Hambre

Hambre, dijeron lánguidos los hijos del fakir. Este recordó su infancia de juegos en pobreza. Y no vio menos ni más ahora, años después, que pobreza. En ese extremo de su casa los niños le miraban. Eran tres. Hermosamente tres. Y había un pan. Agua también. Suficiente agua. Tengo hambre. Reiteraron. "Coman fuego y alambre" Y rieron todos. El fakir multiplicó el único pan que tenía. Y ya eran tres. Y él inició su ensayo una vez más de comer fuego y alambre.

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