Noche mexicana

1

"Grita fuerte hoy, Antonio, como nunca, o como siempre en esta noche. Un grito que rompa con los cánones. Procura que esté el Huapango, de Moncayo o el himno nacional. No importa, pero grita. Que los decibeles emitidos te hagan sentir pleno. No todos los días son 15, no todos los días hay conciencia de nación verdadera. Pero hoy sí, digamos este mes sí. La conciencia echa flor tricolor, para recordarte que hay una historia por estudiar. Que ha habido desvelos, sangre y lucha, pata conformarla. Inténtalo, busca textos alusivos. Andará siempre rondando por allí el de "México, creo en ti", el "Suave Patria", de Darío, algún poema "A Hidalgo", prócer. Apréndelos. Y no olvides cantar "Voz de la tierra mía al despertar la mañana, a todo pulmón. Me digo frente al espejo antes de salir a la fiesta con una matraca y mi bandera para la ocasión.

2

Maneja su auto Ford, usa ropa Nike y tenis Converse, su perfume es CK, su cartera Highfilger, sus huaraches  Paracho, toma escocés, su café es del Italian, fuma pitillos Pillips Morris; luce sus jeans Lee o Levis, y mira la hora en su reloj Cartier. El 15 de septiembre lleva sándwich y Pizza a la noche mexicana. Y con fondo de música de Pink Ployd grita a todo pulmón que "Viva México cabrones", mientras ondea su bandera tricolor. Al día siguiente llama a la agencia para comprar sus boletos hacia Miami, Florida. Y le agregamos que le va a los Cardenales de San Luis y a los Patriotas de Nueva Inglaterra. En sus clases de historia siempre sacaba 8 o 9 de calificación. Convencido de sus ideas  bien aprendidas en sus clases de historia nacional, siempre dice que lo bien aprendido nunca se olvida.

3

Yo llevaba los frijoles, de niño, cuando en la escuela primaria pedían un platillo para la muestra gastronómica con motivo de las fiestas patrias. Mi madre los preparaba bien, le daba un sabor riquísimo, los machacado bien y  los freía con manteca de cerdo. Todos preguntaban y "¿tú que trajiste?". A mí me daba oena decir "frijoles", porque otros llevaban pozole, flautas, tamales. Y luego yo veía que casi a todos los platillo les ponían de acompañamiento frijoles.

4

Conocí a Cinthia M. Maclean cuando estaba en la secundaria. Ella era de Baton Rouge, Louisiana. Llegó a la frontera con esos grupos de verano que propagan la religión. Yo pasaba por el lugar en matamoros donde hacían los cultos. Me acerqué. Y entre varias muchachas de mi edad, me puse a un lado de ella. Yo sabía algo de inglés por mis clases en la escuela Oxford, y las de la maestra Raquel, de inglés en secundaria. Así que su nombre, de dónde eres, qué grado estudias, me fue fácil, lo mismo responder preguntas semejantes. Así por tres días, claro, con otros diálogos mono y bisilábicos. Aunque teníamos una traductora. Para no hacer largo el cuento, intercambiamos dirección en papelito, al que dibujamos un corazón.

5

Pero se fue de manera intempestiva. Se fue la caravana tres adías antes de lo previsto. Al parecer una persona se puso mal y tuvieron que regresarse a su Louisiana. Ni un adiós, amor. Al día siguiente fui a Brownsville a donde sabía que estaba la iglesia. Y busqué desesperado a nuestra intérprete. Ella me explicó lo de su regreso intempestivo. Y me entregó una carta de Cindy, y un anillo "para my love mejicano", decía en la carta. Nos escribimos por cuatro años. Y de manera natural se acabó nuestra relación nivel epistolar.

6

La maestra Raquel, de inglés en la secundaria, me exentaba de presentar el examen mensual. Y todo porque le llevaba la carta de Cinthia en inglés, y asimismo mi carta de contestación en inglés también. Me ayudaba ella a corregir. Me explicaba el motivo del error, alguna conjugación mal escrita, etcétera. Y me ponía de ejemplo en la importancia de aprender inglés (recuerde el lector que yo nací en la frontera norte).

7

En La Habana, en 2003, que hice un viaje con motivo de trabajo pedagógico, las cubanas me reconocían rápido como mexicano. Nuestra forma de caminar. Nuestro buscar picante en a comida y pedirlo. Nuestro tonito y matiz de voz, nuestro pedir con permiso al pasar, y decir constantemente gracias, nuestra manera de echarle comida a la tortilla para hacerlo taco, y la manera de agarrarlo, era esa nuestra manera de ser que hacia evidente nuestro origen. Y ellas "mexicano" por aquí, mexicano" por allá. Y su pedido abierto o disimulado de que les demos hospedaje en México si algún día llegan a nuestro país. Y claroque sí, por supuesto.

 8

"Mexicano, cuando vuelvas otra vez a La Habana, traen música de Tony Aguilar, de Cuco Sánchez, de Pedro Infante y de Lola Beltrán. Y películas de Cantinflas, de Infante, de los hermanos Soler y de Cantinflas. Y aparte todo lo que tú nos quieras traer de otra música que no conocemos. Queremos mucho a México. Los mexicanos son nuestros hermanos. Así te dicen los y las cubanas. Y te atienden bien dentro de sus posibilidades.

9

José Emilio Pacheco, el famoso escritor que a veces firmaba simplemente como JEP, lo dijo muy bien en su poema Alta traición: "No amo mi patria./ Su fulgor abstracto/ es inasible./ Pero (aunque suene mal)/ daría la vida/ por diez lugares suyos /cierta gente,/ puertos, bosques de pinos,/ fortalezas,/ una ciudad deshecha,/ gris, monstruosa,/ varias figuras de su historia,/ montañas —y tres o cuatro ríos."

10

Mi abuelo Jacinto no estuvo en la revolución, aunque a veces cuenta que conocíó a Francisco Villa. "Yo estaba chico, pero a veces pasaba por el camino", dice sereno y con parsimonia   Y todos lo escuchábamos serios porque le creíamos. Mas no importa si lo conoció o no. Sus últimos años los pasó en casa. Fumaba sus cigarrillos "Argentinos", sin filtro. Sus dedos y dientes estaban manchados por el tanto fumar. Tenía su armónica que sacaba a diario, y tocaba alguna pieza, mientras las lágrimas le caían silenciosas. Nostalgia pura. Era nativo de San Felipe Torres Mochas, Guanajuato.

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Sí, que ¡Viva México!. Unamos nuestro grito al unísono hoy en la noche (y siempre), como decir ¡Vivamos todos, en paz, amor y armonía!





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