Me dicen

Falleció ayer el abuelo. El tatarabuelo. Y en abril mi padre. Así iremos todos desfilando ante la muerte. De generación en generación. Así morirán un día los hijos, los nietos. Atinado el tiempo de la vida y de la muerte. En el momento preciso. Atragantado por las palabras. Los sueños. Los anhelos. Los ritos aprendidos. El disco olvidado. Mi pésame que sabe a niebla y humo. Así murió el padre y el hijo aquella vez. Los cementerios son los colgotas de nuestro tiempo. Y de los tiempos que vienen. No hay ni habrán actos solemnes de las despedidas. Nuestro tiempo es una falacia para aderezar la conciencia. Antes y después la melodía de las despedidas. Las hojas secas tienen el raro encanto de la nostalgia. Y ni eso a veces. Canciones olvidadas en la memoria. Me dicen que falleció en La Habana el abuelo de mi amigo. Tatarabuelo de sus hijos.

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