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Mostrando entradas de enero, 2016

A Debussy

Debussy fue parte esencial de la calma. Su extensa sensibilidad sonora me acompañó esos días como parte de la obra. Languidez y alegría en brisa suave hacia cicatrizar el alma. Nostalgia de caramelo con hormigas. Sortilegio de la luna noche o día. Un año después lo escucho de nuevo. E inicio el recorrido en ese mar de recuerdos que somos mientras nos habitamos. Y esa calma me abraza todo. Me integra. Y el licor de la alegría me embriaga en ruta del futuro. A donde ando navegando otros linderos. Otras fronteras. Y se estructuran otras uniones de palabras. Para las nuevas emociones. Debussy, santo que dicta remedios para el alma. Ahora en el horizonte gozo de la nieve. O la lluvia de tarde. Camino entre las hojas secas. Y  en el parque la señora del perrito me recuerda a Chéjov. Y La Maga de Cortázar desfila entre los árboles como en pasarela. Olas de mar entre los sonidos se cuelan. Y la luna clara se refleja en el lago. Tesoro es el instante.

No llega el recuerdo

No llega el recuerdo. No. Y pasan los días con la esperanza cada vez más lejana. Que en algún instante. Por circunstancias propicias. Llegue un dato. Una fecha. El nombre de un parque. Una calle. El nombre y el olor de un libro. Ha sido tanto el tiempo ya vivido. Y es seguro que se va extinguiendo. El nuestro. Y es una dicha que los recuerdos queden. Aún los del dolor y el llanto. Aún esos. Porque son parte de la vida.  Hemos vivido. Dice Borges que nada es más nuestro que lo que hemos perdido. Porque está en nuestros recuerdos. Tragedia es cuando los olvidamos. Y en mí no llegan los recuerdos. Y me espanto como en caída libre al abismo. Ningún nombre del fuego pedernal. Ningún nombre de quienes pintaron en la cavernas esos bisontes y búfalos cazados.  No llega el recuerdo. No.  Y vacío de datos camino en un punto cardinal del que no sé el rumbo. (Con base a No llega el olvido, de Ena Gómez. Para ella. Por la amistad)

Pasa el tiempo

Soy de aquellos que leen los créditos al final de la película. Borges, el exacto, escribe a mano al final del cuento El Aleph; A Estela Canto. El espacio y el tiempo. Dos enigmas. Un nombre me preguntan para escribir al final como dedicatoria. Leonor o a la Cibeles. Y río por la anécdota y el reto. El tiempo, apenas  metáfora de la materia.Y el tiempo. El nuestro.  La película ha terminado. Borges lee ciego contento.  Los créditos para encontrar un nombre conocido. El año de filmada. El escritor exacto, Borges. ¿Que significa para usted el amor? Es tuya solo cuando se ha marchado. Se han marchado todos en una huida generalizada, como estampida de búfalos y bisontes. Y somos, asunto simple, lo que mañana seremos. Dios no lanza los dados para saber de lo que sigue. Ha escrito todo. Ese dolor o risa eran necesarios.

El tiempo pasa

El tiempo pasa. Perdona Pablo. Que te robe este inicio en tus palabras. Nos vamos poniendo viejos. Y la historia personal se dibuja entre tantos errores y apenas algunos aciertos. Normales en todo el que camina. Y el tiempo se escurre como saber del agua y la lluvia. Y en espera que suceda lo que nunca llega: una dicha permanente. Y en el camino nos encontramos afines en palabras, en risas, sueños o visiones. Esas ocasiones breves. Me refiero al nido del origen y las alas. Como paloma mensajera que dictó mensaje en el destino. En esa incertidumbre tan humana de no saber de lo que sigue. Solo esbozos o visiones en los sueños mismos. Y un texto del origen y un texto de aire y agua. O uno mas como salvavidas para el náufrago. El camino fue dictando sombra, fue dictando olvido. Mas no como desdichas, sino solo como el paso del tiempo. Escurrido entre las flores y el tiempo. En el follaje. En las las de tiempo de los pájaros, su vuelo. El tiempo pasa. Gracias, Pablo. Y esa de Hoy la vi. Suc

Aquí ando, este día

Aquí ando este día. Confeti bajo el árbol. Y la guitarra española. En repetidas canciones dicen de trayectos como borradores por la tarde. Me asomo a la ventana del destino mientras tanto. Y escudriño rastros en los rostros. Rastros que deja la alegría. Y el café perenne de los viernes. Aquí ando. Rumio palabras como siempre mientras dormita mi sombra por cansancio. No me lleva bien el paso, como juró un día somnolienta. Aquí ando. Sobre rastrojos del pasado que iluminan el presente en gerundio. Vamos, que es 29 y viernes. Y es enero en el inicio del año. Otros momentos forman parte de la historia. Por ejemplo, hablemos del diluvio. O las guerras floridas. Y la bipolaridad es asunto de nosotros. Había prisa por sorber el mar de un solo buche. El diluvio fue el conjuro de hacer el milagro con la especie. A falta del papel moneda. Uno y una. Y en las guerras floridas se esculpían las palabras. Para hablar del amor perdido y de que más gana el que pierde un bate para beisbol. O la mujer p

Cuanta prisa

Cuanta prisa tuvimos por la tarde. Un día común entre las flores. La carretera se ocultaba entre las ramas. Un recodo. Curva luego. Y la recta inmensa. Y allí. Entrada la noche, la luna vigilante. Historia de la especie. El rumor oculto en el silencio. La especie. Se contaron tantas historias. Entre ellas la de caperucita y el lobo. Rutina como expresiones de eso es todo. En fin. Hubo palabras tibias, disonantes. Y la prisa por correr en vericuetos. Prisa tuvimos. Y el tiempo se hizo sordo a los reclamos. Aparecieron las huellas en la piel. Cicatrices como jeroglíficos de la historia recorrida. Y recordábamos de memoria las listas de palabras. Confusas. Como promesas mal habidas. Yo escribía entonces palabras como decir la calle sexta. Cuadrante de la vida. O por ejemplo tomar el diccionario. Y abrirlo por azar en la página cincuenta. Y era prisa. Tarde de claridad entre tinieblas. Me acuerdo de las tantas prisas. Coral en el tintero.

