Hoguera

Enciendo de nuevo la hoguera. Lo había ordenado suave mi padre (Solo los ángeles ordenan suave). Hace frío que cala en los huesos. Como en sueños, como hoy. Y junto maderos con carbón. Humeará sí, pero el viento se llevará el humo como los recuerdos y quedará la brasa, como siempre queda. Ya con el bracerío nos quedábamos a su alrededor acercando nuestros cuerpos y frotándonos las manos. Sobre las brasas poníamos tortillas. Afuera los cero grados centígrados. Y el viento del norte se encajaba en nuestra mirada y chillaba al cruzar rendijas de la casa.Ya Leonor tenía preparados frijoles y una salsa que no me he vuelto a encontrar en el camino de los años. En sueños sí, como anoche. La preparaba en molcajete con tomates y chiles asados, y un ajo, mas sal. Y listo. "La hoguera es como la vida misma", enseñanza de Leonor. "Y un día solo polvo, cenizas de lo que fue. Y aunque dicen que entre las cenizas queda algo de fuego, por un tiempo sí, luego no". Nosotros no entendíamos esas expresiones, que las relacionábamos nada más con el decir del cura cuando le acercamos la frente el Día de la ceniza:" polvo eres y en polvo te has de convertir". Yo no sabía. Ahora lo entiendo. Leonor sí. Ella siempre sí. La belleza acaba, la vida, el fluir de la sangre, la piel, esta, la costra de la vanidad.

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