Almas tristes

Hay almas tristes con escafandra. Resistentes al guiño. De por sí. Que se miran al espejo. Hay egos superlativos. Hay espejos multiplicadores de gestos adustos. Las histerias son denominativo común en muchos. Quizá la premura. Las prisas por llegar a tiempo. Los puertos se confunden. El espejo es el puerto para asomarse a uno mismo. Y nos miramos sin ambages. La máscara se renueva automática. Hay almas tristes que se alejan cada vez más a preparar brebajes de desesperanza. Miradas lánguidas que nada dicen. Y se ocultan tras un parloteo interminable. De buenos deseos. De vacíos intransferibles. De brindis en navidad y fin de año. Necesitan otros para sentir que existen. Y llevan cauda de desesperanza, de hastío.

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