Me olvidaba

Rescato en la memoria del pasado, algunas dudas y dos o tres certezas. A esta edad donde me nombro hoja de papel cuadriculado. Me olvidaba de recuerdos fuertes. Como el verso aquel bajo la sombra del ciprés y los murmullos. Recuerdo claro a Neruda en ese libro pequeñito de los veinte poemas de amor. Es tuyo. Es tuyo. Claro el acento. Y postergamos las diferencias por el ritmo de los poemas. Acaso enunciados de algo que tiene el fin desde el principio. Entonces me acuerdo del frío dominado con tus manos. Con diez años de menos. No significa nada. Solo diez años menos. La calle para verle. Solo. Y me olvidaba del pasado, como cejar en nada lo vivido. Y hacer de cada día ejemplo de la dicha grumos de harina, acaso. No hubo entonces más que canciones. Algunos poemas. Me olvidaba de mí, que ya es el colmo, de tanto andar a la orilla del río. Y en la vereda solo mariposas y guirnaldas. Flores del campo. Canta Silvio. Me olvidaba del tanto afán.

Me acordaba

Me acordaba sabes de un poema. Uno de tantos leídos. Y luego subrayados. No somos claro ni seremos. A lo mucho el rumor de olas. Viento o polvo. Nada. Y me acordaba. Las tardes de Neruda o Sabines. Galgo de por las calles raudo y rubicundo. O las caminatas por esa calle lenta de autos que levantan polvo. Esos andan por allí recordando lo que somos. Y viajamos nube en esos sueños de futuro eterno. Y levantamos castillos de palabras con ideales. Y con sombrilla detuvimos el sol. Si al caso este nos hacía bromas y doraba la piel dejando huellas de la ruta. El poema, ah, sí. Eran de esos poemas que refieren de dichas y desdichas. Y la pluma a subrayar para dejar huella. Sabines, sí. Pero esa ocasión fue Neruda. Poema XX. Puedo escribir los versos más tristes esa noche. Diagrama de al revés se verla. Frontera del tiempo que distrae mientras deslumbra. Yo también me entiendo cuando disparejos argumentos se soslayan. Hoy la vi, canta Diego y Pablo. Digo Silvio y Pablo. Y era el concierto de 1

Momentos

Canciones con viento suave, como velero. El botón se abre a flor. Se ha ido el tiempo de este domingo. Cíclico, tiene su momento exacto para volver. De hoy en ocho. En ruta al café de calle Brown, una tarde del ayer, vi llover, a raudales.  Inicio del fin para volver, como parte de una historia soñada. En el andén la señora vende flores y cancioneros de boleros. El flautista esboza una sonrisa. Palabras. Más palabras. La ruta fue haciéndose larga a medida del paso de los días. Un bisonte a la entrada de la caverna. Adentro, rupestre la mirada, rupestre el argumento. Las palabras de la caza con la pintura en la pared. Fotografía, improvisando un dibujo de la cara. Momento de lo que nunca será Lanzas y flechas. Buenos días, lunes. Habrías de volver en el preciso momento. Se activará de nuevo la luz del sol. Just like. Lennon. Es de madrugada. Hay neblina. Tu voz.

Antonios

-Hey, viejo, tú eres yo, en el futuro. -Chaparro, estás loco qué cosas dices. -Sí, algo loco estoy. Pero mírame bien. -A ver. Sí, tienes parecido con el niño que fui. -Soy yo, me reconozco en ti. -¿Te llamas, acaso, Antonio? -Sí. Lo mismo que tú. -Cierto. Coincidencia puede ser. Pero a ver. Solo tú lo puedes saber si acaso fuera cierto este momento de la realidad. Por principio de cuentas, dime nativo de que lugar eres. Y a ver, en qué año vas. Además dime los nombres de tus maestros. -De H. Matamoros. En sexto grado con el profe Nacho. Y Carlos Martínez, en primero y sucesivamente Antonia, Alejandra, Alejandro y Héctor. -Te empiezo a creer que tú eres yo, cuando niño. -Entonces te quiero pedir un favor. No me adelantes nada. Solo recuerda que siempre he soñado con ser feliz de adulto. Y ojalá lo hayas conseguido. Y tengas una guitarra o dos. Y prepares el mejor café. Nunca olvides el pan. El delicioso pan. -No te diré nada. No te adelantaré nada. Solo te diré que busques si

De Toñito

No fuiste lo que he soñado ser. Pero te agradezco seas feliz, que al fin de cuentas es lo que importa. Invítame un pan con café.

Leer y escribir en las escuelas

Desde hace muchos años me he manejado con dos certezas en el plano laboral educativo: una, que los mejores maestros tienen el hábito de la lectura. Son quienes cada vez que pueden andan con un libro en la mano, y tratan de conseguir o comprar uno nuevo.  Y por supuesto, los leen. Y, dos, que la escuela funciona mejor donde se promueve la “lectura libre”. En esas escuelas, donde los maestros son habituales lectores, se aprovecha el tiempo completo dentro del aula, o fuera de ella, pero con actividades educativas. El hábito de la lectura tiene distintos orígenes. Uno es la familia, porque tuvieran padres lectores, y de manera natural en sus casas había libros. Y sus padres les regalaban libros en sus cumpleaños o Día de Reyes. O ellos mismos, cuando había oportunidad, pedían  les compraran. Lo mismo pudo suceder que en la escuela primaria alguno de sus maestros fuera lector habitual y logró transmitir, con su entusiasmo, el gusto y la alegría por las aventuras que se cuentan en lo

Orioles

Silvio sigue soñando con serpientes de mar. Yo, en cambio, con orioles del norte. Su canto tibio para el frío. En búsqueda de cobijo. Y a la par en el sueño un sin fin de imágenes sin concierto. El bolero de Ravel de fondo. Madre despierta y luminosa. Unos brazos de no sé quien, ni recuerdo. Las canciones escolares. El amigo en la memoria. Y unos besos chocolate. En el sueño escribo nombres al azar, para ver si al caso viene el recuerdo hundido en el olvido. Suele suceder que recuerdo las serpientes de mar y canto sueño con serpientes. De cierto mar. Ay. Los orioles han aparecido ahora que ha dejadode caer nieve. Y el sol aparece en el oriente. Domingo de invierno cruel. La nieve en fotos. Los orioles en sueños con nieve. Fotografías en el sueño. Y café. Este sí, real, junto a mí, mas las palabras. Soy las palabras que pronuncio. Mas los silencios.

