Tocaron a mi puerta

Tocaron a mi puerta. Y con evasivas quise rehuir la charla. Uno tiene ciertas reservas. Ideas preconcebidas. Etcétera. Salí abrir. Una muchedumbre de hombres y mujeres sin cuenca estaban afuera. Aullaban quejumbrosos. Proferían palabras lejanas a mi entendimiento. ¿Quienes eran? Pronto me daría cuenta en sus intervenciones. Iniciaron con quejas. Una lista larga. Y también de quienes creían culpables de sus desgracias. Descarnada a locuciones de su paso por la vida. Amores rotos. Adioses reiterativos. Grises días. Yo los escuchaba en sueños como en sueños. Es decir. Me daba cuenta de que dormía y lo que parecía realidad era como un sueño.


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