Nada personal

Ayer te vi cantando un bolero, Omara. De esos que llueven por nostalgia. En las cafeterías taciturna. Otoño. Tarde gris. Y yo esperaba las noches de Santiago. Pará esperar llegue el tiempo de pisar las calles nuevamente. Y la radio de bulbos vieja repetía melodías del adiós. Te escucho en el presente, Omara. Caminando por las calles de La Habana. Sonriente como recuerdo para una despedida de final feliz. Nada personal. Solo que tu nombre u otro, Omara, sigue sonando como clave en mi piel.

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