Miro la foto de mi madre en la pared
Miro la foto de mi madre en la sala de esta casa que no conoció y que visita regular y entrañablemente. Esboza apenas una leve sonrisa. Tomo la guitarra. Canto dos canciones : Soneto a mamá y cariño verdad. Pocas veces Doña Leonor se dejó fotografiar. Un año antes de su muerte logramos que cediera en esa rara costumbre de su ego: no quiero fotos. Para qué. Aducía siempre segura de sí misma. Miro la fotografía y celebro su vida. Generosa y sencilla. Afable y tranquila. Se fue en el momento necesario. En el tiempo justo. Nadie nunca nada. O más: sin ese viacrucis del último andén. Donde la mirada se va al vacío. Donde la despedida es una desmemoria piedra. Y los pies son solo plomo. El día menos pensado se fue la esencia de lo que era. Nos dejaba la imagen de su cuerpo y rostro. Se había transformado en parte de la eternidad permanente. Lo que se es ya no siendo. Miro su foto de lo que ella fue. Imagen y semejanza de lo que somos. Apenas brizna. Chispa fugaz. Un sueño amado.
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