Urge que leamos la novela Kim Ji- Young, nacida en 1982

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Recomiendo ampliamente leer el libro "Kim Ji-Joung, nacida en 1982". Si eres mujer, léelo. Si eres hombre, lo mismo. Hay, por supuesto, muchos libros que debiéramos leer todos y este es uno de ellos. Es muy necesario leerlo para comprender el infierno que hemos creado para la mujer. Infierno generador de violencia, culpas, preocupación, miedo y muerte en vida y muerte literal. Y este libro es muy importante para crear conciencia, tanto en hombres como en mujeres, sobre todo ello. Sin quitar un ápice de lo grave, me permito señalar, que el modo de producción actual privilegia el lucro y ganancia por sobre la vida y el planeta, con lo cual ha creado un infierno para todos; y en todo caso se agrava más hacia ellas. Muy cierto.

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Este libro es la novela "Kim Ji-Young, nacida en 1982", de la surcoreana Cho Nam-Jo, publicada en 2016.  Y la trama, que no voy a contar, se enfoca sobre la vida de la personaje Kim, en todas sus etapas. Y estoy seguro que toda mujer se mirará en ella como un espejo.  Y todo hombre se asomará de manera directa al qué y cómo vive una mujer en lo más común y cotidiano: el día a día y en todas las situaciones posibles. Sí, lo intuimos, lo hemos visto. Hemos sido partícipes, consciente o inconscientemente. Hemos callado. Nos hemos reído. Pero quizá reparamos en ello solo cuando tenemos hijas, cuando convivimos con hermanas, cuando somos correspondidos en amor. 

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Pero leerlo en una novela es mirarnos en el espejo del horror, de lo que somos como individuos en una sociedad machista que viola, hiere, mata, minimiza, discrimina, humilla, menosprecia, utiliza, despersonaliza, prostituye, cosifica, a la mujer. Kim es la personaje quien pudo haber nacido en cualquier parte de la geografía, aunque por supuesto sabemos que hay sociedades peores a la nuestra. Pero esas sociedades son también las nuestras, las que hemos construido. Pero digamos que trata de una mujer nacida en Corea del Sur, pero lo mismo refiere a quienes han nacido en México, colonia Gaviotas, en Villahermosa, o Treviño Zapata, en Matamoros..

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Me muero por contar la trama, pero no lo voy a hacer porque no me gusta que me cuenten tramas de libros ni de películas. Y porque además es muy simple y sencilla en su narración. Yo la leí en cinco horas. Y sin que haya humo, me hizo llorar, por imaginar a las mujeres que conocí y conozco, y aprecio y amo, y a las que no conozco, pero las siento, en situaciones que vive la personaje. Y eso -horror infernal- que en lo que cuenta la novela no suceden golpes físicos y menos homicidios, que ese es el extremo y consecuencia de escalar el mal, el odio, el ninguneo. 

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Vivimos en sociedades en las que a la mujer se les educa para servirle al hombre. Y romper esa barrera requiere la reconstrucción amplia y total de toda la estructura del pensamiento con el que hasta aún hoy convivmos, porque lo hemos construido. Y hay que empezar. Y para empezar hay que crear conciencia. Y empezar por nosotros mismos.

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Se me ocurre una expresión, que se queda corta, para definir lo que plantea el libro: "más que las pandemias, el mayor daño que hacemos a la humanidad, es el trato que les damos a las mujeres", evidenciado en lo diario y común. Y al referirme a la expresión "trato que les damos a las mujeres", es el que la estructura y superestructura de la sociedad (aquí me refiero a las instituciones visibles e invisibles) construye y moldea en lo diario, a veces de manera directa, y en la mayoría de los casos de manera imperceptible.

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Yo, lector, que conviví con cinco hermanas, a quienes amo, y que tengo hijas, sobrinas y amigas, me impacta sobremanera la novela a la que aludo, y repito su nombre : "Kim Ji-Young, nacida en 1982", me horroriza imaginar el infierno que viven, y que lamentablemente la mayoría se va acostumbrando a ello, tanto ellas que la sufren, como ellos que parecen no darse cuenta, pero lo peor,  convencidos y convencidas que así debe ser, de que es natural. Y aún con la tentación de decirlo, lo digo (porque el asunto va más allá de lo que el hombre y mujer como individuos deciden), en mayor o menor grado, hombres y mujeres, la mayoría, promueven este tipo de educación, de supremacía machista y sometimiento de la mujer. Con dolor y culpa a la vez lo escribo.

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Y reitero, porque va mucho más allá de quienes decimos que "nosotros no lo promovemos", "nosotros como padres educamos igual al niño que a la niña", o el maestro que asegura lo mismo. por eso digo, sin intentar disminuir la culpa propia, el asunto va desde las grandes estructuras y superestructuras (Iglesia, educación, familia, medios de comunicación, tradiciones y leyendas, leyes, etcétera), pero, qué duda cabe, aterriza, se materializa, en usted y yo, lector, y en todos quienes nos rodean.

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Porque son los actos cotidianos que se cuentan en la novela, motivo de este texto, los que nos evidencian. Sea aquí en México, China o Corea, porque sucede en todas partes. Desde que se espera sea  concebido "Niño", pasando por el trato diferenciado que se le da en el conjunto de hijos cuando hay varón, y no habiendo, se hace referencia de que "nos faltó un varón", y tantos otros ejemplos de situaciones que bien conocemos. 

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Se sabe, se vive, se sufre lo que cuenta la novela. Es cierto. Solo que se minimiza, porque es cómodo. Se soslaya, porque ocuparse requiere esfuerzo, lecturas, atención, etc. Se dice que son "casos aislados", que ellas "se lo buscan". Se dice tanto y más. Tan arraigada está toda esta cultura de dominio en general, que viendo no la vemos, y sufriéndola se nos hace tan natural. Por eso recomiendo leer esta novela cuyo nombre vuelvo a repetir: "Kim- Ji- Young; nacida en 1982". Porque ante la noticia de un feminicidio, decimos "ay, qué barbaridad". Pero no lo relacionamos con nuestro hacer diario, como persona, más allá de hombre o mujer.

Pd. Disponible la novela para enviar en archivo a quienes me escriban su correo, sea en comentarios o inbox.

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Nos ayudamos mucho si compartes este texto. Lo agradezco de antemano y de corazón.


 


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