El templo

Reiterado el sueño del templo. Macizo. Encantador. Sus amplios patios y jardines. Su fronda en árboles. La hojarasca por el suelo los días de verano. El viento mueve su fronda. Santuario donde anidan los sueños metafísicos. Imaginación donde caben todos los conceptos. Las alas para el vuelo, por ejemplo. Uno solo. Un solo ejemplo basta para urdir ensueños. El templo permanece. Allí. Inmanente. Y yo recorro intrincados y largos caminos para ir a su encuentro. Y queda lejos de mí cada vez. Como el horizonte que cuando voy hacia él en la misma proporción se aleja.  Y abril por las dudas. O septiembre. He de morir soñando. Vivir soñando. El templo es alucinación de la luz. Es el espacio para orar concentrado en las palabras. Y el templo tiene los cerrojos de las tantas puertas. Yo lo admiro. Y en los sueños se revela asequible. Templo milenario entre las generaciones. Puerta de luz en la caverna del conocimiento. Aquí me pongo a cantar. Aquí me pongo a orar. Buenaventura de los sueños. Donde todo es posible.

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