Cinturón

No sé si es casualidad, o qué. Lo cierto es que el anterior usuario del cinturón de seguridad siempre es flacucho.

A tiempo

Las razones son siempre precisas. Se explica un origen o relación. El decidir por x o y refleja un destino con apariencia de azar o circunstancias del momento. La lluvia cae precisa donde se necesita. Y donde se espera, precisamente la espera se hace larga. Como el amor, se cultiva la tierra para la cosecha, aunque las tempestades terminan con la siembra. Todo sucede a tiempo. Así en la tierra como en las nubes. En la sima o cima sucede exactamente lo mismo. El botón florece. La mirada le observa. Se escriben las palabras. El amor recibe una bienvenida. El amor se aleja como el colibrí a otra flor. Y vuelta a la hoja. La mañana es fría y se cuela el sol por la ventana. El sábado se desliza lento en el silencio de la noria. A tiempo llega el segundo y la hora. El reloj de la vida y el tiempo son precisos. Nunca más nos veremos, porque precisamente era necesario para mirarnos nuevamente. Aquí abro un paréntesis sin cerrarlo. A tiempo.

Instrucciones para el manejo de recuerdos.

Para manejar los recuerdos primero los olvido. No es sencillo. Porque fueron hechos de marcaje personal. Los que movían los pies y el pensamiento. Los que llevaban y traían el cuerpo y los sueños a un ritmo esmerilado con viento y marea. Los recuerdos fueron sumándose al paso del tiempo como es natural. Mas había algunos que se empoderaban las tardes a la caída de las hojas, o al encierro del sol. Otros, empoderados también, corrían a los buenos fantasmas de la noche y se metían solo para hacer sentir su poder provocando nostalgia. Así que los metí en una balanza. para saber de su peso específico. Hubo algunos que ni valían la pena y andaban allí pinchando el corazón o los ojos. Así que los fui dividiendo. La mayoría eran livianos, transparentes. Y los fui metiendo en el cajón del olvido. Solo que a veces me da por revisarlos. Es entonces que abro el cajón mentado del olvido. Los reviso de nuevo. Y son como mansos corderos. Y entonces me dedico simplemente a pastorearlos. O que se vaya

Corazón de roca

El azogue en la infancia me deslumbraba en el concepto: metal líquido. Y vimos el mercurio -ese es su nombre- deshacerse en pequeñas gotas, fragmento del todo, y luego unirlo de manera fácil. Y a cuento la porosa piedra pómez, que abarcaba los limbos de la piel, y derribaba costras malsanas, polvo negro adherido a los codos. Y el oro reflejaba el morbo de la luna inquieta  o el pez moscado. Y qué decir de la plata blanquecina o lechosa, como piedra transparente en viernes santo. El vidrio cortado  alcanza a ver el guiño o tu sonrisa. O el jade jaguar adornaba pechos en formas con relieve. Claros destellos de la dicha. Y esas piedras lanzadas por manos escondidas. Para lapidar excesos de morales huecas. Y aquella vez del corazón de roca, tu ventana. Puentes de piedras cual palabras que lanzamos al valle de luz para hacer vivir los campos. Donde ahora se han levantado los castillos de pureza. Esa tarde su mirada fueron puñales de piedra antiguos.

Mi bolero favorito

He amado las canciones. Tanto del feelings y el bolero. Y cuando conocí el tango, ni se diga, fue una gran sorpresa. Aquella vez supe que "Ladrillo está en la cárcel". O al escuchar en Uno del "precio de castigo que uno entrega por un beso que no llega o un amor que lo engañó". Son emociones y revoluciones internas. He vivido con el oído pegado en estaciones de radio y tocadiscos. Y mi mente se acomoda a las tantas sensaciones. Recuerdos de lágrimas. Recuerdos de risas. De  los pocos besos dados. Y de los tantos soñados. Y las tantas despedidas. Y de las pocas bienvenidas. He amado las canciones. Compiladas en libros. Curriculums de los pueblos. Recorridos absolutos por caminos insondables. Canciones de paz y esperanzas. De dolores y sinsabores. De recetas de cocina. De aspiraciones al futuro. Crónicas de amores eternos que bien caben en un vals del minuto. Mientras haya canciones. Si la ves, cancionero. Digo yo. Son tantos mis boleros favoritos.

Cada jornada particular

Conciencia, escalarse a uno mismo cuando la zozobra o desatinos.  Levantarse al instante cuando las caídas. Y brincar como rana en la alegría. Usted, por ejemplo, canta en las mañanas. Y coincide que debe ser mejor todo. Y coincide que debe haber miel y leche tibia para todos los niños. Y en mejores condiciones  para la magia del circo. La vecina tiende su ropa y canta. La señora de la esquina canta también mientras barre el frente de su casa. Y siempre alegre el vendedor de periódicos. Nada de tristeza aún en este frío que cala hasta los huesos. Pasan bandada de gorriones  muy de mañanita. Los mayores platican largo en los parques. Desafiantes, ríen, aún con pocos dientes. O ninguno. Desafiantes de la ventolera, incluso.  La felicidad nunca a la deriva. Vamos andando. La vida, esta belleza, con sus sueños de película, nos ha fijado  tarea: vivir a plenitud cada jornada particular.

