Obsesiones
1
Hay quienes por el vacío, obsesionados, se lanzan con red de protección o sin ella. El vacío es su existencia gris o negra, y no tienen entonces más que la nada como presente y destino. Lo anterior a tal grado que nada existe con más importancia que ellos mismos. A su alrededor el vacío como sino y destino. El vacío es su triunfo y derrota, su nadir y cenit, el yin y yan, como un tablero de ajedrez con sus cuadros negros y blancos, y sin piezas para el juego.
2
Hay quienes por el todo, obsesionados, no se llenan. Si es de comida, hasta que regurgita el último bocado en su garganta, y aún quieren más. El todo no lo llena, no le satisface. Y siguen la carrera loca por llenar lo inllenable, lo cual consiguen lanzados de frente contra todo lo que se oponga: ley, verdad, respeto. El todo es su afán, su anhelo, su sueño, causa de ansiedad, generador de prepcupaci9nes, afán de ocupaciones. Y el nuevo día es solo una nueva oportunidad de seguir con el afán de todo.
3
Hay quienes por las colecciones, obsesionados, en lo general de cualquier tema, en lo particular de uno solo. Sean estos elefantes de piedra, dientes de animales, cabezas reducidas, cuerpos con número sin nombre, plumas, libros, autos, animales disecados, armas, cruces de cementerio, mascarones, timones. No hay tema que se le escape. Aún más, moscas disecadas, pulgas para el baile, armas. En su afán de tener mucho de algo, con sus variantes, no se da cuenta que su vida es también producto del pensar de cabeza reducida.
4
Obsesiones hay también por el poder. A cada instante, de día y de noche, cerca o lejos, en la alta montaña y en la planic8e, en viaje por carretera o avión, el pensamiento del hombre está obsesionados por el poder. Y no solo ese narcótico de mandar hombres modificando sus destinos, si no el poder de influir en otro, en otros, en otras. Muestra del no poder, se ocupa el tiempo en cómo mover las piezas para darle jaque al rey, que es en mismo enmla escena de la autodestrucción.
5
Obsesionados la.mayoría por ganar la discusión a los Testigos, a los especialistas, al sabelotodo, al peón de la política, al paria del poder. De todo hay en botica. Los temas son todos. Y cualquiera espacio es la oportunidad del triunfo perrito de decir la última palabra y que todos vean con respeto que hay un ganador indiscutible de la discusión. El tema puede ser deportivo, de si el equipo tal o cuál, del box que sí ganó, que le robaron el triunfo, de la política sobre cuál es el ladrón mayor. Y así vamos.
6
Nos obsesionamos por intentar saber más que los otros hasta el desequilibrio, en temas que intuímos, suponemos, creemos, imaginamos. En nuestros argumentos queremos que se den cuenta que tenemos al Dios de la verdad y razón agarrados por el pelo. Sin frenos en la lengua, decimos barbaridad y media y ante el silencio del otro, creemos qué hemos ganado, cuando no es más que prudencia sabía del otro, al responder con silencio ante la necedad.
7
Nos obsesionamos por los libros o por su ausencia. El resultado casi es el mismo. Con los libros de vez en cuando se nos presenta la necesidad de leer, solo que se nos amontonan otros y otros más solo para sentir en el ego qué somos los más letrado y hasta pensamos en el epitafio con una posibilidad qué diga con letras grandes qué aquí yace el más letrado. Allí quedan lis libros para el afán instintivo y de supervivencia de las termitas y el cometen, hermanos de la mosca y los gusanos qué ttmransforman tu carne dura en polvo.
8
Por las ideas, obsesionados, transitamos como fantasmas en el mundo de lo real. Teorizamos sobre todo hasta con reducciones pavorosas como tratando de sintetizar y noquear de un solo golpe ideológica al oponente. No has crecido. No has madurado. Lúgubre espectáculo que a nada conduce. El espejo es fiel ante los innegable hechos. El tiempo pasa.
9
Obsesionados con la memoria, tratas de recordar con precisión el día aquel, sea del triunfo o la derrota. Detalle a detalle. Lo mismo con las canciones para ver si el Dios de la memoria se compadece de ti y deja intactos los rastros de la experiencia. Hay detalles dibujados de tu rostro y cuerpo, así con precisión las coordenadas de tu precisa flor y los lunares.
10
Obsesionados por las obcecadas obsesiones pensamos que somos ajenos a todas esas calamidades de nuestro tiempo como son las prisas, el afán de triunfo, la derrota como peste, el éxito como meta vital, el tener mucho como valía, el tener más como triunfo por sobre los otros. Y al final llegamos al punto donde no hay retorno ni más allá. Y solo nos queda lo vivido. Ese tierno toque de las almas.
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