Muchachos y muchachas
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Hoy domingo me despido de Brownsville. Y la despedida es con un menudo tipo norteño alnque le llaman ennotras partes mondongo. Desde anoche lo pusieron a cocer las horas suficientes. Y ya casi listo le apagaron para que estuviera otras dos horas a fuego lento. Ya lo probé y quedó perfecto en sabor y sal. En unos minutos más a disfrutarlo. Para salir a pasear. Iremos a La Pulga a hacer turismo consumista, pero de reciclaje, que la verdadera revolución, leí por allí. Con el reciclaje pierde el capitalismo. Digamosnel neoliberalismo.
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¿De qué platican los ex alumnos de secundaria luego de no verse por 47 años? De todo un poco. Entre vaciles, anécdotas, sueños cumplidos y no, remedios para el dolor de riñones y pomadas para los moretones a causa de caídas y seguros de vida. ¿Te acuerdas? No, no me acuerdo. Y así por horas qué se van rápido. Quienes las han vivido lo saben. Pláticas entre melancolía y nostalgia. Anécdotas de caídas y levantarse. Nadie menos. Nadie más. Solo aquellos muchachos que vieron un futuro y lucharon por ello.
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Yo formó parte del grupo A de secundaria qué estudió en la federal 2 de Matamoros. Así que nos acordamos del director Filemón Salazar Jaramillo. De algunos maestros. De otros compañeros que ahora nada sabemos de ellos. De algunas muchachas, nuestras amigas. Y de algunas anécdotas que vivimos juntos o separados.
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Esos tres años los vivimos a plenitud. Yo repetí algunas de mis frases. Empezamos la carrera de la vida desde menos cero, por las carencias económicas. El esfuerzo y sacrificio de nuestros padres. La escuela, nuestro refugio y brújula a la vez. La amistad como pegamento social. El inicio en el brincar acelerado del corazón ante una compañera. Y luego las rutas distintas que seguimos al salir de la secundaria. Y asimismo cómo el concepto de triunfar en la vida ha sido diferente. Y los empeños cada uno por alcanzar el propio sueño.
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Un momento emotivo era el saludo en la llegada de cada uno. Nos reunimos cinco. E hicimos una video llamada con dos amigas muy estimadas. Una en suvradicación de lejos. Otra que venía en autobús del norte al sur en el Valle del río Grande. La emoción el vernos y bromear apoyados en la tecnología. Hicimos bromas. Reímos mucho en esos breves minutos que duró la llamada.
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Hay de abrazos a abrazos, pero este que nos dimos en la llegada y en las despedidas, fueron de las más emotivas. Si acaso detuvimos el llanto. Sin duda algunas lágrimas quedaron detenidas, más bien contenidas, pero hicieron brillar los ojos. La alegría de vernos, de sabernos sobrevivientes.
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Victor que es un declamador y pensador de primera me regaló un libro sobre comunicación. "Ya sabes mucho de eso, pero no está demás. Es bueno recordar". Y tenía la frase: "un libro viejo para un viejo amigo". Y al final hizo gala del arte de la declamación. Yo acompañándolo con la guitarra. Y cantamos antes que ya mis amigos se han ido casi todos. Y que mi madre y yo lo plantamos en el límite del patio. Claro con algunas palabras cambiadas a causa de la memoria que me hace patinar.
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La secundaria era en ese tiempo un edificio de tres pisos, tres Salinas más. El área de los baños y una cancha donde se hacían los homenajes y los partidos de basquetbol y voleibol. Era nuestro reino en las mañanas de lunes a sábado. Ah sí, porque los sábados teníamos los amados clubes de dibujo, banda de guerra, música, ajedrez, declamación y periodismo.
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Nos empezamos a contactar gracias a Letty Ramírez y a Francisco Arellano. Gracias a ellos. El grupo era de casi cincuenta. Estamos en contacto doce. Creo que nos sentábamos casi por el mismo lugar. Mis amigos y amigas siempre fueron del cuadro de honor. Y de más de una amigas nos enamoramos. Algo de lo que no sé plática en estas reuniones (o sí), acaso en ausencia, para no incomodar. Ah y respetuosamente.
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Pero también hay quienes ya fallecieron. A quienes no se ha podido localizar, y quienes definitivamente no quieren tener ninguna relación con alguien del.pasado. sus razones muy respetables han de tener.
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Mientras haya vida hay esperanza de reunirnos otros más. Bienaventurados esos muchachos y muchachas a quienes amamos y recordamos y quienes fuimos hace ya algunos años. Somos otros siendo en esencia los mismos. Qué grata alegría ver y escuchar a Francisco Arellano, a Jesús Rojas, a Víctor Orduña, al magnífico anfitrión junto con su esposa, Efrén Ochoa y Carmen. Salud y saludos, gran abrazo.
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