Cala en la memoria el frío

Morados los pies cuando las heladas de invierno en la frontera. Salíamos a pie hacia la tienda o escuela. Y se resentía el frío que calaba hasta los huesos. Lo recuerdo ahora en este valle entre cerros luminosos. La novia del viento hace honor a su  nombre. Y el frío se cuela por las rendijas de la memoria. El refugio en la infancia fueron siempre los brazos de mi madre y su arroz con leche. Ahora lo buscamos con lengua fría para que la caliente el chocolate. Salvo que ahora no recuerdes. Tu corazón estaba helado. Y necesitaste cobijo y compañía. Tenías un zoológico lleno de pingüinos y salamandras. Cornejas y alacranes fueron tu orgullo. Y pintabas con labial las cartas perfumadas. En ese entonces se escribían cartas verdaderas. Reliquias de la historia personal con sentimientos. Amarillento papel, palabras nítidas. El viento helado ahora en estas calles te hace recordar los tiempos venturosos. Cuando cantabas al oído canciones de Serrat como si nada. Y el invierno se ha quedado como

Albricias

Albricias de nuevo el día. Con este frío que hace temblar. Sabernos vivos. Y respirar adjunto los suspiros. Ese diástole de los días, con un ritmo del corazón. Albricias el tiempo de testigo. Entre subidas y bajadas, y sonrisas alrededor. Un pan calientito, relleno de no sé qué,  acompañado con un aromático café. Y la vida de nuevo a cantar. Y ese tiempo que fue el nuestro. Nunca lo es de nadie, nunca. Es de todos cada parte. Hoy es día de echar las campanas al vuelo. Un vaso de agua transparente, es rotundo. Y seguir leyendo al corazón las historias de mañana y del ayer. Aquí me pongo a contar, con aprecio verdadero. Bienvenido el martes. Escribirá en mí su propia historia. La verdadera sobre la eternidad.

Vuelve Debussy

A verte viernes. Si vienes. Es domingo de tarde. Mientras tanto Debussy, ahora. Tristeza antigua en eso de volar y caer. A vuelo de pájaro, notas algo distinto en el devenir. Las nubes son gala de dulce de algodón a la vista. Mas El vuelo del vampiro te mueve en su lectura. La prosa cálida de Michel Tournier. A la izquierda el aparecerá el Popocatépetl en tres minutos. Y abajo el Iztaccíhuatl Dice el piloto. Frío de 9 grados. Y Debussy. ¿Por qué Debussy? Porque sí, porque fue bálsamo en esos días aciagos para el alma. Porque acompañó de mil maneras, sólo por el hecho de ser. Tormenta de rayos luminosos. Construir un presente no de mil maneras. Sino de la mejor manera. El reto. Y para eso las palabras. La amistad lejana viene a cuento ahora por eso de un hola provisto de nostalgia mezcla de esperanza. Y la charla como si fuera apenas ayer la despedida. Y Debussy adereza los minutos. Majestuosa la montaña. Y si no viene a mí, entonces iremos hacia la montaña. Fue el reto de la tarde en r

Alas de cartón

Construyó paciente sus alas de cartón. Le alcanzó en vuelo para poco. Cayó la lluvia. Entre Icaro y Sisifo, construye, esperanzado y soñador, otras, para cuando salga de nuevo el sol.

Domingo con aire

Domingo con aire. Ventolera a la distancia. Polvo en viaje sideral. La nada hacia malabares con palabras. Susurros y escupitajos para definir instantes. Dos polos siempre. Esa sensación de somos otros que esperamos la mejor noticia. Ha helado en Moscú anoche, dices. El abrigo, pásame el abrigo. Y hablas como navegando entre sueños. Crisol de los instantes. Hablamos de Sada ayer. Lo frenético del ritmo en sus escritos. Daniel, de nombre. Es domingo. El color coral de aquella tarde. La playa. Las olas. El vuelo de las garzas. Y a la distancia el converger lo azul de mar y cielo. Y los versos co besos. Es invierno. Domingo por la tarde. Y nubes de algodón donde te encuentro. Ha pasado mucho tiempo, canta la radio.

Del suelo al cielo

Esa distancia que hay del suelo al cielo. Esa voluntad férrea perentoria de exponer una distancia como medida de lo extenso y más. Es producto de la química del momento. De las conjunciones cuando el azar dictó su decisión. Y ese definir calificativos miel. En el más, la química volátil, ajustada al tiempo. Las pompas de jabón en su ingravidez y belleza. Metáfora que se escurre entre los rizos y el silencio. Y ese tornasol  se cuela por las rendijas. Hambre de estar donde te nombran en suspiros. Sed de nostalgia por la lluvia cuando sea otoño o no precisamente. Hojas caen y se levantan. Y al vuelo se entretejen como historias del pasar del tiempo. Insumisa la mirada y las palabras. Va de vuelta la distancia cual promesa. Como alegoría de lo perenne. Aletargado por imágenes piel de ángel. De ida y vuelta al infinito. Suele suceder cuando viernes. Que sencillamente vienes. Del suelo al cielo.

Misterio 1

Misterio el agua en vino.  Las lágrimas y el mar. Misterio la montaña y el viento. Y el cajón con calientito pan. Misterio el amor y el rumor de mar. Y las lágrimas. Agüita de amar. El ajenjo, misterio. Y el ajo. Ojo, en tu rojo mirar. Estampida de búfalos. Misterio el amor y su durabilidad. El odio y la envidia. Misterio el más allá y el más acá. Misterio el camino en soledad. Y el olmo milenario. Y la liebre en gato.  Entonces sí, por si las dudas, el pan y la sal. Misterio el sueño en su peregrinar. A la abundancia de buenos deseos. La suerte y el talismán. Al cocuyo y al caballito de mar. Misterio la ruta de tu mirar.

Misterio

Misterio la creación. La fruta verde en ruta a madurar. La jabalina lanzada al bisonte, y luego en el grupo compartir. Los dibujos en la cueva. Y desde el principio el cavilar, elucubrar. Algo hay después. Más allá. Y siempre pensar en perdurar. Y la muerte aquí está. Y en círculo en el volver a empezar. El alfabeto inicial. Y el conjunto de sonidos en sucesión. La imaginación de lo que será. Y las tantas imágenes de lo que fue. El agua en el fluir. El tiempo en el estar. La sangre en la distancia que recorre en su ir y venir. La información que lleva trascendiendo de generación en generación. La atracción vivaz. La ingrávida pompa de jabón. La manzana al caer. Misterio la luz y la sombra. El viaje entre la percepción de lo real a través de los minúsculos granos de luz. El azúcar y la sal. El tallar del vidrio para ver lo que a simple vista no se ve y el acercamiento de lo que a lo lejos está. La célula dividida en su multiplicación. El limo. La vinculación eléctrica del ser y no ser.

Pan

El mejor pan es el que tienes. La temporada será de calor o frío. Con viento o sin él. O lluvia, a veces. Mas el pan siempre es necesario. Va el abrazo, el guiño o la sonrisa. O todos a la vez. Mas que el pan no falte. Duro o tibio. Es palabra. Cordero de Dios. Bujía. Libro. Fósforo. Chispa. En el recuerdo aquel de madrugada, una fuente de pan cerca de ti. Y el amor mueve la mano. Está allí. Puesto por el corazón. En la vida los campos de  trigo. Campos de algodón.

Sobre los cuerdos

La fiesta es de los cuerdos. Lo demás es asunto nuestro. 

La radio me hablaba de ti

Había en la casa una higuera. En el parque un vendedor de pirulí. Y aquella encina verde. Que ahora vuelvo a recordar.Ayer, la radio, en estaciones con temas de azul pastel. El recuerdo a la distancia. De apenas ayer. Nostalgia por el arroz con leche que ya no hay. Cancionero para corazón de roca. Y además noticias grises. De lo que no sucede. Y cambiaba de estación. Cabalgaba entre los puntos sonoros del dial. Para escuchar  las canciones del ayer. El disco ya estaba rayado. De aquellas canciones himnos. Que evocaban saliva y miel. Por eso acudí de socorro a la radio. Y traté de encontrar, en las canciones, la primera vez, como un vals. Y desfilaron así. Nocturnos de amor. El piano man. Ipacaraí. La canción más bonita del mundo. Y creí. La radio me hablaba de ti. Suena bien. Había en la casa una higuera. En el parque un vendedor de pirulí. Y aquella encina verde. Que ahora vuelvo a recordar. La radio me hablaba de ti. Suena bien.

Como la piedra no piensa...

Como la piedra no piensa, me empeño en llamarla materialista. Descifro manzanas y me encuentro en lo que escribo. El tono es simple.  El tic tac del reloj suena. El tiempo se detiene a nuestro paso. La plaza nuestra está vacía. Uso de las palabras para ver si surge una chispa. Si enciendo luces de bengala para hacer fuego. El limo es el mismo. La nada se abre inmensa como tu mirada. La luna sigue su ruta en esta noche blanca. Y el presuroso e implacable tiempo sigue traficando con sus grietas. Aquí vamos. En los rostros van apareciendo las mismas máscaras. Y cantamos golondrinas como si fueran las mismas bienvenidas. La caseta de teléfonos ya no existe. Ni el café París de por las tardes. Tropezar de nuevo con la misma piedra, dice con música la radio de la esquina.

Para efectos del presente

Para efectos del presente recordar la historia. No la histeria. Los libros donde quedaron crónicas de hechos. Algunos versos de epopeya subrayados. Los afectos unidos. Las palabras de vamos adelante. Todo un pueblo se levanta. mas un ´pueblo es la suma de individuos. Con sus pequeños haberes, sus pequeños quehaceres y sentires. Y el estilo de levantar las hojas y pasarlas al proceso humus. Han quedado esquirlas por los años. Las cicatrices muestran el pasado de batallas. Un corazón incólume. El destino del hombre vale la pena. Y vamos sintonizando las mismas estaciones de radio, y entonando las mismas canciones. El caminar del cisne es el mismo en la derrota. La esperanza se mantiene. Para efectos del presente.

Imagínate

Imagínate el suburbio de tarde. Callejones entre edificios. La basura resguardada. Un gato pardo. Es de madrugada. Una caña de pescar. Las promesas de luz. Y las palabras de sombra. Una acera. El agua de lluvia fluye, transparente. Una canción sale de algún departamento. En el ascensor al cielo las miradas. Imagínate el soliloquio, el espejo, el ajedrez olvidado. La marca de ropa. Y el aniversario. Curva al sur. El texto se escribe a cuatro manos. Incluidos incienso y olvido. Imagínate lo que no está escrito, lo que se ha borrado, lo que escribiré. Apenas puntos sustantivos. Exploraciones de lo que antecede y sucede a los puntos suspensivos. Una historia o dos. Cocinadas a fuego lento. El barco flota. Con sus historias interiores. Capitán al timón. Un par de poemas. Y el viento huracanado. Tierra a la vista. Y humedad.

Las historias conocidas

Las historias conocidas cuentan de un barco en altamar. Bueno para el abordaje de sueños. Solo para el juego. Historias conocidas. Al final del día, en el recuento. Soliloquio de martes.

Sueños

Tuve un sueño. Eran juegos como de circo antiguo. Con faquires y malabaristas. Domadores de hormigas. Envío de mensajes con palomas mensajeras. Un sueño donde el público infantil, los más, disfrutaban a plenitud. Y tenían sus cantantes y magos.  Payasos e imitadores. Y ma mujer que se convirtió en araña, por desobedecer a su madre. La risa a plenitud y la sorpresa de sacar conejos de la chistera del mago. En los sueños, como en la vida suele suceder, el brinco de un escenario a otro. Como otras obras de teatro. Un río de baja profundidad. Los paseantes en el agua, disfrutando de lo fresco. Eran decenas. Y me encuentro a un buen amigo, de esos que usan lentes. Y sonriente se mete al agua con todo y ropa. Y la transparencia del agua permitió se mirara la zambullida. Y tardó dos o tres buenos minutos. Quienes miraran se alertaron de que algo le haya pasado. Y no. Apareció como si nada, con algo agitada la respiración. Mas feliz de su juego. Yo me despedí, con las ganas de meterme también.

