A Debussy

Debussy fue parte esencial de la calma. Su extensa sensibilidad sonora me acompañó esos días como parte de la obra. Languidez y alegría en brisa suave hacia cicatrizar el alma. Nostalgia de caramelo con hormigas. Sortilegio de la luna noche o día. Un año después lo escucho de nuevo. E inicio el recorrido en ese mar de recuerdos que somos mientras nos habitamos. Y esa calma me abraza todo. Me integra. Y el licor de la alegría me embriaga en ruta del futuro. A donde ando navegando otros linderos. Otras fronteras. Y se estructuran otras uniones de palabras. Para las nuevas emociones. Debussy, santo que dicta remedios para el alma. Ahora en el horizonte gozo de la nieve. O la lluvia de tarde. Camino entre las hojas secas. Y  en el parque la señora del perrito me recuerda a Chéjov. Y La Maga de Cortázar desfila entre los árboles como en pasarela. Olas de mar entre los sonidos se cuelan. Y la luna clara se refleja en el lago. Tesoro es el instante.

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