El bien común y la langosta

El bien común y la langosta
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Yo quería conocer más de Cuba. Y fue entonces que se lo dije a la bella amiga Odalis. "Te veo a las 6 en el hotel, Anthony, e iremos a casa de una prima que vive a la orilla del mar como a tres horas de aquí". Y puntual a las 6 ya estaba esperándome en el lobby, de El Nacional, por supuesto. Tardamos en llegar como cuatro horas, por los transbordes. De guagua a camello, de este a carreta. En el trayecto pasamos por San Antonio de los Baños, pueblo donde nació Silvio Rodríguez. Llegamos a un pueblito pesquero. Caminamos entre el caserío y al fin llegamos con sed y hambre. Me presentó como "él es Anthony, maestro mexicano". "Mucho gusto", "y tenemos hambre, prima". "Hay prima, ya tu sabe que aquí no hay nada. Solo tenemo langosta. Denme dinero para comprar un poco de arró, para ponerle a la langosta".
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"Nunca estaré de acuerdo con el capitalismo", me dijo un amigo en México. "Ni yo, le respondo". Y en la charla sacamos todo lo peor de ese modo de producción, aparte de la contaminación, el deterioro del ambiente, el lucro, la competencia a muerte, las guerras por mercados, la extrema miseria de más que muchos, etcétera. La plática del café siempre saca lo mejor de las ideas de nosotros. Y se toma otro café. Y se pide otro más. "Solo que el socialismo no ha podido ser", le respondo. Y expongo lo poco que sé por lecturas sobre las grandes purgas en la URSS de 1936 a 1938, en las que murieron millones de acusados de traición a la patria, por el pecado de pensar distinto, criticar al régimen, y por ser seguidores de Leon Trostki.
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Por supuesto que quisiéramos que toda política de estado realmente tenga como objetivo el bien común. Ese donde el ser humano importa, donde tiene la mejor educación, tiene garantizada la alimentación y la salud. Donde hay cero corrupción. Donde los gobernantes no se enriquecen por estar "al servicio del pueblo", donde el transporte funciona, donde se respeta a la naturaleza, donde los pajaritos cantan, etcétera. Solo que esto no ha sido posible en los hechos. "Eso es una utopía", me responde otro amigo, casi triunfante. Este no lector. Le respondo que por eso dice Eduardo Galeano que la utopía no sirve para otra cosa más que para caminar. Como cuando caminamos hacia el horizonte, este se aleja siempre más. Damos un paso, y el horizonte da otro.
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Ya no sé si fue en la secundaria o Normal, en alguna clase donde vimos sobre los modos de producción. Que los tengo en la memoria siempre: comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y comunismo. Y sus definiciones aclaratorias: en el comunismo primitivo, en los albores de la humanidad, no hay propietarios ni empleados. Todo corresponde al bien común, tanto la tierra, como lo que se cosecha o caza, se reparte a partes iguales. Esclavismo, aquí ya hay propietarios, que incluye a la tierra y los trabajadores como parte de la propiedad.
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En el feudalismo cambia y varea la cosa. Hay de todo tipo de trabajo para ejercer un oficio: zapatero, carpintero, etc, pero todo dentro del feudo, que tiene un propietario, que es cls eñor feudal. El antes esclavo ahora es libre, aunque trabaja para el patrón. El campesino vive en la tierra del señor feudal, y la cosecha es mitad y mitad. Tienen miedo de que les quiten las tierras, tienen miedo de protestar las injusticias. ¿a dónde van a ir a vivir? Quizá los inconformes, pocos, de los que conocen un oficio, al ser libres se van a la ciudad y consiguen trabajo de ayudantes en los talleres. Los dueños de los talleres se van convirtiendo en una clase llamada burguesía. Y hay personas libres que se dedican al comercia. Y así el asunto, vienen los inventos que revolucionan el trabajo en los talleres, las incipientes y rudimentarias máquinas. Y se va conformando y fortaleciendo la clase que tienen capital para invertir, y son los dueños de las fábricas. Capitalistas y obreros.