Ícaro

Ícaro lo supo en el desafío con sus sueños de vuelo. A diferencia del ave, que no le preocupa que la rama cruja. Tiene sus alas, y el embeleso de su canto. Sus sueños duraron años. Conforme el paso de los días buscaba en plenitud considerar las circunstancias: soledad, polvo, lejanía. Cruzó por su mente las tantas frutas perseguidas. Desde la bíblica manzana, hasta los higos de la seca higuera. Consideraciones aparte. La risa era un síntoma inequívoco de que todo iba en plan. Y así sucedieron meses. Al fin creyó encontrar la fórmula mágica. la que sería al paso de los años como la fórmula ford. Construyó sus alas con pico de cera. Silencio, a nadie dice. Cuando mirando de arriba del hombro a los enanos incluidos los de baja estatura, subió al balcón de su soledad y desdicha, y con sonrisa trucada en photoshop saltó con sus poderosas alas. Y se le vio cual cometa alzar el vuelo. Mas tan pronto alcanzó la suficiente altura, donde se nombró almirante mayor de las fuerza únicas de aviación

Mar de risas

Mar de risas para circular mañana y tarde. Por las amplias avenidas y los callejones. Por las curvas del camino y las calles cerradas. Muerdo uvas y moras y mi corazón canta buenaventuras. Mar de risas por los juegos que anteceden y los que continúan. Échame a mi la culpa de lo salado. Pelar los dientes de ajo no son sonrisas. Apenas lágrimas alegres de cocodrilo. Ni tampoco el signo del zodiaco. Mar, pleamar, sonrisas todas. Porque el viento mueve el barco de vela. Y la espera no es por tiempo indefinido. Borges salta de la tumba para sonreír un poco. Es el cristal con el que escribe y mira. La primera palabra es tirada por el que no tiene culpa de nada.

Ruleta rusa

Cada vez el juego. De no saber si el mañana era a final de cuentas una bienvenida. Sin revólver devolver el piropo de cortesía por años. Dice: Para ya de consignar hechos, crónica de lo que nunca sucedió. El sol lo tapaba con un dedo. O cerrando los ojos. Presurosa en escudriñar asaltó a las razones. La ruleta rusa. Podría ser o lo es de una vez la muerte. Lanzó cohetones. Martirio de los oídos . Ladraban los perros porque siempre tuvo un pero para entrar al juego

En paz (borrador)

Cuando buscas donde no hay, encuentras donde no buscas. Y el tiempo, nada generoso, inmisericorde, hace muecas de hastío. Cansado y aburrido de las mismas repeticiones percibe alientos desfallecientes y los de nuevo aliento. No hay mañana. Suele suceder que el cristal con que se mira tiene Photoshop. Albinoni sigue tocando. Papel arrugado luego de varios ensayos de cartas. El agua salada de mar vendrá a cubrir de humedad las que están enviadas desde tiempos inmemoriales. La luciérnaga sigue en su ruta. La mosca quedó atrapada en el pastel. Y llega el invierno cuando declamas ante el espejo "vida nada me debes". En paz.

Amanece lunes

Amanece lunes con neblina, y algo de rutina. Perdonada la rima. El corazón lo mismo, preso de optimismo, como si fuera cualquier otro día. Y la mirada busca el rocío. Humedad que amanece. Las horas a plenitud con sonrisa van en su marcha con flecha definida. Y lógica de los acontecimientos, por supuesto. Estamos por instantes donde nos quitamos. Nadie ocupa dos lugares a la vez. Preciso por eso, escribir palabras de esperanza. El futuro viene siendo en los instantes mismos cuando llegan. Cargados de visiones del mañana. Y sin embargo se mueve. Y a ellos vamos seguros con música de Albinoni. Anoche para ser exactos quise escribir. Pleno y saltos con sonrisa. Entre pasillos iluminados de la casa grande en el campo. Como juego del movimiento. Y luego en el salón de baile del castillo. Y más después bajo la fronda del verde perenne de los árboles. Traslada la música. Y recordar claro, otros anocheceres y amaneceres. Sucesión de acontecimientos. Mas nunca el olvido. de la historia personal.

La computadora en la enseñanza

Así como el machete, hoz  o azadón, o cualquier herramienta para el desmonte, no tienen culpa de la alta hierba; así como la cuchara de albañil y pala, no tienen culpa que el cimiento no se haga o la pared no se levante; o en su caso se construya mal; así las computadoras no tienen culpa de su mal uso. Y por extensión, de su uso o no en el trabajo escolar. Lo anterior por la importancia, en estos tiempos, de un equipo de cómputo. Este representa, entre otras cosas,  lo actual en la tecnología, que precisamente tiene un desarrollo vertiginoso. Es el futuro que se encuentra entre nosotros, porque el futuro va siendo a cada instante el tiempo presente. Impensable hace veinte o treinta años lo que estamos viendo: computadoras, internet, whatsapp, redes sociales, fotos digitales, memorias usb, entre otras muchas. Aunado a eso, los teléfonos celulares tienen usos de muchos propósitos: internet, procesador de palabras, comunicación, fotografía y vídeo, grabadora, reproductor de música y

A fin de cuentas

A fin de cuentas la vida es una. No habrá más cuando se llegue  la última copa, la última sopa, la última chispa, el último segundo. Ni como al decir de las siete vidas que según tiene el gato. Para desperdiciar tiempo o vidas. Y la séptima vivirla a plenitud. Nosotros solo una. Por una sola vez. Así que broten los misterios. Salten los fantasmas. Venga el café y las palabras, a la fiesta de la vida. A provocar las nubes, a caminar bajo la lluvia. Y cantar sin que nos miren. O que nos miren. Y bailar tan solo de contento. Y buscar aromas en los instintos mismos. para ver los puntos luminosos, que se esconden tras las sombras. A fin de cuentas todo termina. Si la eternidad dura en el concepto. el tiempo solo es un polvo invisible de estrellas. Y lo que empieza puede empezar de nuevo. pero un día termina. Como el cuello roto del cisne termina con la vida del cisne. Y destripada en la calle queda la corneja. Porque el jugar por jugar es un buen juego de palabras. la vida necesita más de l

El que dicta

El que dicta sabe. Lo hace con el fin que tengas sombra y proyección. A sabiendas de los egos que marchitan el alma. Y acomoda palabras en un juego nocturno o diurno. Te hace alargar la mano y tomas frutas o vino. Con el fin que sientas tener motivos. Y dicta. Y brotan de pronto mariposas o saurios en palabras. Hambre de contar sin cuentos. De hacer lucir adjetivos e hiperbatones. Sacudidas de polvo y lienzos. El que dicta hace embrujos y los ensueños los transforma en reales. Son las palabras señoras de sombra y luz.  Y suaves o en reclamos te hacen decir lo que digas bajo estricta responsabilidad de tu nombre. Ríos de amargura y sonrisas saltarinas. Que llueva entonces. O que salga el sol. En noches con estrellas y luna rompimos horizontales la rutina. De esa soledad que bien nombras. El que dicta tira las palabras y esconde la mano. Ha dicho.

