Grata visita de Don Héctor, "Chocolate"

Grata visita de Héctor Fernández, "Chocolate"
1. "Este sábado o el otro, cuando gustes voy a tu taller literario". Así me dijo Héctor en mensaje. Yo estaba en clase de metafísica a punto de convertirme en "el que no es, siendo". O viceversa. Esos son los temas por ahora. Así que al término de la clase me asome a los mensajes. Y leí esa iniciativa del maestro para estar con nosotros. Así que raudo contesté que sí, que claro, que me gustaría. Y así quedamos. Le pedí que llegara a las 5, para dar oportunidad a juntarnos el total que llegara y trabajar uno o dos textos. Y antes de las 5, puntual estaba el estimado maestro Héctor.
2. Héctor Fernández Martínez es un personaje. Y, como todo buen personajes, es sencillo y noble. Tiene una plática didáctica, de maestro de verdad, y su voz es agradable, tono grave. Nativo de Oaxaca, de padres guerrerenses, llegó a Tabasco allá por 1988. Y se quedó para seguir el camino de la enseñanza de las artes, como guerrero cultural. Trabaja en el Centro de Estudios e Investigación de las Bellas Artes (CEIBA), creado en 1985, en el quinquenio del Enrique González Pedrero, entrañables años de auge cultural en Tabasco.
3. Corregimos dos textos. Un mixto de Kristel y un cuento de Nancy. Ambos muy buenos, con las sugerencias infaltables, aunque mínimas. Sorprendentes ambos por el modo y los temas tratados. Uno con las voces interiores que nos torturan a eso de las 3: 33 de la mañana, otro que en una frase lo dice casi todo: "La ganadería humana". No llegó el buen Edy, el del cumpleaños, para quien Fidencio llevó un pan muy sabroso, y lo saboreamos a su salud. Nancy había llevado galletitas de chocolate y todo ello saboreado con un buen café, ofrecido por la casa. Buen ambiente. También estuvieron Lupita e Isaías, así como los siempre hospitalarios Delia Cantoral y Jaime Ruiz.
4. En esa circunstancia el maestro Héctor expuso la intención de su visita, convivir y hacer un "cadáver exquisito", ejercicio colectivo más conocido en literatura, pero esta vez él lo propuso en dibujo. Se trata de que alguien escribe un renglón de texto, y otra persona escribe otro sin ver el anterior y así hasta terminar la vuelta con cada uno de los participantes. eso es en literatura. En dibujo, que es lo que se hizo: un rectángulo de papel, dividido en tres partes unidas y dobladas, una persona dibujaría la cabeza, el de al lado sin ver lo hecho antes, dibuja el tronco del cuerpo, y el tercero, igual sin ver, dibuja las extremidades pedestres.
5. Héctor ya había explicado de los orígenes de dicho ejercicio, con los escritores y plásticos surrealistas y dadaistas, allá por 1925, en París. El nombre proviene de la primera vez que se jugó, y que la frase literalmente decía: "El cadáver exquisito beberá del vino nuevo". Y entre los asiduos a este juego se nombra históricamente a Robert Desnos, Paul Eduard, André Bretón y Tristan Tzara. Mas el cadaver exquisito no se detuvo con ellos, otros los han llamado "Varias manos", "Al limón", "Quebrantahuesos". Y se han hecho exposiciones con los resultados de este juego.
6. Yo participé, lo mismo Héctor, en crear un cadaver exquisito. Y nos metimos de lleno en el juego de creación. Miraba divertido el movimiento de todos ellos, la sorpresa de la actividad, la disponibilidad para transformarse en los niños y niñas que juegan. Y es eso. Lo había destacado Héctor en su explicación inicial. Los niños son creativos de manera natural, solo que la escuela los convierte en diletantes,
7. El resultado fue muy encantador, sin compararlo con los de los alumnos del CEIBA, cuya muestra llevó Héctor, y que lo hicieron con lápices de carboncillo especiales, verdaderas obras de arte. Los nuestros tienen lo propio, con plumas de 5 pesos, y mezcla de color negro y azul, algunos. Pero satisfactorios, porque hay creatividad siempre. Como decir de las palabras al trazo, y nada que yo no sé dibujar. Es estar disponible a jugar y divertirse, y que aflore la creatividad. En la sobremesa siguió la plática. Cada uno de los participantes agradecieron la visita del maestro Héctor Fernández, su presencia y su iniciativa sobre la actividad realizada. "Se transmitió muy buena vibra", "fue muy divertido", "son emocionantes estas actividades".
8. Al final Héctor comentó sobre las peripecias para el viaje que realizó en el 2018 a Egipto a un Festival de teatro, con sus distintas versiones, incluyendo obras con títeres. Nos comentó que su temor era la barrera del idioma, y se dio cuenta que los niños captan el mensaje, a pesar de ello, porque el lenguaje del arte es uno solo, y es en función de la sensibilidad. Lo difícil para ese viaje fue lo de los boletos de ida y vuelta. De una propuesta de ida de toda la compañía integrada por diez personas, al final solo estaban asegurados cuatro pasajes, faltando aún el de él mismo, que al fin se consiguió, aunque fue en otro vuelo.
9. Y qué grato ver a una señora con su hijo -que llegó a Casa Alebrijes- que reconoció al maestro Héctor, y como cereza en el pastel, decirle a él que ella fue niña "Chocolate", en alusión a uno de los personajes creados por el maestro. Y que ha acudido a diversas presentaciones de sus obras con títeres. Y soñamos en la plática. Se vale soñar de volver a otras épocas en las que las actividades culturales han sido prioridad, por lo que los centros culturales estaban siempre con actividades culturales permanentes. Pero tenemos y mantenemos la esperanza de que eso se haga realidad.
10. El nombre de Héctor Fernández Martínez, maestro de artes, y titiretero mayor (creador de títeres, entre ellos Chocolate"), se une a las de otros distinguidos y fraternos visitantes que han estado en en taller literario de casa Alebrijes y han compartido charla y su experiencia en el campo artístico correspondiente: Álvaro Solís Castillo, Balam Rodrigo, Ángel Fuentes Balam, Érika Rodríguez Padrón, Hilario Feria, Kristian Antonio Cerino y Mario Cerino Madrigal (Ojalá no me falte algún nombre, mi Alzheimer es muy virulento).

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