Nos miramos al espejo

1. Nos miramos al espejo. ¿Qué es lo que vemos? Recuerdo que en algunos lugares  que he visitado, en donde exhiben animales, en la última parte del recorrido tienen un espejo amplio donde uno se asoma inexorablemente, se mira. Y de letrero dice: "...y este es el ser humano". Uno se ríe, por supuesto. Bueno, yo me río. 

2. ¿No les ha pasado que cuando vemos un mono o un orangután, a manera de broma para quienes nos acompañan, hacemos movimientos de imitación, y si traemos un plátano lo comemos, nos rascamos la cabeza y la barriga, y damos pequeños saltos y gritamos "Ug, Ug, Ug". Sí, nuestro amigos y familiares se ríen. Y el animal, el otro que mira desde dentro de su espacio limitado, donde lo exhiben, ríe también, y se rasca la cabeza, como diciendo "¿Y este?

3. Nos miramos al espejo y vemos al que somos. Allí estamos cada vez asomándonos para ver si el cuello de la camisa está bien puesto, si nos miramos mejor que ayer, si el peinado quedó a como lo imaginamos, si somos lo bello que nos creemos, si la papada ha bajado, si nuestros ojos esconden la tristeza, la nostalgia, el desánimo. Si las prisas y las pesadumbres no han hecho mella en nuestro rostro, el único, el inimitable. Si los años se han detenido y no siguen devastando más el rostro de aquel muchacho o muchacha que fuimos.

4. La mayoría de espejos son para asomarnos al rostro nuestro. ¿De quién más? ¿Nos anima vernos? ¿Nos reconocemos como los mismos de ayer? ¡Vaya, que preguntas! Sí, somos los mismos siempre que nos asomemos. Algo más deteriorados por la máquina trituradora del tiempo, pero los mismos. Sin embargo hay espejos altos para vernos en toda la magnitud de lo que somos. Para que veamos la combinación de la ropa entera, los botines o zapatos. Si hay que hacer cambios en el atuendo, es el momento. Si el cuerpo nuestro sigue tan erguido como debe ser. Si la espina dorsal nos sigue reflejando humanos.

5. Hay zoológicos donde los turistas van en una jaula motorizada para protegerlos de los animales que andan libres en el parque. Estos se asoman a mirarnos. Nunca sabremos lo que piensan. Si nos quieren libres, si les divierte, si sienten compasión por nosotros. Desde dentro de la jaula los turistas toman fotografías de los animales acotados, pero en la libertad del amplio parque.

6 Dicen y se dice que el alma queda impregnada en el espejo, de tal manera que al romperse es de mala suerte, y peor que se tiren los pedazos, lo cual por ningún motivo debe suceder, so pena de tener más mala suerte, como atenernos a las consecuencias. Se aconseja guardarlos en un lugar de la casa o hacerlo polvo y tirarlo en un cuerpo de agua, que vuelva al origen (se dice que el agua es el culpable de la vida en todas sus manifestaciones). No, no me crea a mí. A mí se me han roto varios en mi vida y los meto en un cartón y le pongo un letrero que diga su contenido, para evitarles accidentes a las personas de limpia.

7. Narciso es el personaje de la mitología quien se para admirarse se miraba en la superficie del arroyo o laguna para constatar que la belleza era realidad y que estaba concentrada en él mismo. Era envidia de hombres, mujeres y andróginos. Y ante las pretensiones que ellos tenían con él, se les alejaba, despreciándolos. Pero hay que tener mucho cuidado. Porque Narciso se enamoró tanto de él que quizo estar más cerca de él mismo, y se tiró al agua para unirse con su reflejo y murió ahogado.

8. Cuando nos peluquean, estamos frente a un espejo. de vez en cuando nos asomamos para ver los carteles motivaciones que tienen en la pared de atrás. Y vemos al frente cómo cae nuestra cabellera a tijeretazos o a máquina "en el número 3, por favor". Al final, la persona nos pone un espejo para que miremos cómo quedó el corte en la parte trasera. Solícito, nos pregunta si nos parece bien lo recortado. Y nosotros (al menos yo), respondo "sí, claro que sí, quedó al cien". Luego me asomo al espejo frontal, y digo: "me quitaste como diez años". "No tantos, no tantos, profesor".

9. Somos el espejo siempre de los otros. Se miran en nosotros, por eso la envidia, por eso la admiración. Asimismo el desprecio y la indiferencia. Lo mismo el desdén. Porque los otros se están mirando en ti, en mí (este, la primera persona se refiere al lector), en todos. Por eso se dice que se mira la paja en los otros, y nunca la viga en el propio. La envidia es la admiración inconfesable, lo que nunca podrá ser el envidioso. Y no es objeto de la envidia la casa, el auto, los libros, sino el brillo personal, la chispa en la mirada, la mágica sonrisa, la palabra transparente. Como en la fábula del sapo y la luciérnaga.

10. Tu casa, el modo con el que tratas, son tu espejo. Tus palabras lo son. Con quienes te rodeas. Tus sueños lo son, tus aspiraciones, tus metas. Tu salud y tu enfermedad son tu espejo. La palabra que la que construyes o destruyes. Las mentiras o verdades que dices. Tu comportamiento. Tu solidaridad o tu egoísmo. Todo ello son tu espejo. Mírate en lo que haces, dices, promueves. Tu integración con la naturaleza o el daño que le haces son tu espejo, aunque lo justifiques. El trato que le das a los animales es tu espejo. Allí mírate. El espejo no engaña.

11. Juega con el espejo. Mírarte caballo, perro, cebra. Mírate elefante, león, medusa. Mírate mono, orangután. Mírate hormiga. Jirafa. Sí, solo que de esta solo mirarás, si acaso, parte del cuello largo, largo, como la vanidad y el orgullo. No de ella.  En el espejo te estás mirando tú. Por cierto, hay quienes no pueden reflejarse en el espejo. Y un día también hemos de asomarnos y ya no estaremos. Se sugiere mirar en el espejo el paso del tiempo. Y poco a poco irle diciendo adiós a esa imagen. Algún día le tocará una mirada de despedida. Sonríele, mientras tanto. Que le encanta al espejo y te devuelve en reciprocidad una bella sonrisa.

 

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