Por el pan de la sonrisa

La sonrisa, dibujada, permanece. A pesar del tiempo de la espera. A pesar del camino de solo arena. Cardos. Puerco espines. Enredaderas. "Porque tus ojos de mis sueños no pueden separarse jamás". Donde estemos, estaremos. A pesar de la circunstancia adversa. Por ese pan necesario para cada día. Por ese pan calientito recién salido del horno. Que es la sonrisa misma cuando las primeras horas del día. Justo donde la oscuridad se aleja y viene el día. Hay rocío. Humedad perenne . Verde saturado en la hierba, en el pasto. Por el pan de la sonrisa se trabaja cada día. Seguro de sí, de nosotros, de los otros, que somos siempre los mismos. Cuando la sonrisa permanece intacta la esperanza como norma y pasaporte. Como señal de identidad. A pesar de los días y noches perdidos. Cuando el pan de la sonrisa aparece. Valen palabras la alegría. Porque sigue la dicha, en lo efímero de la vida.

Estaba sola

Ella estaba sola, cuando la paz y el avance de la ciencia. Ocasionalmente un accidente de la naturaleza. O las epopeyas de epifanía. Sola, cual imposible destino del origen. Había polvo, lodo con la lluvia, amaneceres cansinos, nubarrones como presagios de tormenta. Y luego los verdes de la primavera. La vida plena. Esperanza de tener a mano la utopía. Días y noches perdidos cual canción de los 70s. Percibía otros destinos, risas laceradas, cual máscaras de la dicha, guiños como cortejo para el funeral que no llegaba. Sembrabas desdichas como risas, la de la vanidad y el orgullo. O el esto es mío, solo mío. Centro de todo y nada. Tintes marrón o azules. Pero nunca se concretaba en reuniones de alegría plena. Estaba sola por la paz de los sepulcros. Lo que ya estaba, estaba de por sí. Canciones de despedida. Mariachi sonoro. Y en el sueño había un bulevar que no llevaba a ninguna parte. Y así pasaron navidades. Sigue la muerte sola, aquejada por la vida en todas partes. Los verdes campo

Donde no estamos

Donde no estamos es preciso  encontrarnos. Se hace necesario por el ajuste de las emociones. A pesar de la basura del camino, las distracciones del vacío. a pesar del índice de los otros. De los jueces de la moral. De los manjares a donde fuimos invitados. A pesar del reloj sin marcha. A pesar del metal frío o el loro del pirata. Es preciso. Porque el tiempo escapa en su fluir permanente. A pesar de los libros que señalan un destino donde las ideas cuentan para la cuenta. Lo importante. Aquí y ahora es lugar y tiempo. Además de modo y circunstancia. El azar hizo su parte. El fue sin querer. Donde sábanas blancas fueron distintivo, capa y escudo. Hubo ángeles con su coro. Hubo fantasmas que auscultaban el sentir de las miradas. La Cibeles en Madrid hizo su parte. A la sombra de un dios que canta, donde no estamos, generalizó,  la muerte, es el lugar del nuestro encuentro.

Derivas

El hecho concreto de andar a la deriva, como burbuja de jabón a donde el viento encamine. De andar con la esperanza de un destino definido.Concreto. Tangible. Con parte de historias entre brumas. Así el inicio aquel de cuando el fruto adorado por el hambre. La caverna. Y entre las dudas por no saber orígenes de luz o sombra. Una lanza. Un búfalo. Un bisonte. O el papel personal entre la maquinara esa definida en los libros como hierro. Cobre. Un verso por la mirada intangible hacia la piel o luna. Brillo de miradas. Un beso al aire. Dibujo de utopías posibles como alcanzar el horizonte. Bienvenidas literales y despedidas solidarias. Hechos para registrar la caída de las hojas. Un fósforo. Una escoba. Un pez atrapado con anzuelo. La linea fina de las ideas. A pesar de diferencias, la eternidad se percibe en un instante. Y otro instante se acumula como parte de la misma. La deriva sería entonces como la sucesión de incertidumbre. No sé que será mañana. La canción de vida no termina. Tiem

Día de Reyes

Reyes y reinas, en su tarea tradicional hoy. Bienaventurados los que provocan la risa de niños y niñas. Y construyen de esa manera una sociedad con alegría. De ellos es el reino de los juegos, el reino de los sueños, el de la imaginación.

Reyes

Esos días de preparativos, cuando escribías cartas que iban a un buzón muy escondido en la casa. Que solo tú y los Reyes magos sabían del lugar exacto. Porque estaban los amigos que querían lo mismo y buscarían en su caso sacar tu carta para que no la encontraran y tuvieran más oportunidades para sus regalos preferidos. Así decían. Y eran cartas bien escritas, con letra redondita, explicando a detalle el buen comportamiento personal durante el año. Y precisabas el o los juguetes de tu preferencia. A la mañana siguiente aparecía bajo tu almohada la bolsa de dulces caramelo y colaciones con una mandarina. Y un juguete. Un esperado juguete que alegraría las tardes de tus días. Solo tú, los Reyes y tu padre sabían del lugar donde estaba el buzón para dejar las cartas. Luego de la consabida alegría salías a compartir tus juguetes con los de tus vecinos y amigos. Y los veías con baleros, pelotas, bicicletas, rompecabezas o patines. Y precisamente en el patio de tu casa y por la calle encontr

Estamos a tiempo

Mientras haya vida, estamos a tiempo. A tiempo de saborear las maravillas. Recordad los olores y sabores de la infancia. El mercado aquel. Sus colores y formas. Dejad las prisas. Lo made in otras geografías. Los sueños de otros. Las alegrías de otros. Dejad el dedo que señala. Volver a disfrutar de la guayaba y del durazno. El reto del texto para carta al mar, por corregir.A tiempo de perdonar o pedir perdón. Estamos a tiempo de darle vuelo a la hilacha de la imaginación. Esas nubes, aquellas ,raudas, que se alejan y vuelven. Pronóstico del tiempo para hoy martes: humedad. Las jugadas del ajedrez y de Dios son perfectas. A tiempo de tocar el cielo cuando la dicha está con nosotros. En el aquí y ahora. A tiempo de disfrutar la maravilla del horizonte y las formas de las frutas. Sus colores, una maravilla. De la luz a la sombra. Y de nuevo la luz. A tiempo de recorrer la parte efímera del mundo que nos corresponde. A tiempo de sentir el amante aire que nos mueve a la vida. De entibiarnos

Banda sonora

Canto de sirenas. Y los marinos se lanzan presurosos al agua. Yo me lanzo también, para escribir la crónica de los días. Al fin y al cabo humedad nocturna. Una estación de Vivaldi. Una de ellas, solamente. O las cuatro. Pero más bien una. La que en el momento acompañe mientras suceda el sueño. Una vez, sí, fue Debussy. El desaliento era el horizonte. Al menos en esos días que estremecieron el mundo, en esos tiempos de prisa sin aliento. Caminabas sobre hojas secas. Brisa. Viento suave entre las ramas. Un parque en Estambul. O Moscú. Castañas tibias. Cabañas. Era en el sueño un cine de pueblo, en el que las bancas eran de madera. Y la oscuridad era total para el beso, el aliento tibio. Las manos húmedas. Y saber que la historia personal apenas iniciaba. No conocías aún a Aute, ni a Serrat o Silvio. Mas no importaba. En sueños percutías el tambor de hojalata, llamando a fiesta con  nombres propios. Ritos de iniciación. De paso. Los de llamada al sur. Ritos de caverna, con roce pedernal.

La escuela, el mejor lugar

La escuela es nuestro lugar común de desarrollo personal. En ella, sus aulas y sus patios, tenemos de los mejores y regulares momentos de nuestra vida. Pasamos muchos años en sus aulas y patios. En los planteles de educación básica, con los maestros, aprendimos mucho de lo que sabemos, pero sobre todo, las bases, los cimientos para continuar nuestra ruta de aprendizaje. En las aulas no importa el lugar que ocupamos (al frente, en medio o al fondo) tuvimos la misma oportunidad de aprendizaje. Entre números y palabras, entre historias y cuentos, fuimos conformando nuestro pensamiento para reaccionar mejor ante cualquier circunstancia, para tomar las mejores decisiones, para entender lo que sucede a nuestro alrededor. En los tiempos de receso anduvimos por las canchas, pasillos y patios. Nos congregamos en grupo o parejas. O deambulamos en solitario. Nos metimos a su biblioteca. O descansamos bajo sombra de sus árboles. A manera de ejemplo recuerdo que el sexto grado de mi escuel

Hoguera

Enciendo de nuevo la hoguera. Lo había ordenado suave mi padre (Solo los ángeles ordenan suave). Hace frío que cala en los huesos. Como en sueños, como hoy. Y junto maderos con carbón. Humeará sí, pero el viento se llevará el humo como los recuerdos y quedará la brasa, como siempre queda. Ya con el bracerío nos quedábamos a su alrededor acercando nuestros cuerpos y frotándonos las manos. Sobre las brasas poníamos tortillas. Afuera los cero grados centígrados. Y el viento del norte se encajaba en nuestra mirada y chillaba al cruzar rendijas de la casa.Ya Leonor tenía preparados frijoles y una salsa que no me he vuelto a encontrar en el camino de los años. En sueños sí, como anoche. La preparaba en molcajete con tomates y chiles asados, y un ajo, mas sal. Y listo. "La hoguera es como la vida misma", enseñanza de Leonor. "Y un día solo polvo, cenizas de lo que fue. Y aunque dicen que entre las cenizas queda algo de fuego, por un tiempo sí, luego no". Nosotros no entend

Propósitos

El viento tiempo del decoro, mueve el cabello sin ton. Y uno se va, al fin. Las máscaras son eternas, mortal el individuo. En síntesis los propósitos son los mismos desde hace varios  años, los coincidentes para quedar a la espera por una razón u otra. Y transferidos al siguiente. Miel el amor. Y los sueños. Otros sueños. Por ejemplo aprender a leer y escribir música. Ya tengo el cuadernillo del método. Es uno de los propósitos. Otro hacer ejercicio todas las mañanas . Ya tengo pala y pico. Como inició va bien. Escribir a diario. Lo hago, a pesar del tiempo que a veces no queda libre. Y la página en blanco, ese poderoso lugar común. He ganado y perdido cada año. Y este no es la excepción. Lo que gané. Lo que perdí. Mi crónica musical, mapa de mis emociones y sueños se mantiene. Y es que sigo gastando papeles recordando. Olvidar no será nunca mi propósito. Veo y ves.

Asterisco cuarenta

Nuevo año para la fiesta de la vida  y soñar. Asterisco cuarenta. Ruta de salida y saliva. Expuesto el pecho al frío, novedades ninguna: el naranjo sigue. Las brechas de polvo. Los cementerios de automóviles. El libro en la mesa y las canciones. La caverna se ilumina de vez en cuenta. Círculo de tiempo. Año nuevo. Muescas en la piel como señal de paso. Asterisco cuarenta es marcar el dato para hacer la referencia. Rutas desconocidas. Canciones de moda. Caminar por el camino trillado, contener palabras comunes. Lo relevante es lo cursi. Andamos en los andamios con hambre y sed. La eternidad mantiene su ritmo. Flores en el camino.