Gracias por el juego bonito, Rey pelé

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¿Qué me gusta del fútbol? Sin duda los goles. Los tiros de penalti. Las atrapadas de los porteros. El vuelo literal de los porteros. Los goles a balón parado. Los goles directos desde el tiro de esquina (a estos se les llama olímpicos). El ver al balón golpeado con efecto para que haga la curva necesaria y entre a la portería buscando la red. Allí donde las águilas hacen su nido. Me gustan las individualidades que van como un discurso bello del movimiento del cuerpo, y, que para avanzar, el jugador burla a un contrario, luego a otro y a otro más, con ese manejo del balón que hasta parece que lo tienen pegado en los botines.

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Todo lo anterior y a veces todo eso se da en un solo partido, sea de un mundial, juego amistoso, o el modesto juego entre dos equipos del llano, donde realmente empieza todo, cuando de carrera se habla de los inicios del jugador. Y aunado a todas esas maravillas hay un concepto que se denomina el "jogo bonito", o traducido del portugués al español, se refiere al juego bonito. Ese donde se juega en equipo, y hay individualidades pero al servicio del juego de todos, con un pasar con engaños a un jugador, pero no irse en solitario, sino dar el pase a otro jugador, sea cercano, o uno lejano para un cambio de juego hacia el extremo contrario.

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Y cuando se habla del juego bonito, indiscutiblemente nos vienen a la mente los equipos de Brasil, con un tipo de juego que los distingue de los demás. Y ni se diga cuando juega la selección verde "amarelha". Allí todos son estrellas, todos brillan con luz propia, pero resaltan todos porque juegan para el equipo. Y entre toda esa cantera del futbol sudamericano, se encuentra la figura indiscutible de Edson Arantes Do Nacemento, mejor conocido como Pelé. Por ahora se encuentra grave de salud, y al parecer ya sin la esperanza de recuperación. Pero así va la vida.

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Pelé, también conocido como "O rey", es la figura emblemática del fútbol mundial. Nació en Minas Gerais, Brasil el año de 1943. Hijo de futbolista profesional, miró a su padre llorar en la final de la copa del mundo de 1954 en la que Brasil perdió ante Uruguay en el estadio Maracaná, ante lo cual los fanáticos brasileños incendiaron el estadio, lo cual es conocido como "e maracanazo". Tragedia nacional tanto la pérdida de la final, como la respuesta de los aficionados brasileños, con saldo de muertos. Y se dice que el muchacho Pelé le prometió a su padre que él y equipo cuando formara parte de la selección lograría que Brasil fuera campeón del mundo. Y lo.l9gró con creces.

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Pelé lo logró todo en el fútbol o casi todo. Formó parte del equipo Santos, de la liga brasileña. Como jugador fue campeón del mundo tres veces (Suecia 1958, Inglaterra 1962 y México 1970). Inumerabes trofeos, récord de goles tanto en su equipo de siempre como en la selección brasileña. Miembro honorario de FIFA, campeón intercontinental, embajador deportivo de la UNESCO y un largo etcétera. Pero destaca su manera de jugar, entregado al equipo, tanto en dar pases para gol y maestro en el dominio del balón para meterlos él mismo, como delantero que era. Finalizó su carrera de manera digna en el equipo Cosmos de Nueva York. Y se retiró a su vida privada. No había partido de homenaje a sus amigos, en los que no participara, siempre en disponibilidad de poner su nombre y su manera de jugar para  la causa solidaria.

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Estos meses previos al mundial de Qatar se sabe de la gravedad de la salud del rey Pelé. Cáncer en el intestino en fase de metástasis. El tratamiento con base a quimioterapia deteriora el aspecto físico y agrede aún más la salud de la persona, pero es la única estrategia con el fin de detener el cáncer y quemar la parte afectada. Solo que en ocasiones la edad, o el cansancio general del cuerpo, hace que ningún medicamento o tratamiento cause el efecto por el que se recomienda o realiza. Y Pelé está cumpliendo su ciclo vital. Las noticias de su oficina dieron a conocer  ayer que su cuerpo ya no respondía, y quedaba en la condición física para recibir solamente cuidados paliativos. 

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Qatar le rindió homenaje ayer con la iluminación de una de sus torres emblemáticas y la figura de él, un hombre que forjó su destino de deportista triunfador, con base a disciplina y entrega al deporte del futbol, y entrega al equipo donde jugó. Fuera este un modesto equipo de Brasil, o el mismísimo Santos, destacado equipo siempre de la liga brasileña, la misma selección nacional, combinados internacionales, o el Cosmos del Nueva York ya en su despedida como jugador profesional.

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Uno busca en Youtube sobre sus goles, y se queda maravillado, tanto en la ejecución de los tiros para vencer deportivamente al portero, como en la asistencia para que otros tengan la gloria de meter el gol. Parte del juego bonito brasileño son las jugadas de él.  Reconocidos sus autopases de sombrero, sus tiros a balón parado y su gol olímpico.

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Las palabras del rey del boxeo al rey del fútbol en su despedida. Muahmad Alí: “Todo el mundo debería agradecerte. Tenés una cabeza y un corazón que permitieron poner los pies al servicio del fútbol y todos los deportistas de mundo deberían inclinarse ante tus pies”. Conocedor de muchas historias de pobreza, por conocerlas en las favelas de Brasil y en las de todo el mundo a través de las historias de sus amigos y compañeros del fútbol dijo en su despedida, sabedor qué el fútbol ha salvado a muchos, el brasileño, el Rey Pelé gritó entonces: “amor, amor, amor. Estoy muy feliz y quiero aprovechar la oportunidad para pedirles que ayuden siempre a los desamparados, especialmente a la niñez, necesitada de todo el mundo”.

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Todo deporte es una especie de ajedrez. Para el fútbol, hay un jugador muy arriba del estadio que mueve las 22 piezas humanas. 23 sumando al árbitro. Ninguna jugada es al azar, aunque parezca. Logra ese jugador que en ocasiones algunas jugadas parezcan ballet. Despeja de piernas el trayecto de un balón que vaya a gol. Lo obstruye para que se desvíe la pelota. Y parecen infinitas las jugadas que se van presentando. Cuando llega el gol hay euforia y tristeza, de acuerdo al bando ennel qué se juegue o se simpatiza. 

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Y en medio de todo eso el lucro por el oro como otro dios. Y luego del partido, todos a seguir construyendo su vida personal en lo cotidiano. Y el Dios sigue moviendo las piezas en un juego mayor: la vida. Pero el rey Pelé está más allá de todo eso, porque es como uno de nosotros.  Tenemos fé que le meta el gol al destino. Sea un gol siempre de esperanza. Gracias por tu juego bonito. Que ha hechos nuestra vida menos vacía, menos áspera.

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