Valoraciones ok

1

Valora el aire del respiro, brisa de amar, o la pasión del aire de huracán, para llenar los pulmones. Y suspirar por esa flor tan especial, con entrecierre de ojos. Sentir que la vida se va cuando el aire no está y peor lo gris cuando no hay motivo de suspiro, entre razones y sinrazones en esta vida fugaz. 

2

Valora el tam tam rítmico del corazón y el acelere del mismo cuando Cupido aguijona para dar sentido a la existencia, causa y motivo de risa y andar como diez centímetros sobre el piso, dispuestos al vuelo ennposición horizontal y entrar frontal al universo de sueños y anhelos donde nada exterior existe. Nada exterior se requiere. Nada de fuera se necesita. 

3

Valora la memoria y siempre recordar que nada somos sin ella. Es allí donde existimos. Es allí donde residimos. Es residuo producto de la criba de lo que hemos vivido y base de experiencia para lo que sigue. La nostalgia no es falaz. Es necesaria para recordar nuestros pasos. Y seguirle de frente mientras haya oportunidad del nuevo día. Sea con valentía que a los cobardes queda solo el recuerdo de lo que pudo ser y no fue. Así mejor que sea. Seamos.

4

Valora los extremos de suelo y cielo. Porque es uno el que sostiene lo físico. Pero son el mirar las alturas lo que nos hace crecer, vislumbrar otros planos y aristas de la existencia. Uno conecta con lo otro, como la semejanza en el espejo de lo que ve con lo mirado. El suelo y el cielo se complementan para mostrar que uno sin lo otro jo tiene caso. Existir es saber mirar las alturas y mirar desde las alturas el bienestar de lo horizontal. Así sea.

5

Valora las cosas pequeñas, las que parece que no cuentan, mas es alli donde la felicidad radica. Una paleta de fruta, el saludo de la vecina, la moneda antigua, el bastón de madera labrada. Y así podrás nombrar muchas cosas. Todas ellas esenciales para la totalidad de tu existencia. La flor en su grandeza. La taza de café. La sangre en su río. El saber que nada es mío. Mientras tanto.

6

Valora la palabra. Esa que porta toda una historia. Como palabra preñada de tanto, producto de un pasado. Es ella la que exterioriza el pensamiento. Con ella expresamos deseos, sueños, aspiraciones. Nada escapa de todo lo que es. Se logra el rechazo si mal conceptualizamos lo que somos. Se logra tocar el cielo si dijimos la palabra precisa en el momento preciso. Ni antes ni después. 

7

Valoremos el silencio, que evita meternos en el brete de las interpretaciones. El silencio viene bien cuando la palabra sobra. Tan importante una u otra. Saber la diferencia de cuando es necesario hablar y cuando callar, es lo que distingue al hombre del pelafustán. Sin referencias ni dedicatorias. Heme aquí en la duda, si escribir debo. Y tratar de comprender cuando llegue el momento del silencio. 

8

Valoremos el dedo pulgar y el índice, que han hecho mancuerna en la evolución, para tomar el fruto y la pluma. Y con ello lograr lo que conocemos como ya algo hecho y logrado. Sin pensar que son largos años en los que se alcanzó la precisión. La mano entera para la caricia. El brazo para el abrazo. Más ese par de dedos, han sido los magos de la relatividad. 

9

Valoremos el gesto adusto y el de la sonrisa. El primero no sabes a qué se debe, qué cuitas, decepciones y dificultades lo motivan. La risa es el gesto de brazos abiertos para la amistad y la cercanía. Hasta el vernos de cerquita. Al adusto hay que comprenderlo, no para resolverle sus problemas y quitarle las penas, sino pensar en que hay razones de esa inhóspita seriedad que levanta barreras en las relaciones. Sin más sonríe. La vida de todas manera va.

10

Valora tu cuerpo, tu tiempo, tu espacio. Nada de lo que tienes sobra ni está demás. Y nada de lo que no tienes te es vitalmente necesario. Todo es relativo. Justo lo necesario procuremos. Lo demás que siga su camino, como el agua que no te toca beber, que corra su destino, ha de encontrar peregrinos con otra sed.

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