Me acordaba

Me acordaba sabes de un poema. Uno de tantos leídos. Y luego subrayados. No somos claro ni seremos. A lo mucho el rumor de olas. Viento o polvo. Nada. Y me acordaba. Las tardes de Neruda o Sabines. Galgo de por las calles raudo y rubicundo. O las caminatas por esa calle lenta de autos que levantan polvo. Esos andan por allí recordando lo que somos. Y viajamos nube en esos sueños de futuro eterno. Y levantamos castillos de palabras con ideales. Y con sombrilla detuvimos el sol. Si al caso este nos hacía bromas y doraba la piel dejando huellas de la ruta. El poema, ah, sí. Eran de esos poemas que refieren de dichas y desdichas. Y la pluma a subrayar para dejar huella. Sabines, sí. Pero esa ocasión fue Neruda. Poema XX. Puedo escribir los versos más tristes esa noche. Diagrama de al revés se verla. Frontera del tiempo que distrae mientras deslumbra. Yo también me entiendo cuando disparejos argumentos se soslayan. Hoy la vi, canta Diego y Pablo. Digo Silvio y Pablo. Y era el concierto de 1980. Deslumbre de la composición descrita en versos. Y ni el nombre tuyo pude recordar. Biblioteca. Neruda. El despertar. Hubieron palabras. Yo me entiendo. Y las hay, me responde el presente atento. Me acordaba. Olvidos como polvos de otros lodos. Las comas, faltan comas.

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