Ícaro

Ícaro lo supo en el desafío con sus sueños de vuelo. A diferencia del ave, que no le preocupa que la rama cruja. Tiene sus alas, y el embeleso de su canto. Sus sueños duraron años. Conforme el paso de los días buscaba en plenitud considerar las circunstancias: soledad, polvo, lejanía. Cruzó por su mente las tantas frutas perseguidas. Desde la bíblica manzana, hasta los higos de la seca higuera. Consideraciones aparte. La risa era un síntoma inequívoco de que todo iba en plan. Y así sucedieron meses. Al fin creyó encontrar la fórmula mágica. la que sería al paso de los años como la fórmula ford. Construyó sus alas con pico de cera. Silencio, a nadie dice. Cuando mirando de arriba del hombro a los enanos incluidos los de baja estatura, subió al balcón de su soledad y desdicha, y con sonrisa trucada en photoshop saltó con sus poderosas alas. Y se le vio cual cometa alzar el vuelo. Mas tan pronto alcanzó la suficiente altura, donde se nombró almirante mayor de las fuerza únicas de aviación, sintió desfallecer cuando igual a las gotas de sudor, sus alas se empezaron a derretir. Mayor catástrofe evitó al bajar lo más rápido posible. Bajó humilde a reconocer las diferencias. Simple mortal. Y en su red murmura sus desdichas.

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