Necesito una flor
1
Justo en el instante necesario, el lirio, ya crecido lo suficiente, hace surgir la vara enhiesta que en cuestión de horas llegó a su máximo crecimiento, unos cincuenta centímetros, para dejar aparecer, anunciado ya, el capullo de donde habrá de desprenderse el ramillete de flores. Uno siente la necesidad, por agradecimiento, de ponerle música de Bach o de Debussy, de Vivaldi en la estación correspondiente, para agradecerle cumpla, más que con los plazos, o expectativa de mirarle orgullosa el inicio de su floración, con su naturaleza infranqueable en los tiempos.
2
Yo la sembré desde que era apenas un pequeño bulbo o camote, raíz apenas. Y luego escogí el lugar fuera de mi casa, para regarla con amor y temor de que no fuera suficiente o fuera demasiado el agua que le ponía. Luego a desyerbarla, porque le robaron en su derecho hasta el aliento la mala hierba. Y día a día, lograr mirar en el intento l diferencia entre el ayer y el hoy que sigue, hasta que en meses mirar el amado lirio ya crecido, y ahora sí a esperar que emerja desde lo más profundo de su naturaleza, la flor, que es mía, tuya y de todos nosotros. La flor es quien la aprecia. Pero se basta ella misma para ser.
3
En el transcurso del día de hoy miércoles, tendrá su esplendor máximo de desarrollo. Es un conjunto de nueve o diez flores que nacen del mismo capullo. Se abren como en fuente. Y la imagen que tendremos antes nosotros, será el resplandor de la magia de la naturaleza. mezcla de belleza con precisión, el tiempo y el espacio mostrando el milagro de la materia, de la vida. Y por qué no, de la belleza efímera y cíclica.
4
Entre tantas canciones sobre las flores, una de ellas es Perfume de gardenias, que tiene tu boca. La hemos escuchado desde niños, a veces con la Sonora Santanra, y a veces con Javier Solís o Jonhy Albino. Ya de grandes la hemos comprendido mejor. Su autor, el portorriqueño Rafael Hernández, mejor conocido como El Jibarito. Evoca boca anhelada, cuerpo como estatua de Citeres, y un aroma dulce para besos inolvidables. Le esos que quedan grabados muy dentro de uno.
5
En un terrenito, lindo y bonito, donde tengo un casa muy chica y muy blanca, camino de Santa María, asimismo tengo diez plantas y cinco árboles de fruta. Entre todo lo verde como distintivo, tengo un arbusto de gardenia. Y cada visita semanal o quincenal me acercaba a oler sus flores, y a decirle gracias. Solo que una ocasión, por cuestiones de trabajo tardé cuatro meses en ir de visita. Eran los meses más fuertes del Covid, y afectado un poco y luego con secuelas, por fin fui a respirar el aire fresco del campo. Y tan pronto entrar, como a treinta metros de distancia, sentí porque⁸ vino hacia mí, como de bienvenida, el sensual y galante aroma de la gardenia.
6
Así entonces tuve el anhelo de tener en casa un arbusto de gardenia. Y raudo, con su permiso, eso sí, le corté una ramita, puse en agua para su traslado. Ya en casa lo corté como esqueje (varita cortad de arriba y abajo, con largo de diez centímetros más menos, y preparé su tierra con una mezcla de arroz molido, lenteja, hoja triturada y tierra. Y a esperar. Y a los pocos días, quizá como doce, vi su primer brote de hoja. largo el cuento no. Ya cuando le vi más hojas, la sembré en el exterior de mi casa, pequeña tira de jardín en el exterior que da a la calle (casa de interés social) y meses la estuve cuidando, hasta que hace cuatro días brotó ya su botón para flor. Y oiga usted, que ando re contento.
7
Mi padre fue jardinero. Mis hermanos lo mismo. Así que siempre ha habido plantas de ornato en mi casa. Instintivamente se les deja crecer y hay tiempos en que ocupan todo el patio delante casa de mis padres y tenemos que platicar rodeados literalmente de ellas. Entre rosas y alelhies, margaritas y hortensias. De pronto, cuando estoy allá (Matamoros) miro varios colibríes que andan en "su lodo", libando de una a otra flor. Es así.
8
En mayo del año pasado, que pasé varias semanas allá, un rosal daba sus flores naranja, pero de manera excesiva. Lo digo así porque a diario tenía comondiez rosas grandes, y al declinar ellas ya estaban su remplazo y al declinar estas, ya estaban las nuevas y así por varias semanas. Parecía un derroche de belleza y exageración de la naturaleza y sus milagros.
9
Y ya comenté de los pedazos de cactus que encontré hace unos tres año en la calle, cerca de casa, producto de una poda bestial. Rescaté cuatro de esos brazos y los sembré en el pequeño patio de mi casa. A los tres o cuatro meses adornaron ese espacio con sus flores de duración efímera pero gran belleza. Agradecidos, digo yo, me dieron el prodigio de su flor.
10
Todo mundo necesita una flor. Sí, una flor. Yo tengo ya con la de mi lirio y gardenia. Dice así la canción: "...Perfume de gardenias/ Tiene tu boca/ Perfume de gardenias/ Perfume del amor." Y la canción de Necesito una flor, es una que canta el dueño Pimpinela.
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