de todo. Si la constante o la indiferencia. Cuando vaya por ti. Será el arribo a las Itacas. nada he de encontrar de extraordinario. Solo que el viaje fue el motivo de vida. Espàrragos, lechugas y rábanos. pescado asado. Y un vaso de vino. Y celebrando la vida. Cuando vaya por ti. Ven a mi encuentro. El punto exacto de la nuestra vida.

Me corresponde una muerte chiquita

No habléis de la muerte. No es justo ni propicio. Y menos cuando las visitas. Me decían. Me dicen. Yo había pedido para mí una muerte chiquita. No hay revés ni envés. Todo es dicho en códigos. En el mismo idioma. Sí, pero a su tiempo. Me corresponde.

Cuando vengas por mí

Cuando vengas por mí, raposa sonriente, avísame antes para prepararme y darte la bienvenida. merecida tengo tu visita. Merecida tienes mi desplante de cabrío. En fin, que tu visita significa ruptura.  A paso lento, a cámara lenta, la despedida con tu beso. Nadie me habló de eternidad. Al contrario. Nos entretuvimos en lecturas, en escribir cartas para nadie. Una brizna de esperanza. El local del corazón fue cerrado por demolición. Cuando vengas por mí. Mas tu aviso. Haré lo que me corresponde. Los besos son tema sumamente delicado. Los versos fluyen pez en aguas de la pesadilla..

Mosca muerta

Una mosca muerta está más que viva. La he visto en fiestas sobrevolando pasteles. De allí a los baños va de carrerita. Y regresa a la dulce vida del pastel. Y por más que la alejan. A sombrerazo limpio. Por más que la maldicen. Y le dicen que Dios no creó cosas inútiles. Mas la mosca estuvo cerca. La mosca muerta. Inmortal. Vuelve por sus fueros. Líbrenos Dios de las moscas muertas. Más vivas que nunca. ¿Dónde he escuchado esto? Seguro de las abuelas, que yo en lo particular no tuve. Madre, sí.

Un lirio casi seco

Un lirio casi seco en el camino. A duras penas sostenido plantado en tierra árida.  Lejos de la civilidad. De alguien que le acercara agua. Un lirio solo. Ha mostrado un botón de muestra en la belleza. Y a la espera de la flor. Otros botones se disparan. Había llovido hace tres días. Botones que anuncian colores lilas con blanco. Un lirio casi seco muestra la belleza en un terreno baldío. La humedad le vino bien. Y el calor. Ya a punto el ramillete de flores. De este lirio que asemeja un sol. Por  la dicha que proclama. Y su belleza discreta. Como todo buen acto natural. Entre hierbas. Hojarasca. Y lejos del paso de personas. Un lirio casi seco mantuvo su esperanza. Y florece en verano. A sí van algunas vidas.

Precisamente estamos en el lugar

Preciso estamos en el lugar. A donde soñamos. Ambos. Separados. Lugar donde nos miramos al espejo sin reconocernos. Donde fugaces somos. Y el instante de ser, breve, termina. Sin otros momentos para recomponer lo andado. Precisa la nostalgia, los argumentos, los escritos de defensa. Como si fuera solo el decir palabras y crear el mundo nuestro paraíso. Infierno ya de por sí contado. Con mil oportunidades para enmendar los errores prescritos. Saltos dimos, tumbos. Y las piedras fueron distintivos por un tiempo. Veloces sacudimos las conciencias. De ser y estar con preciso significado. Que volandas de ideas. Como si nunca fuera necesario dar referencias de lo vivido. Metáfora el libro, la vida. Y el Dios que paciente nos mira. Nos juega piezas de un ajedrez mediano.

Texto alusivo a Julio, homenaje

Con la representación del Maestro Ángel Solís Carballo, Secretario de Educación, saludo al Lic. Laureano Naranjo Cobian, Director de Acción Cívica y Cultural del Gobierno del estado, quien acude a esta su casa, en representación del Gobernador del Estado, Lic. Arturo Núñez Jiménez, a quien el sector educativo por su conducto le envía un saludo y siempre nuestra lealtad y reconocimiento, y a todos los demás integrantes del presídium, quienes dan realce a esta ceremonia. Saludos a todos los alumnos y alumnas, a los maestros, supervisores y jefes de sector, a los compañeros trabajadores del área central, a quien siempre le reconocemos la importante labor que realizan, a los padres de familia, y al público en general que hoy nos visita. Este homenaje, organizado por la Dirección de Educación física, cuyo Director es el Lic. José Alfredo Herrera León, a quien saludo, y que junto con los maestros y supervisores de educación física, siempre han estado muy activos en organización de event

He aquí que estoy solo

He aquí que estoy solo. Yo y mis tantas voces. Aso carne. Tomo una cerveza. Y río. Una voz me levanta. Otra me pide caminemos. Y otra más me arrulla. He aquí que no. Que estoy acompañado. Asamos carne. Estamos en  Babel. Con enjundia y emoción todos somos oídos. Todos somos altoparlantes. Y estoy solo. Estamos solos. Cenicienta de porcelana, la canción. Hablamos de libros. De terremotos. De la selección nacional. De la deuda externa. No de Pessoa o de Ezra Pound. Ni de utopías. He aquí que cantan. Que la histeria es el abandono. Las miradas a la luna. Y las cartas a Eufemia. Cartas lanzadas al mar sin esperanza alguna de respuesta. He aquí que camino polvo. Que vamos a mil por hora. La carretera es de memoria a olvido. Y el letrero dice que solemnes hemos llegado al polvo. Solemos hacer caso omiso a las indicaciones. Al instructivo. He aquí este alegato en defensa. El juez les ha declarado inocentes.

Se desgarra la voz

Se desgarra la voz de la Joplin. El sentimiento, tal vez, tal vez, maybe. La tarde fue así. De tromba en vez. Viento en derrotero sin pared. Lluvia que viaja al origen. Y una flor de lirio a punto de nacer. Sigue Janis Joplin. Una casualidad. Como cuando pasas por el dial de la radio. Y sigues hasta encontrar algo especial para detenerte. Y escuchar. He tomado ya café. Suficiente en la moral. Para no dormir un buen rato. He afirmado, he creído. He roto con lo que fue y no será más. Y viene la paz. Decía del yoga. Y de Debussy. Que me permitieron sonreír al dormir con placidez. Y fin de la vorágine y borrasca. Ahora la rebeldía de la Joplin. Montada en las alas del pájaro fugaz de la vida. Donde no estaremos más.

Lluvia y viento

Para lluvia y viento, café como alimento. Si el fin es escudriñar en la nostalgia y añoranza. Recordar hechos del pasado que significaron poco o mucho. Hacer un balance es necesario. Y para ello nos ayuda la memoria del pasado. Ahora llueve y viento. La música de fondo como elemento. Y rayos con sus truenos y centellas. Corre en perro cachorro para guarecerse. Un botón de lirio a punto de abrir. Y las ramas de los árboles en un bello vaivén. Y un aromático café.