Te miro

Te miro en el aleteo de mariposa o colibrí. En el deslizare de nube. En esa mágica fórmula de lo humano y de la perfecta vida en general. En cada pieza y jugada del ajedrez.  En la palabra escrita o pronunciada. En el exacto poema que es el universo. En cada mirada dulce o tierna. En cada canción. Te miro en la espuma del chocolate o vapor del aromático café. En la neblina y el rocío. En el color de los pétalos y en la espina. En los distintos sabores y saberes. En la humedad primigenia. Oh pedernal, roce para el fuego. En las pinturas rupestres. En la manzana de Eva y Adán. En esas miradas donde se plantea todo para planear el todo. En los sueños de futuro, visiones del deber ser. En la historia breve de las cosas sencillas. En las zapatillas del ballet. Te miro en la sonrisa del niño o viejo. En el izar banderas blancas de la paz. En la persuasión. En los cuartos de hotel donde se dibujan las rayas del tigre. En la nieve saboreada del melocotón. En los templos donde se ora por el bien hacer. En la acción por el bien.  En el palpitar del corazón. En la semilla que resplandece. En el grafito que se desliza en el papel. En las viejas y nuevas canciones de amor. En la vieja Torre de Babel, que es  aquí, en todas partes. Andén del ferrocarril. De los adioses y el ven.

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