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Con base en la revolución rusa de 1917, en 1922 se conforma la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS, en un intento de formar una sociedad mas justa bajo la fórmula: "de cada quien según sus capacidades, a cada quién según su aporte en el trabajo". En 1917en México se concreta en la Constitución un documento de avanzada, en el que se garantiza, al menos en el papel, los derechos humanos, como la educación pública y gratuita y la salud, se regula el trabajo, la tierra y muchas cosas en búsqueda de un equilibrio social, a la manera del dicho popular: ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre (ni tanto explotación que mate al hombre, ni ninguna que llegue al extremo de que el hombre no tenga trabajo, y por lo tanto modo de vivir). Volviendo a la URSS, en términos de resumen muy exagerado: los logros sociales se alcanzaban a costa del control total del individuo, tanto que hasta al arte se le impuso un modo específico y ruta para crear, lo que fue llamado "realismo socialista". Todo lo demás, según el Estado, es contrario a la sociedad. Cuba sería otro tema, donde Fidel les dijo a los intelectuales, tirándoles linea: "con la revolución todo, contra la revolución nada".
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"Esos son los imprescindibles", finaliza el poema alentador y de reconocimiento, de Bertlot Brecht, al referirse de que hay hombres que luchan toda la vida, y son los imprescindibles. Hay quienes luchan muchos años y son buenos, pero hay quienes toda la vida se esfuerzan en los hechos por mejorar las condiciones de la sociedad y transformar las relaciones entre los individuos para que estas sean de solidaridad, cooperación paz, respeto; y que solo se piense y actúe en el bien común. Cuando murió en 2012 Alfredo Hernández Peñaloza, ingeniero especialista en temas del petróleo, puse en su corona esa expresión con su nombre, "Alfredo H. Peñaloza, de los imprescindibles". Del Doctor oftalmólogo Guillermo Morelos García pienso lo mismo, fue "de los imprescindibles", porque bregaron en la lucha hasta lo último de su vida.
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Luego reflexionando sobre ese poema, reiterando que hay quienes luchan toda la vida, me puse a reflexionar, quizá un tanto en la linea pesimista de Ciorán, de que es preciso luchar toda la vida, porque no hay solución, no se llega a la utopía de un socialismo verdadero y real, y menos al comunismo que se rige bajo la máxima, "de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades". ¿Ve la diferencia entre socialismo y comunismo?: en el primero a cada cual según su aporte en el trabajo; en el segundo, a cada cual según sus necesidades. La utopía perfecta.
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El tema por escribir nació, de inicio, con el título. La mayoría de las veces es al revés, primero el texto y posterior el título. A eso de las cuatro de la mañana me desperté, y en los quince minutos despierto anidaron en mi pensamiento, bien acomodadas, las palabras en la expresión: "El bien común y las langostas", que me gustó. E inevitable fue recordar aquella escena que viví en el 2009 cuando fui a Cuba, y fui con la maestra cubana, sinuosa, Odalys, al pueblo de pescadores a visitar a su prima. Y que nada tenía para que, hambrientos, comiéramos, "es que somos muy pobres, solo langosta". Y para mis adentros me dije: "ala, pobres", y mientras cocinaba nos dijo que fuéramos a la playa a refrescarnos. Y fuimos como una hora y media más o menos, compré un six y nos bañamos en la hermosa playa cuyo nombre no puedo acordarme.
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Y hablando de Silvio, transcribo parte de su canción Monólogo, y su contexto dentro de la misma; es un viejo que mira fiesta de jóvenes en un departamento y toca la puerta para integrarse. Debe tener sus 70 años, viene ya de vuelta de sus ideales juveniles: "Favor, no se molesten,/ que pronto me estoy yendo; no vine a perturbarles/ y menos a ofenderlos./...Yo también me alegraba/ entre amigos y cuerdas,/ con licores y damas,/ mas ¿de eso quien se acuerda?...Me recordaron tiempos/ de sueños e ilusiones./ Perdonen a este viejo,/ perdonen./ Ya casi me olvidaba/ pero, para mañana,/ van a dar buen pescado,/ hoy nos llegaron papas/ y verduras en latas/ al puesto del mercado. En cuanto llegue y coma/me voy para la zona,/ por lo de la basura./ Como la noche avanza/ los dejo con la danza,/ el canto y la cultura./ Disculpen la molestia,/ ya me llevo mi boca. A mi edad la cabeza/ a veces se trastoca./ En la alegría de ustedes/ distinguí mis promesas/ y todo me parece/ que empieza. Favor, no se molesten,/ que casi me estoy yendo;/ no quise perturbarles/ y menos ofenderlos..." Canción monólogo, de Silvio Rodríguez.
*Fotos tomadas de internet
Me ayudas mucho si compartes este texto. Lo agradezco de antemano y de corazón.

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