Orígenes

1. ¿En el principio fue la nada o el todo? ¿No podemos saber? Los que se manejan con certezas lo saben bien, los que nos manejamos con dudas, no sabemos. Días antes de morir, consciente de ello, el poeta Alejandro Aura (Ciudad de México, 1944-Madrid, 2008) escribió su poema "Despedida", en la cual deja escrito su certeza de no saber nada del origen de lo que existe: "...Lo que queda no hubo manera de enmendarlo/ por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,/ ya estaba medio mal desde el principio de las eras/ y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse/ a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,/ de modo que se queda como estaba, con sus millones,/ billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,/ esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos/ y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver./ Nos vamos. Hago una caravana a las personas/que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós..."

2. Cuando yo daba clases en telesecundaria y llegaba a ese tema sobre el origen de todo (la materia, la vida y el hombre), planteaba a grosso modo dos teorías. La evolucionista y la religiosa. Respetables ambas, les decía. "¿Y cuál es la verdadera?", siempre había una voz que preguntaba. "No lo sé, nadie lo sabe", le respondía yo como el maestro. Entre ellos se miraban, algunos reían. "No lo sabe y es el maestro", cuchicheaban.

3. Yo sabía que quienes llegaban a iglesias, templos y salones religiosos, lo sabían (del origen de todo) porque lo escuchaban de sus dirigentes y sus padres. Y entonces algunos daban opinión en función de ello. Otros callaban. No había conflicto, porque no se trataba de imponer una versión, sino sembrar la curiosidad y la duda.

4. Un tiempo que anduve con estrés, hará unos 25 años, un galeno me curó. Y escribo adrede la palabra "galeno" porque esa imagen tenía y tengo, de médico antiguo y sabio. Tan solo al entrar a su consultorio en Ocuiltzapotlán, sentía que empezaba mi curación. Era y es tanta la confianza que le tenemos. Me curó escuchando mis cuitas e inquietudes. Me dijo: "Ore". "No llego a iglesias". "Aunque no llegue a iglesias. Ore con poemas. Lea los poemas que más le gustan".

5. Y me explicó: las personas creyentes llegan a la iglesia, rezan y oran. Cuentan sus problemas. Y cuando salen, sienten menos la carga de la vida. Porque ya han orado. A ellos mismos no importa si los escucha un Dios en el que creen (ellos creen que sí, porque tienen fe) o no los escucha. Ya tan solo el hecho de orar, los libera algo de la carga.

6. Mientras yo, que no iba a las iglesias, me autoliberaba del estrés con la poesía, me recetó Frisium 10, una pastilla diaria. "Doctor, pero me da miedo hacerme adicto y dependiente de ellas". "¿Apego, dice usted? Eso solo en el amor. Tome una a diario y venga en 30 días, y hablamos". Al mes volví y me recetó la misma, solo que un día sí y otro no. Al mes volví y ya no  tomé la frisium 10 nunca más. Solo me recomendó que tuviera una cajita de las pastillas en el maletín, a manera de uso en caso de emergencia. 

7. En esos días de que andaba algo mal provocado por el estrés, me desperté una madrugada como a las 3:33, sin poder respirar normal. Sentía que me iba a morir, me faltaba el aire. Mientras mis hijas despertaron a Armando Pedrero, un veterinario vecino, para que me llevara al ISSET (dependencia para la cura de los trabajadores estatales), yo busqué el libro de poemas de Sabines y empecé leer un poema al azar: 

8. "Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada..."

9. A los 5 minutos que llegó Pedrero para llevarme al ISSET, yo ya me sentía mejor luego de leer ese poema y otro de Walt Whitman. Le dije gracias. Se ofreció a estar al pendiente por si se me presentaba ese cuadro de ahogo ansioso provocado por el estrés. Y ya no. Yo seguí leyendo otra hora más (Whitman, Ezra Pound). Y luego dormí como angelito.

10. Decía de las oraciones, los poemas, las inquietudes sobre el origen del mundo, de la materia, del universo, de la vida, sobre  a dónde irá el alma o espíritu de los muertos. Muchos dicen que saben y muchos dudan. Y así andamos. Lo importante es el respeto entre los físicos y los metafísicos, entre los lógicos y los ilógicos, entre los éticos y los antiéticos. Lo cierto es que en el principio fue el verbo, el caos o la nada. Algo de eso. Y los pensadores antes de Sócrates se dividieron entre los que le apostaban a la seguridad y certeza de los mitos y quienes empezaron a dudar (a estos se les llama presocráticos: Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, etc. Y es cuando empezó la filosofía, dicen: la amiga y amante de la sabiduría. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam