Honrar la vida

1. La tarea fundamental y siempre presente es honrar la vida, no solo transcurrir y vivir sin metas ni ilusiones. Y se honra con nuestras decisiones. Pienso en mis decisiones tomadas hace años, que no resuelvo nada pensándolas, pero sí imaginar otros derroteros en un destino que hubiera sido otro, aunque muy cierto es que por tantos brincos que dé uno, siempre en el suelo caemos. Es la imaginación la que está en juego, y nos permite tener la sonrisa a flor de rostro, y no la amargura, que de esto depende, en gran medida, la salud física y emocional. 

2. Anteponiendo que de niños las decisiones no las tomamos nosotros, y me refiero a las decisiones importantes, como, en mi caso, ser bautizados en la iglesia "católica, apostólica y romana", o ser inscritos a la escuela primaria y sentir la obligación de a fuerza tener que levantarnos diario para asistir puntuales a las 8 de la mañana, o que nos llevaran a vacunar al centro de salud cuando las campañas sobre el sarampión, la rubeola y la poliomielitis. Ni tampoco si nos bañáramos a no. Habría qué hacerlo, sí o sí.

3. Decisiones de jugar a una cosa y no otra, salir o no cuando nos llamaban nuestros amigos. Hacer la tarea no teníamos opción tampoco, si no queríamos enfrentar la chancla pedagógica de mamá. Pero cazar mariposas y meterlas en una botella, o perseguir un sapo hasta que estuviera lejos de la casa, eso sí estaba dentro de nuestras decisiones de niños que en la tarde andábamos de un lado para otro en el vecindario. La decisión que recuerdo importante (en mi caso) fue si entraba a la secundaria o no. Pude haberme hecho el indiferente, que en la casa no había el rigor de entrar o no, no estaba como opción. Solo que mis amigos cercanos de la primaria andaban con ese alboroto, y entonces yo tomé la decisión de entrar.

4. Al pasar por el frente de la secundaria 2, miré en el pizarrón anotados los requisitos, los apunté en una libreta y con la complicidad en apoyo de mi madre, los reuní para presentarme el día señalado y recibir un papel donde se asentaba que había entregado los documentos y estaba oficialmente inscrito para primer grado. Esa fue mi primera decisión importante. De haber decidido que no, entonces hubiera seguido el camino de mi padre, de ayudarlo en su trabajo, que era embellecer jardines, bajo el sol y a la intemperie.

5. ¿Decidí entrar a la secundaria porque me gustaba el estudio? No. Porque no me gustaba trabajar bajo el sol. Esa es la verdad, digamos que por flojo. Pero le fui agarrando gusto a las actividades escolares. Me encontraba un poema en el libro de español, y me impactaba en las emociones, sentía algo raro y agradable muy dentro de mí, aunque inexplicable. En geografía física y humana, conocía de otros países y me enteraba cómo vivían. En Historia, como viajar en el tiempo. Y así con cada una de las materias.

6. Entrábamos a las 7 de la mañana. Y yo tomaba a diario la decisión de levantarme, bañarme (a veces) y salir a caminar la distancia de media cuadra para estar puntual. Allí en un salón del segundo piso, estaban mis amigos y amigas (dos Letys, Efrén, Rojas, Orduña, Margarita, Manuela, dos Olgas, Arellano). Si no hubiera querido seguir, y tomar la decisión de no asistir más, sobre todo en los días de cruel invierno, no hubieran dicho nada en la casa, solo que me esperaba el trabajo de mi padre, para ir como ayudante. Entonces recobraba siempre ánimo y de nuevo en el día a día escolar.

7. Así pasé los tres grados, y hasta con honores al aparecer en el cuadro de aplicados y recibir diploma de aplicado. Y la alegría de mirar y escuchar a los tantos compañeros y compañeras que participaban en los concursos de declamación, organizados por el profe Hilarino. Y entonces to tomaba la decisión de participar en el año que entra, y me aprendía poemas de apenas 20 versos (muy pequeños a comparación de los que siempre ganaban, que eran poemas como de 500 versos o 1000). las decisiones vamos tomando en cada momento de nuestras vidas, Después sabremos si fueron acertadas o equivocadas, pero ese es el riesgo de tomarlas.

8. Pude quedarme con la secundaria terminada. Esa pudo ser mi decisión y, cumplidos los 18 años, lo más seguro es que me hubiera ido a trabajar de mojado a los Estados Unidos, y anduviera con mi banda musical como algunos amigos que terminaron la secundaria conmigo. Pero tomé la decisión de estudiar para maestro de primaria. Y en esos cuatro años sostuve mi decisión de continuar hasta terminarla. Algunos compañeros, quizá por la situación económica abandonaron. Y esa misma decisión pude tomar, y no sé de dónde sacaba fuerzas para continuar. Bueno, sí sé, el apoyo de mi familia, sin duda alguna.

9. Cuando estaba en segundo de Normal (tenía 16 años) tomé la decisión de tener novia e hice la pregunta a ella de si quería serlo, y ella tomó la decisión de "sí". Y anduvimos en un romance juvenil muy bello, con cartitas, manos entrelazadas y besos, a como debe de ser. Y tomé la decisión de practicar atletismo para quedar en la selección. había que entrenar todas las mañanas de 5 a 7 am, y pasaba por Mario, que era nuestro campeón, siempre con cuatro medallas en los torneos, y con esa disciplina de entrenar, quedé en la selección y recibí mi uniforme deportivo: pants, chaqueta, short, playera, calcetas, tennis Converse. El asunto era tomar decisiones.

10. Conclusión: en la vida siempre estamos tomando decisiones. No siempre tomamos la mejor, aunque mi planteamiento es que de acuerdo a las circunstancias, la decisión que se tomó fue la mejor en su momento, que las cosas no salieran bien eso es otro asunto, y se gana en experiencia, para calibrar nuestra toma de decisiones, con mejor tino, y este determinado por la lógica del pensamiento. Siempre pensamos. Y el pensamiento se hace más poderoso si nos habituamos a la lectura libre, si sentimos curiosidad por aprender otras cosas. Y una decisión muy sabia es no andar como alma en pena quejándonos de todo. Ánimo y optimismo. Como dicen: si el presente es de lucha, el futuro es nuestro.

11. Que la vida es fugaz, efímera e intransferible. Que nuestro destino es irnos más temprano que tarde. Que la última estación es la meta. Y mientras tanto dice la canción que no es lo mismo transcurrir que honrar la vida. Lo canta así Mercedes Sosa: "... No! permanecer y transcurrir/ no siempre quiere sugerir/ honrar la vida!/ Hay tanta pequeña vanidad/ en nuestra tonta humanidad/ enceguecida/ Merecer la vida es erguirse vertical/ más allá del mal, de las caídas/ Es igual que darle a la verdad/ y a nuestra propia libertad/ la bienvenida!/ Eso de durar y transcurrir/ no nos da derecho a presumir/ Porque no es lo mismo que vivir/ a honrar la vida!". 

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