Estos días

1

Éramos niños, y el frío invernal estaba alrededor de los cero grados centígrados, punto de congelación del agua. Y al levantarnos, nos asomábamos para ver si el sol iba a salir. Y si sí, entonces salíamos y nos recargábamos en las paredes cuyos rayos del sol nos daban de frente. Y era gran alegría. Allí comprendí cuando nuestros padres decían que "el sol es la cobija de los pobres". 

2

Estos días de finales de diciembre  han venido con frío. Se antoja un café o chocolate, con pan. Y a salir lo menos posible, solo lo necesario. Digamos a trabajar, e ir por el mandado. Se vino un frente frío invernal que es tragedia en Estados Unidos, y en varias partes de nuestro país, igual. Miro las noticias en la televisión, de hielo y nieve en esos lugares. Y aunque decimos que se miran bien las postales de ciudades con nieve, el que la vive, sabe lo que se sufre y batalla. Y no pocas personas mueren por hipotermia. Una verdadera tragedia, más allá de las idílicas postales.

3

Hay sus diferencias en las familias en relación con el frío, por supuesto, que hasta puede parecer aburrido escribirlo y leerlo de nuevo. Los aparatos climas que se acondicionan al calor y al frío, con dos o tres caballos de fuerza, o los climas integrales, que a ambos se les gradúa la temperatura. Y las casas de familias pobres que ponen carbón con el mismo objetivo, en este caso graduar al tanteo lo que se pueda subir la temperatura. Y acercarse frotándose las manos para que el calorcito se sienta en el cuerpo. Los abrazos son mejores para estos fríos. Y meterse bajo las cobijas. Y claro, hay tragedias donde el carbón onleña al quemarse, sueltan gases venenosos qué matan. Así algunas noticias de familias enteras, víctimas de lo económico y del conocimiento básico por precaución de dejar ventanas abiertas.

4

Yo imagino a los migrantes, a la intemperie, o casi. O siendo invitados a ir a un albergue y recibiendo ropa para este frío que cala hasta en los huesos. Yo no entendía esta expresión, de que cala hasta en los huesos, hasta que me la explicó una maestra joven, en teoría y práctica. Que bien decía José Revueltas, que la teoría es el árbol gris del conocimiento, y que solo se complementa con la práctica.

5

Me llamó siempre la atención el que se diga que Cuernavaca es la ciudad, en Morelos, México,  de la eterna primavera. No sé si sea cierto o posible esto. Se entiende de que nunca hace frío. Y aunque es una frase publicitaria llamativa, con intención de promoción turística, Tabasco es entonces el estado de la eterna primavera, aunque estos días nos ha llegado a 17 grados, que ya es una exageración para los sensitivos cuerpos de los oriundos de estos lares.

6

Frío y lluvia. En Matamoros, por ejemplo, decimos: deja tú el frío, pero que haya frío más lluvia, ya es una exageración. Porque el norte llega con viento huracanado, que casi corta la piel, o como si se encajaran cientos de espinas de nopal. Recuerdo bien una ocasión que fui a Soriana de Plaza fiesta en Matamoros, allá por 1995, y al salir del auto, para entrar a ese mercado, se camina de Norte a sureste, así que el frío queda detrás, pero al salir, el aire pegaba de frente, y allí sí que se siente la exageración de esa imagen: espinas encajándose en la piel.

7

Así que cuando llegué e Tabasco, en 1979, pude constatar que hay climas benignos para el cuerpo y el alma. Claro, en calor que llega a 45 grados y sensación de 50, ya como que se pasa quien decide a qué temperatura poner el día. Y en lo que se llama invierno, y que la imagen es de frío, heladas y nieve, pues en Tabasco no se conoce. Y que cuando nos llega como estos días a 15 grados, pues se aprovecha para sacar los abrigos tipo detective, y las chamarras tipo invierno en Chicago y Nueva York. Hay quienes son mas exagerados o friolentos, y se ponen guantes y bufanda y hasta boina. pero si no es ahora, pues cuándo.

8

Ayer vi un video de un hombre de 73 años que pasó la Navidad bajo el puente de Mina y Ruiz Cortines, en Villahermosa.  Tiene un hijo qué desde los 20 años se fue a Luisiana, EEUU.  No tiene trabajo. Y Elektra le robó su ahorro de 75 mil pesos. Y vi asimismo un video sobre un grupo altruista que días previos a la Navidad reunieron a varias personas con condición de calle, a quienes ofrecieron baño, cortaron el pelo, rasuraron barba y bigote, les dieron ropa y cenaron con ellos en un brindis de Navidad. No, no basta. Cierto, pero algo es algo. Si bien dije hace días que el nivel cultural de una sociedad se mide por las condiciones en que tienen sus bibliotecas, también se puede afirmar con seguridad que el nivel humano de una sociedad se dabe por la manera como tratan a los ancianos, como yo comprenderé. Y etso más allá de la afirmación de los indiferentes y corazón de roca, que aseguran a los cuatro vientos que están así -los viejitos- porque "quién sabe cómo se comportaron con sus hijos", y si "previeron o no para el futuro de vejez".

9

La vida da muchas vueltas. Y nada se nos quita que demos un poco de lo poco o mucho que tengamos. Y si debemos criticar -que sí, que por supuesto, y por concienciaren y deber-, lo hagamos contra los fuertes, los vividores de la sociedad, esos que esquilmaron como dueños de bancos, como corruptos en los gobiernos, etcétera y etcétera. Pero no contra los débiles, quienes viven en la miseria.

10

Pero hablaba de estos días de frío. Bien recuerdo en los diciembres en Tabasco, de hace años, cuando la lluvia pertinaz dominaba las mañanas y tardes, y el frío se sentía, sobre todo en los niños de la ranchería, cuyos padres no tenían la posibilidad -porque nunca hace frío- de tenerles una chamarreta. Ah pero, el frío los niños se lo quitaban jugando y sonriendo. ¡Oh niñez!Mas de rato he de conectar el boiler (calentador de agua), que tiene años desconectado, por no necesitado, pero ahora creo que sí.  Miro las fotografías que me envían de mi Matamoros, fuentes con agua congelada, calles con hielo, cubetas con hielo. Pero no hay peor frío que el amor no pueda vencer, que el café no pueda vencer. Las inclemencias del frío la sufren las personas pobres, y en nuestras sociedades desiguales, son un montonal.



 


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