Corazón de roca

El azogue en la infancia me deslumbraba en el concepto: metal líquido. Y vimos el mercurio -ese es su nombre- deshacerse en pequeñas gotas, fragmento del todo, y luego unirlo de manera fácil. Y a cuento la porosa piedra pómez, que abarcaba los limbos de la piel, y derribaba costras malsanas, polvo negro adherido a los codos. Y el oro reflejaba el morbo de la luna inquieta  o el pez moscado. Y qué decir de la plata blanquecina o lechosa, como piedra transparente en viernes santo. El vidrio cortado  alcanza a ver el guiño o tu sonrisa. O el jade jaguar adornaba pechos en formas con relieve. Claros destellos de la dicha. Y esas piedras lanzadas por manos escondidas. Para lapidar excesos de morales huecas. Y aquella vez del corazón de roca, tu ventana. Puentes de piedras cual palabras
que lanzamos al valle de luz para hacer vivir los campos. Donde ahora se han levantado los castillos de pureza. Esa tarde su mirada fueron puñales de piedra antiguos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam